Al igual que José Luis Garci, considero que la genial “Joker 1” nada tiene que ver con la no menos genial “Joker 2”. Son dos películas diferentes con un mismo personaje… o dos.
Al igual que también considera Garci estamos ante una propuesta de genuino cine “indie”, o independiente si lo prefieren, con presupuesto de superproducción de Hollywood. Otra nueva demostración de que su magnífico director, Todd Phillips, se puede mover a las mil maravillas con idéntica pericia y talento en ámbitos de bajo presupuesto o en los más desorbitados. Ahí están, entre otras, como constatación, la formidable y enloquecida -esta una de las características de su obra- “Resacón en Las Vegas” o la hilarante y entretenidísima “Aquellas juergas universitarias”, por no explayarme en la reciente e insólita “Maestro”.
En este caso estamos ante un musical trágico, de carácter por momentos operístico, una borrachera de colorido embriagador, una historia de soledad, también de amor enloquecido y desencantador, un retrato de un mundo desquiciado y desesperanzado pespunteado por una selección musical sencillamente primorosa a base de abundantes temas estándar que salpican todo su metraje, de esos de toda la vida, que van desde “That´s entertainment (Esto es entretenimiento… es de lo más esclarecedor)” a una impagable versión -y no tanto porque sea un dechado canoro por parte de Phoenix, pero precisamente por ello, esa es su gracia- del celebérrimo “Ne me quitte pas (No me dejes)” de Jacques Brel, pasando por un generoso y extraordinario ramillete de versiones de diferentes épocas, alguna de ellas a cargo del insuperable Frank Sinatra o de Billy Joel.
Pero trata de muchísimas más cosas y registros, entre estos últimos los referidos al cine carcelario, el de juicios, el romántico, el intimista o el de gran espectáculo. Un totum revolutum que funciona a las mil maravillas.
Que aborda de manera lúcida y reveladora a su personaje en su dualidad, la del ser humano y la del del Joker, la del hombre y ya no tanto la del malvado antagonista del Caballero Oscuro. Aspecto este fundamental para no ya mostrarle un mayor reconocimiento, sino para captarla en toda su esencia.
Téngase también en cuenta algo fundamental, que ese “Folie à deux” del subtítulo dice mucho de lo manifestado en pantalla, pues se refiere a ese trastorno mental que afecta a dos o más personas, normalmente miembros de una familia. Hágase extensivo a toda una sociedad enferma, que no diré que no lo haya estado siempre, desde el mismísimo origen de la humanidad, dada la propia imperfección de la especie, sólo que en el tiempo que estamos viviendo los canales de transmisión para fastidiar al prójimo se han multiplicado hasta la saciedad.
Y bueno, ha llegado el momento de remitirme al enunciado de mi reseña, al por qué de los calificativos adjudicados.
Fascinante, sí, porque… desde ese excepcional comienzo de tres minutos de pleno éxtasis animado, todo un homenaje al germen de este mundo, hasta su deslumbrante final, asisto a su visionado completamente hipnotizado, casi sin respiración.
Arriesgada, sí, porque… en este tiempo en el que las grandes compañías o corporaciones suelen ir a lo seguro con este tipo de universos (el de Batman supone una muy especial y gratificante excepción), esta producción se sale de horma y denota una personalidad arrolladora.
Atípica, sí, porque… una secuela de estas características se aleja de lo establecido, de lo ya visto, de ese no ir a lo seguro y tomar otros derroteros, que tampoco es cuestión desvelar, o no al menos en exceso. Pero puedo entender y advierto que los puristas, los seguidores o frikis dicho cariño, pues yo soy uno más de ellos, de este maravilloso payaso loco y asesino que acaba erigiéndose en espejo de nosotros mismos, se acaben sintiendo decepcionados en un buen porcentaje. Justo el motivo por el que a mí me gana incondicionalmente para su causa, y dejando claro que igualmente soy devoto de este singularísimo e histriónico personaje. Por tanto, siempre abierto a apuestas innovadoras, tal como es el caso.
Atrevida, sí, porque… siguiendo en la estela del párrafo anterior, aplaudo enfervorizado su no tan previsible desenlace y lo que conlleva la finalización de la función, de la barbarie como show. Y conste en acta que ello está llevado a cabo sin moralina alguna.
Audaz, sí, porque… es subversiva en el más profundo sentido del término y por su apuesta en un tiempo no dado tanto a ello por el género musical que tanto adoro, encima de tintes inusualmente sombríos, un musical trágico (así, a bote pronto, tan solo recuerdo la fenomenal “Dinero caído del cielo” transitando terrenos casi parecidos). Y conste que tal vez no lo sea en puridad pese a algún número puntual, si como tal entendemos aquel en el que la cámara se mueve sobre su propio o a través de travellings, pero finalmente acaba erigiéndose, sí, en un musical, al fin y al cabo. A propósito de esto, apenas me pararé en citarles las innumerables y talentosas referencias cinéfilas que contiene, que van desde alusivas a clásicos firmados por el virtuoso Michael Powell hasta del no menos virtuoso y exquisito Vincente Minnelli.
Por último, destacar su portentoso elenco. A estas alturas tengo poco qué decir de un actor tan sobresaliente y particular como Joaquin Phoenix… en una interpretación icónica donde los haya, por gestualidad, movimientos, poses con enjundia. Pero quien se acaba de consolidar definitivamente como grandísima actriz es Lady Gaga. Ya lo demostró en su relativo debut en la notabilísima “Ha nacido una estrella”, pero aquí es que literalmente se sale. Y canta como los mismísimos ángeles, especialmente cuando apela a susurros. Vean, escúchenla y juzguen ustedes mismos.
De lo mejorcito de este gran 2024 cinematográfico y de lo que llevamos de siglo XXI. Verdaderamente osada, demostrando una vez más que muchas veces el cine más rompedor y alternativo se hace dentro de eso que se denomina creo que equivocadamente como comercial. Y que el cine más moderno, social y por supuesto distraído, continúa siendo el cine norteamericano. Sencillamente asombrosa, estupenda. A ver quién da más.
