Mientras discurre ante mis ojos esta velocirraptora película tengo la sensación de que estoy asistiendo a un vídeo juego de última gama o generación ¿Se dice así, de las dos o de alguna de estas maneras? Lo pregunto porque en toda mi vida -creo que lo he llegado a manifestar en alguna otra ocasión, desde luego en mis presentaciones cara al público- jamás he jugado a uno de ellos. Y debo confesar también -analfabetismo, ignorancia y mentalidad jurásica por mi parte, lo admito- que el estilo de los mismos en muchas ocasiones ha sido un lastre ante lo que estaba viendo en pantalla, y aunque ello haya reportado buenos dividendos a sus productores. Estoy pensando en RESIDENT EVIL y sus interminables continuaciones, aunque he de admitir que la primera de la saga tenía un pase. O, esta sí un fiasco en toda regla, el primer SUPER MARIO BROS en salir a escena, ahora que se aproxima un nuevo remake.
Pero hete aquí que un buen puñado de actores comandados por el incombustible Brad Pitt, varias escenas de acción de resolución brillante y un humor negruzco que asoma en bastantes ocasiones, la acaban redimiendo de esa condición de vídeo juego que inevitablemente me invade (aunque he de matizar que su origen no hay que encontrarlo ahí, sino en una novela de Kotaro Isaka), y aunque no se acabe ganando mi total incondicionalidad, la veo sin enojo alguno, me entretiene e incluso disfruto con algunas de sus secuencias (estoy pensando en alguna protagonizada por la jovencita asesina Joey King, la de “Mi primer beso” y sus dos secuelas de Netflix), una carita de azúcar de lo más letal. A condición, claro, que se participe de su tono disparatado, desaforado, contorsionado.
Por supuesto, vayan preparados para presenciar un torbellino de tiros, un permanente frenesí cuyo ritmo se asemeja al del tren bala del título en cuestión, que acaba erigiéndose en un elemento fundamental, de primer orden.
No concede tregua alguna, así que si tienen algún problema de vértigos o escoliosis cinematográfica no creo que sea la propuesta más recomendable. En cambio, a quien le vaya la marcha hiper acelerada, es posible que disfruten satisfactoriamente con este baile y reunión de asesinos que no dejan títere de cabeza y cuyo lema sería el del destrozo por el destrozo.
Desde luego a quien esté medianamente informado, no engaña en modo alguno esta comedia de acción que ofrece justamente lo que promete, esa aparatosidad tan en boga hoy en día, tal como sucede en el todopoderoso mundo de Marvel, que prácticamente no permite reflexión alguna (lo contrario de la recientemente estrenada “Los perdonados”, todo está orquestado al servicio de una maquinaria de efectos digitales y un ritmo anabolizante que noquea sin piedad. Si lo que quieren es apenas pensar y dejar mecer su cuna por las tarascadas más enloquecidas, pues voilà, no le den más vueltas a la cuestión, este es su estreno, saquen el billete.
Para los cinéfilos más avezados o con los deberes hechos, una información que seguramente habrán tenido en cuenta, su director, David Leitch, es el mismo responsable de “Atómica” o “Deadpool 2”, trabajos esclarecedores al respecto y que gustaron mucho a ese personal más joven que es el que está manteniendo actualmente este invento y negocio de asistencia a las salas. Yo no participo del fervor de muchos de ellos, pero no seré tampoco el que la desprecie del todo. Y ni tan siquiera le quito mérito alguno a una puesta en escena nada fácil. Se le ha llegado a comparar con Tarantino o Ritchie, pero todavía está uno o dos escalones por debajo. Y estoy de acuerdo con un colega (el reputado Quim Casas), su sentido del humor resulta de lo más dislocado.
Un cóctel no apto para todos los paladares, aunque, insisto, los más joveznos del lugar -y algún veterano… gamberrete y lisérgico en cuanto a gustos, dicho sin el más mínimo tono ofensivo- seguramente le darán su plácet en un respetable porcentaje. Debo reconocer que a mí por momentos me satura un tanto, pero es posible que cuando vuelva a verla al cabo de un tiempo gane en mi consideración. Ya veremos. Por de pronto esto es lo que hay.
