Una noche de fin de año en Los Ángeles es el momento y el escenario elegido para que discurra esta preciosa y vivaz historia romántica alejada de estándares.
Los ecos e influjos de ANTES DE AMANECER de Richard Linklater son evidentes, palpables, pero en absoluto miméticos. Sus jóvenes protagonistas se encuentran casualmente y hablan sin parar, sí, pero proceden de otras circunstancias y hasta persiguen otros anhelos, aunque el más importante, el encuentro amoroso entre dos jóvenes, pueda ser común a ambas propuestas. También, como han destacado varios colegas, flotan en el ambiente efluvios de CLERKS de Kevin Smith, por su estética, comienzo y profesión del chico. O de la deliciosa ONCE, a la hora de abordar con desenvoltura y desparpajo ese encuentro por diversos lugares de la ciudad.
Es un destacado exponente de lo que se conoce como cine “indie”, pero a mí, como ya le empieza a pasar a algún amigo, me genera cada vez más rechazo eso de ir colgando latosas etiquetas que, encima, pueden acabar resultando contraproducentes. Eso sí, está hecha con dos dólares y, en teoría, a contracorriente de los grandes estudios, pero eso no deja de ser una anécdota o una simple peculiaridad por debajo de lo que verdaderamente importa, por encima de que resulte cara o barata, como es el hecho de ser una estupenda película.
Y tengo que agradecerle su ternura, su complicidad, cercanía, calidez, lo conmovedora que resulta dentro de su sencillez. Y ojalá ese desorientado Wilson y esa alocada Silvia no continúen sintiéndose tan solos en el futuro, que ante próximas celebraciones navideñas o de otro tipo. Y vuelvan a encontrar un refugio afectivo, aunque sea provisional… y si es dándose calor el uno al otro, mejor que mejor. Es fácil que muchos nos identifiquemos con sus reflexiones o sentimientos.
Igualmente agradezco la frescura que desprenden sus diálogos, ese sentido de la observación y gran capacidad para mostrar la vida cotidiana de las personas, o para describir su soledad, el desamparo, el vacío, la necesidad de afecto de alguien, aunque solo sea por una noche.
Y qué bien suena ese WINDS OF CHANGE de los Scorpions. O qué bien queda ese romanticismo sin plastificar que gasta, tirando de un platonismo en modo alguno desfasado. Qué buena elección la de su director, Alex Holdridge, al optar por ese monocromático y de lo más atractivo blanco y negro. Y reconozco que me encantan Scoot McNairy y Sara Simmons, me resultan de lo más acogedores.
Pese a contar ya con unos cuantos seguidores, uno de esos títulos de los que no está de más volver a reivindicar.