´Baby Driver´… Música, ruedas, amor y buenos sentimientos a mil por hora

´Baby Driver´… Música, ruedas, amor y buenos sentimientos a mil por hora / J. L. V.

La estructura de la película transcurre al ritmo de una ecléctica y precisa banda sonora planteada antes del propio guion y compuesta por 30 canciones de todo tipo

«Tenemos endiosados a los criminales» (Edgar Wright)

En las estribaciones del verano de 2016 disfruté a lo grande de una comedia de acción que casi se estrenaba de tapadillo, “Dos buenos tipos”, cocida en moldes ochenteros, con “Arma letal” por ejemplo a la cabeza. El estupendo trabajo de Shane Black tendría su réplica -sin tener nada que ver en lo argumental- un año después aún más –si cabe- a lo grande con esta deslumbrante y actualizada muestra del género, subgénero más bien (lo cual no es peyorativo en modo alguno), de atracos, ladrones, asesinos y persecuciones.

“Baby Driver”, tal es su título en español y en el original inglés, es cine de acción adrenalínico que deja literalmente sin resuello, espectacular y genuinamente entretenido (sin coartadas intelectualoides de ningún tipo), que hace gala de una factura visual inapelable, diálogos brillantes y vacilones, veloces y generosas escenas en movimiento endiabladamente rodadas.

Ansel Elgort;Lily James
El rock, la música en general, de enorme calidad, es una de las constantes habituales en la obra de su director / J. L. V.

También despliega apabullantes secuencias coreografiadas como si de un musical se tratase. De hecho, la propia estructura de la película transcurre al ritmo de una ecléctica y precisa banda sonora planteada antes del propio guion y compuesta por 30 canciones de todo tipo, desde el tema de Simon & Garfunkel que identifica a este “thriller”, hasta el celebérrimo “Tequila” de The Champs, pasando por el “Brighton Rock” de Queen o el “Harlem Suffle” de Bob & Earl. U otros de Hocus Pocus, Beck y un listado de lo más amplio, resultón y variopinto.

Precisamente el rock, la música en general, de enorme calidad, es una de las constantes habituales en la obra de su director, el brillante Edgard Wright (por cierto, no tengo del todo claro el por qué, pero cuando la vi por primera vez acudió a mi memoria mientras la contemplaba otra de esas joyitas de los 80, “Calles de fuego”), a la que se debe añadir esa acción anteriormente mencionada y un sentido del humor refrescante, aquí no por más atenuado menos importante. No sé, me da en la nariz, que el mismísimo Quentin Tarantino la podría reconocer si no como de su estirpe sí como un placer de lo más disfrutable. Es ligeramente superior a algún trabajo prestigioso suyo por algo tan fundamental como que sabe mantener el tipo y no caer en la parodia excesiva, ni en el astracán, lo cual le hubiera restado ese definitivo remache final mostrado.

Es cine de acción adrenalínico que deja literalmente sin resuello, espectacular y genuinamente entretenido / J. L. V.

No se olvide que Wright cuando afrontó este proyecto ya venía avalado por ser el firmante de cuatro peliculones, que aparte de ser originales –por su reinvención y atinada reescritura– constituyen sendos artefactos lúdico-festivos de diversos géneros, desde el de zombis, policíaco y ciencia-ficción hasta el de adolescentes. Me refiero a esa “Trilogía Cornetto” compuesta por “Zombis Party”, “Arma fatal” y “Bienvenidos al fin del mundo” (todos con Simon Pegg como fundamental coguionista y protagonista) y “Scott Pilgrim contra el mundo”.

Protagonismo del bueno, acaparamiento de escenas plenamente justificado es el que aquí mostrado en el apartado interpretativo por Ansel Elgort, el individuo otorga mote a esta película y al que tampoco le hubiera venido mal el de Cara de Niño. El que fuera revelación en la preciosa “Bajo la misma estrella” (junto a la igualmente emergente Shailene Woodley) y en “La serie Divergente” es el alma central de esta historia tal como he dejado caer anteriormente. Creo recordar que no falta en casi ningún momento, si no en primera instancia sí al lado de buena parte del resto de personajes importantes. Hasta tal punto que los atracos nunca se ven, están expuestos fuera de plano, o de campo.

Al chaval, todo destreza, tanto al volante como haciendo montajes sonoros, le secundan uno de esos repartos que suelen denominarse con toda razón de campanillas, comenzando por un Kevin Spacey (2 Oscar en sus faltriqueras, como actor de reparto por “Sospechosos habituales” y como principal por “American Beauty”) como jefe de la banda, Doc, un individuo parece que extraído de cualquier relato mafioso de Martin Scorsese.

Jamie Foxx, también con estatuilla dorada en su bagaje (por “Ray”) es un brutal asesino. Y no le van a la zaga la remozada pareja a lo Bonnie &Clyde compuesta por unos contundentes, expeditivos, Jon Hamm y Eiza González.

Todos al servicio de la gloriosa causa de hacernos pasar, conmigo absolutamente conseguido, dos electrizantes horas pegados al volante, o si prefieren, pegados al pantallón.

Retomando la cuestión de la magistral y briosa autoría de Wright, antes de finalizar esta reseña me resulta obligado destacar que el espíritu de esta criatura suya se encuentra más cercano –por citar referencias anteriores en torno a asuntos similares- al del admirable thriller nocturno “Driver” de Walter Hill (con un también impecable y sobrio Ryan O´Neal) que al de la fastuosa “Drive” de Nicolas Wending Refn (lástima que esta muesca fascinante y relampagueante derivase en parafernalia y vacua ostentación en los siguientes trabajos de su no menos vacuo director). También si se detienen en ello, pueden advertir como flota en el ambiente la influencia de clásicos incontestables como “Bullit”, “La huida” (en su primera y gozosa versión de Peckinpah) o “French Connection (Contra el imperio de la droga)”.

Imponente divertimento, justo el primer mandamiento que solicito al divino invento de los benditos hermanos Lumière, necesitado de merecidísima reivindicación. Pura felicidad a mil revoluciones por minuto, dejando claro que sus puntuales remansos, el tránsito entre tanta adrenalina, su historia de amor juvenil, posee igualmente un indudable encanto, entre otras cuestiones porque la adorable y buena chica Lily James (“Cenicienta”) da adecuada y cautivadora réplica al chico de buen corazón.

Irresistible.

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