Un sentido, maravilloso, humano y emotivo retrato. La emoción precisamente preside felizmente este homenaje al prolífico y genial creador de más de 500 películas y bandas sonoras, cifra de lo más reveladora para alguien que siempre quiso abandonar el cine y que se inició en la profesión a comienzos de los 60 como arreglista para la RCA, aportando su personalísima y maravillosa manera de entender la canción popular italiana, algo patente en innumerables “hits” de aquel momento, desde temas ya míticos como “Sapore di sale” hasta “Guarda como dondolo” pasando por “Il mondo” y muchísimos más.
Aunque en realidad él realmente iniciaría su carrera de niño tocando la trompeta, el instrumento utilizado por su padre con el que le aleccionaría y propiciaría su acercamiento posterior al mundo de las partituras, pentagramas, acordes e incluso al piano.
A partir de ahí, tuvo lugar una trayectoria meteórica no reconocida paradójicamente por colegas y maestros suyos hasta que llegaran los exitazos de “Érase una vez en América” y “La misión”. De hecho, aquí se puede asistir a la lectura de la carta de uno de esos detractores que resulta de lo más ilustrativo y esclarecedor sobre ello.
Pero lo importante es lo dejado, su impresionante legado. Y ciñéndome a este documental de 156 minutos que pasan en un verdadero suspiro, al impagable buceo que uno de sus mentores tras las cámaras, Tornatore (la “Cinema Paradiso”, “Malena”, “La leyenda del pianista en el océano”, “La mejor oferta”) lleva a cabo mostrándonos al profesional y al ser humano. Sacando a la luz secretos que no salieron antes por la discreción del biografiado, amén de anhelos, contradicciones y recuerdos. Como ha expresado un compañero de profesión, Luis Martínez, “toda una lección de vida”.
En su impagable idilio con el Séptimo Arte iniciado en 1961 con “El federal” de Luciano Salce, pronto adquiriría una inmensa popularidad con la Trilogía del Dólar de otro indispensable, Sergio Leone, en su extenso periplo (y eso que él renegaba de esa joya -película y música- que es “El bueno, el feo y el malo”), aunque a mí la que más me gusta de esta serie es el colofón que firmaría a continuación, “Hasta que llegó su hora”. Todos ellos temas que ya han quedado instalados en el imaginario popular, incluso hasta de quien se pudiera considerar más reacio.
Para ir desgranando todos sus grandes o íntimos pasos Tornatore se sirve de un montaje admirable, preciso, que va punteando ejemplarmente una existencia plena, intensa profesionalmente, casi inabarcable.
Todo ello adornado con los impagables testimonios de numerosos compañeros, músicos y cineastas preferentemente. Se van deslizando testimonios de lo más sabrosos, como los de Bruce Springsteen, Pat Metheny, Quincy Jones, otros de los más grandes compositores de todos los tiempos (Hans Zimmer y John Williams) o Bernardo Bertolucci. Este último condensa perfectamente lo que fuera su obra y espíritu, “hizo coincidir la poesía con la prosa”. Curiosísimo resultan también las canciones de Muse y Metallica que suponen una exaltación y celebración de él y de su música.
En fin, que al ganador de tan sólo de 2 Oscar (uno honorífico y por “Los odiosos ocho”), de 3 Globos de Oro (por la incuestionable “La misión”, “La leyenda del pianista en el océano” y de nuevo “Los odiosos ocho”) o de 10 David de Donatello, tal como sucediera también recientemente con la aproximación a Luciano Pavarotti, quedará para la posterioridad no sólo por su magisterio y deslumbrante arte, sino por este sensacional documento. Que comienza con el sonido de un metrónomo e instantáneas de su casa, del despacho del que surgía su fuente de inspiración. Con un nonagenario plenamente activo haciendo ejercicios gimnásticos, rodeado en su salón de libros, carteles, fotos, premios, partituras… toda una existencia apilada, vamos.
Una verdadera preciosidad. De obligado visionado. Indispensable.
(Se puede ver este miércoles 23 de noviembre en el Teatro Municipal Quijano dentro de las Sesiones Especiales del Cine club Mancha… La entrada parea los socios será gratuita y 4 euros para quienes no lo sean)