“Amenaza en la sombra”, o sea “Don´t look now” (algo así como “No mires ahora”), es lo que puede perfectamente denominarse como título de culto, término que, por otra parte, no suele hacerme demasiada gracia tal denominación. Contó con sus adeptos desde el principio, pero siempre de manera un tanto reducida, para nada mayoritaria. Algo por otra parte entendible por alguno de los motivos que expongo a continuación.
No es un cine narrativo en el sentido más estricto del término, aunque sí cuente una historia en su aspecto más convencional… aunque de otra manera, anticipando imágenes premonitorias… y no mucho más seré explícito. Entiendo que pudiera generar cierto desconcierto por su sacudida de instantáneas, de planos, algunos aparentemente sin sentido, que va martilleando a lo largo de todo su metraje. En algún instante podría parecer que no tiene ni pies ni cabeza, pero no desesperen, no es así, todo acaba finalmente casando tras un desenlace impactante. En aquel tiempo -comienzos de los 70- no era habitual narrar de la manera en la que lo está.
Admito que siempre me ha fascinado esta película, pero indistintamente de ello, lo que resulta innegable es que muestra una Venecia insólita, una Venecia con una presencia imponente, determinante, plomiza, sucia, invernal, abandonada, irreal, decadente, inhóspita. El colega Teo Calderón definió perfectamente esta sensación, tanto la que aquí provoca la ciudad como su ambientación: “Las trabajadas imágenes de Roeg consiguen crear una atmósfera mortuoria que ocasionalmente provocan en el espectador la sensación casi física del frío mármol sobre la piel desnuda”.
Hablando precisamente de pieles desnudas, sí adquirió cierta fama por una secuencia muy concreta, la de cama entre los protagonistas, resuelta de una manera un tanto atípica, mediante un hábil montaje fragmentado y con cierta explicitud. Roeg era todo un especialista en resolver este tipo de escenas con amantes desnudos haciendo el amor.
Además, este relato corto de Daphne du Maurier, la escritora británica especialista en asuntos de suspense y misterio que sirviera de inspiración al Hitchcock de la magistral “Rebeca” o al de “Los pájaros” (también al de “Posada Jamaica”), tiene la rara cualidad de invocar “fantasmagóricas” premoniciones sin resultar chirriante, recurriendo al thriller o al horror psicológico. En alguna ocasión, no sé del todo por qué, establecí alguna comparativa con la memorable “Al final de la escalera”. Y ya no solamente por ser de la misma época, por tratar asuntos inquietantes y paranormales, sino seguramente por ese tratamiento tan propio del género de terror del momento en el que la sugerencia primaba sobre la evidencia.
Seguramente según se vaya contemplando es posible que pueda descolocar un tanto, pero merece la pena esa cierta desazón. Posee un cuarto de hora final antológico, sorpresivo. Y resultan de lo más perturbadores esos paseos al lado de esos tenebrosos e intrincados canales, de esos angostos callejones, en compañía a veces de personajes secundarios o episódicos que resultan verdaderamente intranquilizadores, como esas hermanas, la niña, el obispo o el asesino.
Retomando el protagonismo de la ciudad que mencionaba al inicio de este comentario, se van a encontrar con una Venecia incandescente, al rojo vivo, un color atenuado que salpica en numerosas ocasiones la pantalla, pero afortunadamente, no en el sentido literal, hemoglobínico, sino más bien en el metafórico, en el rojo de la no vida.
Unos rincones y un lugar así no podían ser desperdiciados por parte de sus fotógrafos, el propio director, el singular Nicolas Roeg y por Anthony Richmond. E igualmente por una muy adecuada y hermosa banda sonora del cantante y músico Pino Donaggio, que se estrenaba en este apartado.
Es compleja, retorcida, absorbente, amenazadora tal como señala su título español… Es una obra inclasificable que cuenta con dos actores tremendos y en plenitud: el atractivamente feote Donald Sutherland y la bellísima Julie Christie. Ambos dan todo un recital.
Fue elegida por la revista Empire como uno de las 500 mejores filmes de la historia, algo que no seré yo el que lo cuestione.
