Es entonces cuando cobra para mí su mayor dimensión. El por qué es fácil. Porque evidentemente hoy en día su “ingenuo” tono de tebeo mitológico se habrá quedado un poco trasnochado, porque esos maravillosos efectos especiales del mago Ray Harryhausen se habrán quedado anticuados (aquí tengo que matizar que lo que no perderán jamás son su carácter pionero e imaginativo). Porque este tipo de fantasías mitológicas son hoy más perfectas técnicamente, aunque dudo que en un elevado porcentaje superen en inventiva a un exponente como este, para quien esto escribe una de las cimas del género.
Como bien indica su título, parte de la leyenda griega que narra el azaroso viaje de Jasón y los argonautas en busca del Vellocino de Oro. Precisamente durante esa travesía se toparán con todo tipo de prodigios y seres fabulosos. Es aquí donde la agradecida memoria y la dicha proporcionada evocan la lucha contra la hidra de siete cabezas, la apertura de aguas por parte de Tritón, la huida de las arpías o la inolvidable lucha contra los siete esqueletos (este momento es especialmente memorable y alojado en una buena cantidad de retinas y memoria de quien también la descubriera de crío), todos ellos momentos culminantes de un tipo de cine irreversiblemente perdido.
Y cierto que en el trabajo de Harryhausen se notan a tutiplén los quintales de plastilina utilizados mediante la entrañable técnica de stop-motion, o esas primitivas maquetas animadas, pero no menos cierto es que no han perdido ni un ápice de encanto a condición de ser contempladas con ojos ingenuos y de reconocimiento a quienes abrieron camino. Y con la perspectiva del tiempo, claro.
Está también ese carácter épico convenientemente realzado, esa memorable banda sonora del compositor favorito de Hitchcock, Bernard Herrman, la aparición de quien sería al año siguiente chica Bond en GOLDFINGER, Honor Blackman como Hera la esposa de Zeus, o ese tonillo entre irónico y guasón con los que son contemplados esos dioses que juegan con los humanos como si fueran figuritas de ajedrez.
Impagable.