O incluso para extraer reflexiones, por ejemplo, sobre el destino. Que está detrás de todo. Cuando se toman decisiones, tal vez éste envíe señales, y entonces dependerá de lo que creamos o de cómo las interpretemos para ser o no dichosos. O si fuera cierto también revolotea sobre ese aserto, hoy en día prácticamente hecho añicos, acerca de que en la vida aparece una sola persona con la que se quiere estar de verdad. Entonces, no lo duden, esta es su película. Por supuesto, conviene dejar cierta racionalidad a un lado.
Disquisiciones filosóficas o frívolas aparte, esta verdadera joya contemporánea, bueno de hace ya poco más de veinte años, adscrita al romanticismo siempre vigente, supone una bocanada de aire fresco, de cine legítimamente sentimental y envolvente.
Pese a su atractiva modernidad, su carácter clásico es evidente y ofrece abundantes referencias culturales. Parte de ese buen resultado hay que adjudicarlo a las faltriqueras de Peter Chelsom, un gran cineasta, no suficientemente ponderado, pero al que, al menos el que esto firma, debe un puñado de títulos verdaderamente magníficos: la versión norteamericana de “Shall we dance (¿Bailamos?)” principalmente, “Los comediantes (Funny bones)”, la preciosa y emocionante “Un mundo a su medida”, “Enredos de sociedad” y éste que es motivo aquí de mi comentario.
La pareja protagonista, el siempre peculiar John Cusack y la preciosa Kate Beckinsale, resultan irresistiblemente dulzones, adorables. Les sigo en sus mínimos y pequeños/grandes gestos con sumo deleite y encanto genuino, sin que nada de ello resulte forzado en momento alguno, ni me resulte empalagoso. Todo fluye con máxima naturalidad y credibilidad, pese a las innumerables casualidades de su argumento.
Es una de esas películas preciosas de verdad. Y de las que pese a acabar desprendiendo cierto regusto agridulce, su amargura y su tristeza, aunque pueda sonar raro, generan armoniosamente una extraña dicha una vez finalizada su proyección. O cuanto menos, ese es el efecto causado en mí.
Tal como me sucede cada vez que la reviso, es fácil o posible que igualmente a algunos de ustedes les pueda invadir una sensación de duradera felicidad y unas ganas tremendas de que esta pareja se siga encontrando cuantas enredosas y casuales veces sean necesarias.