Viene esto a colación porque me habían encantado las dos antecesoras de esta tercera entrega de la adaptación al cine de los celebrados comics de Mark Millar y Dave Gibbons. Y es que pese a esos ilustres previos, no negaré que fui a ver esta PRIMERA MISIÓN sin excesivo interés y con cierta pereza. Pues nada como ello para disfrutarla todavía más.
Ante lo que me enfrenté en el mejor sentido del término, durante poco más de dos horas, fue ante un torbellino, un verdadero frenesí de buen gusto, acción y amenidad narrativa. Un vertiginoso carrusel de emociones de todo tipo. Qué verdadero placer su contemplación.
De nuevo fruto del maridaje entre norteamericanos y británicos, este logradísimo híbrido de cine de espías, histórico y levemente sentimental, funciona a las mil maravillas, como el mejor de los mecanismos de relojería, que solemos decir los que amamos el Séptimo Arte.
Es el mejor James Bond sin serlo que he visto en mucho tiempo, y eso que el listón con Daniel Craig ha llegado a límites considerables (CASINO ROYALE, SKYFALL, e incluso la primera formidable parte de SIN TIEMPO PARA MORIR).
Sus secuencias de acción son la caña. Competentes a más no poder, hasta decir basta, divertidamente descaradas (el episodio de Rasputín y la curación de la pierna no tiene desperdicio) y de lo más felizmente apabullantes. Verdaderas set pieces o incluso gadgets en la mejor tradición del héroe de Ian Fleming.
Y dentro de sus convenciones y tópicos, ofrece abundante originalidad ese servicio ultrasecreto con sastrería por medios. Los guionistas (el propio director, Jane Goldman y Karl Gajdusek) han demostrado estar en magnífica forma gimnástica y mental para mostrarnos sus orígenes. Consiguiendo de paso, una de las lecciones más amenas y ágiles de historia vistas también en una pantalla en muchos años, pues pocas veces se ha explicado de manera más brillante y ágil todo un extensísimo episodio o acontecimiento como el de la I Guerra Mundial. Y utilizando para ello el mecanismo de la más deslumbrante ficción.
Mucho tiene que ver en todo ello su excelente maestro de ceremonias, Matthew Vaughn, del que conviene recordar que es el firmante de los estupendos espectáculos X-MEN: PRIMERA GENERACIÓN, KICK-ASS: LISTO PARA MACHACAR o STARDUST, también en alianza USA-GB. Y LAYER CAKE (CRIMEN ORGANIZADO), un muy buen noir, este bajo pabellón enteramente británico y que constituiría su afortunado debut tras las cámaras.
Ni que insistir tengo en que ver desplazar y pasear su chasis al otrora paciente inglés Ralph Fiennes supone un verdadero placer (me recuerda al vengador televisivo sesentero Patrick McNee). Y ni que subrayar hace falta en lo plena forma que está esa bellísima Gemma Arterton como niñera eficiente, eficiente y expeditiva llegado el caso. Y Djimon Hounsou como un particular Merlín de tiempos modernos, Charles Dance, Rhys Ifans (recuérdese su descacharrante y nudista aparición en NOTTING HILL). La sobriedad y elegancia británicas puestas al servicio de las mejores causas. Yo mientras ellos y sobre todo mis queridísimos norteamericanos estén en activo y pese a recientes brechas mil, seguiré confiando en la Humanidad. Sic.
Será una pena si dejan pasar un espectáculo tan llamativo, dinámico y resultón. Es de esas películas que a veces aparecen de “tapadillo” en una cartelera saturada y nos regalan ingentes placeres y emociones. Ah… Y esperen a los títulos post-créditos… se nos regala de propina una secuencia que no puede resultar más sustanciosa… y explicativa.