JENNIE es mi película romántica favorita, junto a “Desayuno con diamantes”, “El apartamento”, “El fantasma y la señora Muir” y “El hombre tranquilo”. Tengo cientos, miles más… “Vacaciones en Roma”, “Los puentes de Madison”, “Casablanca”, “Doctor Zhivago”, “El puente de Waterloo”, “Tú y yo”, “Vértigo”, “Carta de una desconocida”, “La colina del adiós”, “Sayonara”, “El reloj”, “Jezabel”, “Sólo el cielo lo sabe”, “El mundo de Suzie Wong”, “Si no amaneciera”, “Sueño de amor eterno”, “Lady Hamilton”, “Cena de medianoche”, “No estamos solos”, “Locuras de verano”, “Parrish”, “Memorias de África”, “Un extraño en mi vida”, “La hija de Ryan”, “La esclava libre”, “Sabrina”, “Tal como éramos”, “El séptimo cielo”, “Satanás nunca duerme”, “Al sur del Pacífico”, “Ángel negro”, “Amanecer”, “Breve encuentro”…
Pero esta ensoñación me persigue, o yo a ella, desde la primera vez que la descubrí en un pase por televisión en el año del Señor de 1977.
Ya desde ese primer momento me resultó obsesiva, embriagadora, hipnótica, sanadora… Y siempre me causa un enorme alivio contemplarla, lo cual necesito hacerlo por lo menos una vez al año. Estoy convencido de que su recuerdo me acompañará hasta el final de mis días. Y que, si alguna vez perdiera la memoria o cuando llegue a mermar ésta, creo que incluso así, seguiría recordando algunos de sus fragmentos, escenas o secuencias, estoy plenamente convencido de ello, tal es su influencia en mí. De hecho, hasta este momento de mi ya dilatada existencia permanece alojada en mí de una manera muy especial. He llegado a la conclusión de que lo que muestra es lo que significa para mí el ideal amoroso (espiritual si se quiere), amén de ir al meollo de lo que supone la inspiración para el artista, porque de eso va fundamentalmente “Jennie”, aunque sus ramificaciones sean numerosas, como las raíces de un árbol.
Es esta una historia de cegadora belleza, cargada con un extra de melancolía y romanticismo que me arrebatan en todo momento, me generan además permanente incertidumbre y misterio (pese a conocérmela de memoria), en la que se utilizaron con absoluta maestría los pinceles narrativos (su fotografía diríase por momentos concebida desde el lienzo rugoso de su protagonista, Eben), lo que serviría para dotarla de una atmósfera invernal (uno de los mejores retratos de Nueva York ofrecidos por el cine, que ya es decir), sobrenatural y premonitoria. Imágenes llenas de misterio y lirismo, bellísimas en su diseño y composición, en especial, entre muchas otras, todas las que describen los encuentros del pintor con la inaprensible, la etérea Jennie en Central Park y la increíble, impresionante secuencia de la tormenta en el faro, que proporcionó a sus responsables un Oscar a los efectos especiales. Y luego está ese felicísimo tono lechoso del que fueron rociadas sus imágenes.
Todo un hito del cine amoroso, una película absorbente, emocionante, perturbadora, sugerente, que me gusta todavía más cuantas más veces la veo… y van en mi vida más de 50, sin exagerar. Su puesta en escena es el afortunado, el mágico resultado de la perfecta conjunción de intenciones e intereses, también de los diversos elementos estéticos y narrativos barajados, de la sensibilidad y del enorme talento de los maestros aquí reunidos. En fin, de ese sortilegio que a veces surge en el cine, cuando todos los elementos encajan sin fisuras en una extraña y mágica conjunción, complementándose para el perfecto acabado de una obra.
Mención especial merecen las espléndidas interpretaciones del siempre elegantísimo Joseph Cotten, de una evanescente y espectral Jennifer Jones, o de la veterana y maravillosa Ethel Barrymore (¡cómo son esas miradas de amor otoñal y reconocimiento a Cotten!). Sin duda, la obra maestra y culminante de William Dieterle, y eso que tiene unas cuantas en su haber (“Te volveré a ver”, “La tragedia de Louis Pasteur”, “Cartas a mi amada” con idéntica pareja protagonista, “La vida de Emile Zola”, “La senda de los elefantes” y un largo etcétera).
¿Existe Jennie o es la inspiración que necesita todo creador, todo artista? This is the question. Yo necesito urgentemente creer en ella, encontrarla alguna vez, perseverar hasta el fin de mis días. Que cada uno se responda lo que crea conveniente.
¿The end?
Nota: El plano final que muestra el retrato de Jennie –y no descubro nada- en el museo se filmó en color, así como se dotó de un especial tratamiento de la tonalidad (superponiendo dos negativos) a la mencionada escena de la tormenta en el faro.