Lo del relativo experimento que acompaña al subtítulo de esta reseña a propósito de la última producción de Robert Zemeckis, el que para mí supone el otro gran Steven Spielberg, un cineasta también deslumbrante técnicamente y de lo más eclético, es porque ni mucho menos lo aquí propuesto supone ninguna innovación u originalidad.
Me refiero al hecho, claro de ofrecer una historia que sucede en un único escenario, el salón de una casa, contemplado mediante plano fijo a lo largo de varias generaciones e incluso de algún que otro siglo. Y es que ya en la década de los pasados ochenta el italiano Ettore Scola nos deleitó a algunos con dos propuetas de similar pelaje, “La sala de baile” y “La terraza”. No hace falta decir dados sus enunciados en que escenarios transcurren.
Y algo que apela inicialmente con acierto a la sencillez para ser reflejado acaba mostrándose un tanto espeso y pesado, carente de agilidad. Muy pronto, tras la relativa sorpresa inicial, se acaba empantanando en esa curiosa idea de partida. El truco de magia no acaba de funcionar y bien que lo siento.
Tampoco acierta, o a mí al menos he de reconocer que me distancia, el rejuvenicimiento digital de sus protagonistas, Tom Hanks y Robin Wright, dos intérpretes míticos que aquí no alcanzan la relevancia de tantas ocasiones, no dejan estela ni huella. Es curioso, repasando producciones americanas de la época pre-code, es decir de los años 30, estaban mucho mejor resueltas este tipo de cuestiones, sobre todo las de envejecimiento. Ahí está la sensacional Barbara Stanwyck en esas obras maestras que son “Stella Dallas” y “Amor prohibido” o Victor Moore y Beulah Bondi en la magistral “Dejad paso al mañana” (tal vez la mejor película de la historia sobre la ancianidad).
Por supuesto, la pericia de Zemickis queda patente en su acabado, de eso nunca puede caber duda con este pedazo director al que debo algunos de los títulos más disfrutables del cine de los últimos tiempos, desde “Tras el corazón verde” hasta la más reciente “Bienvenidos a Marwen” (sí esta también pese a su fracaso), pasando por la oscarizada y memorable “Forrest Gump”, “¿Quién engañó a Roger Rabbit?”, “Lo que la verdad esconde”, “Cuento de Navidad”, “El vuelo”, “Beowulf”, “El desafío” o la inolvidable y generacional -la trilogía enterta- “Regreso al futuro”.
En cualquier caso, su capacitación profesional y sus habilidades no palian que acabe resultando un tanto atropellada y cansina. Es de sus escasísimos trabajos menos recordables, pues la mayoría son de categoría superior y entretenimientos de división de honor.