El caso es que, a una primera parte francamente estimulante, generadora de buenos momentos de tensión y perturbador ambiente climático, sigue un tramo final -cuando se desentraña el meollo- un tanto espesote, incluso un tanto tedioso y repetitivo. Ahí acaba perdiendo el fuelle de lo hasta entonces mantenido con indudable decoro profesional.
Al final, tal como pasa en buen porcentaje de cine actual, parece como si no hubieran sabido rematar adecuadamente el interesante asunto de fondo propuesto. No saber muy bien qué hacer con el secreto desvelado.
Tampoco la interpretación de un personaje tan determinante como Ricardo Gómez (el popular Carlitos de “Cuéntame cómo pasó”) consigue equilibrar la de un elenco mayoritariamente femenino, en el que se conjugan con acierto veteranía (Ariadna Gil) y juventud (una de las revelaciones de “Las niñas”, Zoe Arnao o Aina Picarolo, ambas verdaderamente destacables y mostrando una pasmosa naturalidad).
Me queda la sensación de estar ante una propuesta respetablemente discreta, que ni mucho menos me enoja, que muestra cierto pulso por parte de su directora, pero que finalmente me deja una sensación de parcial insatisfacción.