Admito mi considerable atracción por esta cuarta (si consideramos la infumable “Soy Omega”) adaptación cinematográfica, tras las oficiales y encomiables “El último hombre sobre la tierra” y “El último hombre vivo”, de la formidable novela de ciencia-ficción y terror “Soy leyenda”, publicada en 1954 por el especialista en la materia Richard Matheson. Igualmente admito idéntica debilidad por su simpatiquísimo protagonista, el desenvuelto y eficaz actor Will Smith, merecido Oscar -obviaré el guantazo en plena gala- por hacer del progenitor de las célebres hermanas tenistas Venus y Serena Williams en “El método Williams”.
El caso es que “I Am Legend” es una generosa producción tanto en medios en general como en efectos digitales en particular que nos muestra un planeta Tierra, un Nueva York del futuro, completamente devastado con un –en principio- único superviviente humano y miles de mutantes acosándole. A propósito de este planteamiento, y una ambientación que no deja de tener su encanto, a base de calles desoladas diurnamente, rascacielos comidos por vegetación selvática y con el tránsito de alguna que otra fiera.
En esencia, tanto relato como película describen la soledad y desesperación del único ser humano inmune a una pandemia vampírica. Hablo por tanto de una distopía… vayan a saber si en algún momento factible (fueron algunos los que cuestionaron la realidad de “Contagio”… y ya ven, prácticamente se cumplió casi escrupulosamente con la irrupción del covid), aunque fuera sustituyendo a esa especie de muertos (sobre)vivientes por cualquier bacteria o mutación científica.
Pese a la aparatosidad de su puesta en escena, no deja de tener un aire a cine de antes, a cómo se abordaba el género en su período más clásico. Preocupándose principalmente por cuestiones psicológicas, por la paulatina angustia y la lucha por la supervivencia de ese enérgico y peleón Robert Neville.

Transmite en todo momento inquietud, tensión, desasosiego y pánico por la suerte que puede correr Smith. Puede hasta llegar a aterrorizar en algún momento puntual. Y proporciona varias secuencias estupendas, muy bien y aparatosamente filmadas.
El maestro de ceremonias, Francis Lawrence, ha demostrado ser un director eficiente, brillante por momentos, que concede gran importancia a la imagen, a ofrecernos estimulantes diseños visuales en géneros relacionados con lo fantástico, pero también en otros de carácter más realista. Ahí están para corroborarlo “Constantine”, “Los Juegos del Hambre: En llamas”, “Agua para elefantes” o su obra maestra hasta la fecha -y conste en acta que “Soy leyenda” me gusta mucho- “Gorrión Rojo”, un imponente “thriller” de espías con una formidable y sensual Jennifer Lawrence.
Brillante espectáculo, notable narración.