Va de derechos civiles, de reconocimientos aunque tardíos de absoluta justicia, de crítica a un pasado con manchurrones. FIGURAS OCULTAS pertenece al cine… y a la América que más me apasiona, a la que más quiero… Y garantizo que es una barbaridad lo que la admiro y le estoy agradecido por vivir bajo su paraguas con todos los sombreados que haya también albergado. La más abierta, tolerante, amplia de miras. Esa que también reivindicaba no hace mucho, en otros ámbitos y escenario geográfico, el Steven Spielberg de EL PUENTE DE LOS ESPÍAS. La más liberal y democrática en el mejor de los sentidos.
Es una película perfectamente concebida, hecha, cosida, dirigida, interpretada. Rodada con el mejor estilo clásico. Y sencillo y directo, tan consustancial y propio del mejor cine norteamericano. Y es fácil que se les ponga el nudo en la garganta en varios momentos a poco que participen de su espíritu integrador y justo. A mí al menos se me pone unas cuantas veces, finalmente caigo en unos cuantos lagrimones.
Están espléndidos todas las intérpretes, también los masculinos, pero especialmente esas tres pioneras, preparadísimas, valerosas, admirables mujeres afroamericanas, tan determinantes ellas en la carrera espacial emprendida por sus compatriotas para atajar el inicial adelantamiento soviético con Yuri Gagarin. Precisamente, se recrea la hazaña protagonizada por el recientemente desaparecido, entusiasta –y de lo más acogedor y ejemplar- astronauta John Glen.
Resulta de obligada justicia citar, escribir sus nombres, el de las actrices y sus personajes: Taraji P. Henson/Katherine Goble Johnson, Octavia Spencer/Dorothy Vaughan y Janelle Monáe/Mary Jackson. La lista es mucho más extensa, pero estos nombres son suficientemente representativos de un colectivo que sufrió el despreciable segregacionismo y la sinrazón de tanto mameluco, y no fueron de las peor paradas al poder demostrar al menos, con sacrificio y dolor, sus enormes recursos intelectuales… y personales, de carácter.

Al mirar la ficha, podrán ver que su director es un tal Theodore Melfi. Si nadie recuerda un trabajo suyo, les refrescaré la memoria ¿Recuerdan hace algunas temporadas la encantadora ST. VINCENT con un de lo más inspiradísimo Bill Murray? Pues es el mismo responsable. Muy buen aval, confirmado, más bien reafirmado aquí con creces.
Estoy entrenando, les aseguro que me cuesta lo suyo, para ser más sintético, por tanto, no me enrollaré más.
Como me espetó un amigo al salir de la proyección… peliculón. Estupenda. Un bello y emocionante canto a la mujer afroamericana, al ser humano, a la mujer, a su lucha por las libertades, por la decencia.