Bajo una festiva capa, subyace una de las más demoledoras y feroces críticas contra ciertas prácticas supuestamente altruistas, dadivosas esgrimidas en la España del momento, comienzos de los 60, y sobre la (mal entendida) caridad en concreto. Aquello de “siente un pobre a su mesa”, aunque sea el día de Nochebuena, adquiere en manos de Berlanga (y del imprescindible guionista Rafael Azcona, el más importante surgido jamás en nuestra piel de toro) una dimensión ácida y esperpéntica de elevadísimo voltaje. Chispas incandescentes y plano secuencias magistrales impregnan todos sus fotogramas.
Cómo poder olvidar jamás a ese formidable Cassen con ese motocarro que lleva la estrella de Belén o alojado en los urinarios públicos con su familia. Verdaderamente magistral.

Una visión diferente, carpetovetónica, genial de la Navidad. Para mí, una de las diez mejores películas españolas de toda la historia. Y, sin duda, de las mejor jamás filmadas por estos pagos.
Y así como ¡QUÉ BELLO ES VIVIR! es la película por excelencia de la Navidad más convencional, aunque cuidado presentando numerosas oquedades muy oscuras, y PESADILLA ANTES DE NAVIDAD su cara B en su versión más animada y animosa, PLÁCIDO bien podría ser denominada el contratipo de la misma.
Remato con una estrofa del villancico que suena de fondo en un momento determinado, resulta de lo más esclarecedora: “Porque en esta tierra ya no hay caridad… Nunca la ha habido… Y nunca la habrá”.