El epígrafe tanto de este vídeo como texto lo resume todo. Y es que un invento que en su momento tuvo cierto sentido tal como La Fiesta del Cine (precios muy asequibles para asistir a las salas durante cuatro días, tres inicialmente), se ha ido mostrando como un tanto de capa caída a raíz principalmente de la pandemia.
Indudablemente, el sector cinematográfico pese al puntual empujón y espejismo provocado por esa incuestionable operación de marketing que resultó el verano pasado Barbenheimer, no está atravesando un buen momento. Está costando remontar. Y eso se nota en esta celebración que cada año lo es menos. Esos títulos de saldo de las distribuidoras que suelen programarse y algún que otro destacado se ratifican más con el tiempo, cada vez de más saldo y menos destacados.
Pero siempre se puede extraer un poquito de petróleo incluso en circunstancias adversas. Para esta actividad que está teniendo lugar del 3 al 6 de junio, destacaré dos propuestas para poder ver en Ciudad Real quien así lo desee.
Una es “Back to black”, la biografía de la extraordinaria y malograda Amy Winehouse, que sin constituir un logro especial -ni mucho menos llega a la excelencia del documental “Amy” que obtuviera el oscar como tal hace ocho años-, que se deja ver con agrado y resulta de lo más decorosa. Especialmente gracias al fenomenal trabajo de Marisa Abela, que literalmente clava en todos los sentidos a la célebre cantante y compositora inglesa. Y, claro, por la posibilidad de volver a escuchar esa prodigiosa voz trágicamente truncada.
La otra es la endiablada, trepidante, rugiente precuela de la estupenda saga de “Mad Max”. Parece mentira como a sus 80 años, su director, George Miller, muestra un vigor a prueba de las persecuciones más delirantes que puedan imaginarse.
Para los niños ahí está “Garfield”, que a mí se me ha atragantado, pero bueno, los más menudos muchas veces suelen ser más condescendientes.
Junto a estos pueden ver otros estrenos de menor entidad y me da la impresión que en menor cantidad que en otras ediciones.
En cualquier caso, siempre es una magnífica ocasión para seguir manteniendo viva la llama de ir al cine. Que no se pierda nunca esa bendita costumbre, actividad, afición, adicción o como diantres quieran denominar.