El guionista y cineasta Alex Garland continúa en magnífica forma, el relativamente joven -50 añazos- firmante de “Ex Machina” o “Aniquilación” (su filmografía solo comprende hasta la fecha 5 largometrajes tras las cámaras) es de los más destacados de su generación y lo continúa demostrando en cada proyecto ante el que se enfrenta, y nunca mejor dicho lo de enfrentarse, dadas las dos últimas propuestas que nos ha ofrecido… pura nitroglicerina.
La anterior, fue una de las grandes sacudidas del año pasado, de 2024. Ni más ni menos que “Civil War” una relativa y muy realista distopía que “especula” con algo que dados los últimos acontecimientos no parece tan disparatado como lo hubiera podido parecer hace tan solo una década. Tal como es la posibilidad de una nueva guerra civil en Estados Unidos.
El carácter verdaderamente hiperrealista que allí imprimía a las imágenes vuelve a reproducirlo de nuevo, si me apuran de una manera todavía más salvaje, aunque tal vez la no construcción de una dramaturgia ortodoxa seguramente no cuente con el beneplácito de una considerable mayoría.
Pero mientras asisto a su proyección me quedo casi literalmente noqueado ante la contundencia y el verismo de lo visto en pantalla. Por supuesto aquí no hay épica, todo lo contrario, hay reconstrucción prácticamente tal cual lo que supone una contienda bélica en toda regla en la actualidad.
Ha sido escrita y dirigida por el propio Garland en colaboración con alguien que conoce mejor que nadie lo narrado. Se trata de Ray Mendoza, todo un veterano de la guerra de Irak, que aporta un inestimable punto de vista tanto a la hora de recrear la contienda a lo grande como en sus nada pequeños detalles, pues cualquier mínimo gesto puede salvar la vida del compañero. Y poco más explícito debo ser, puesto que además ya lo es con creces lo que escupe la pantalla.
Mendoza es un joven que se unió al cuerpo de Marines en 1997 y sirvió en primera línea durante más de quince años en el aguerrido y elitista equipo de los Seal 5. Llegó a obtener una de las máximas condecoraciones posibles, la Estrella de Plata, por su valentía y arrojo en combate.
La historia expuesta es su propia historia, un momento concreto de su existencia que posee muchos rasgos autobiográficos por lo cual la veracidad la pueden dar por más que garantizada. Y resulta de lo más convincente quien más o menos encubiertamente lo encarna, D´Pharaoh Woon-A-Tai. Un potente pero desconocido actor hasta la fecha para quien esto escribe.
El enemigo, en este caso iraquí, al igual que en la magistral “Objetivo Birmania” de 1945 protagonizada con Errol Flynn y dirigida con brío sin igual por el genial Raoul Walsh (también recogía de manera fidedigna el MIEDO de quienes luchaban), no es que sea casi invisible como en esta, pero sí es un mero punto en el objetivo. Poco más suele haber cuando se tienen que enfrentar a él en las guerras moderna. Un punto a través de la mirilla.
Lo que sí me llama la atención es como se consigue transmitir esa sensación del tiempo estirado de una manera atroz. Y aunque la primera media hora tal vez pudiera resultar modorra para algunos espectadores, especialmente para los afectos al género bélico, esa es justa la intención de sus creadores, mostrar la calma que procede a la tempestad, al verdadero infierno en la tierra.
Aquí, desde luego, no se van a encontrar con héroes de consigna ni con patrioterismo barato, no es esa su intención sino la contraria, mostrar el verdadero horror y fracaso que supone llegar a estas terribles situaciones. Para ello gasta un tono aséptico como bien ha señalado alguna colega, aséptico, gélido que, considero que es justo al adecuado para las intenciones supuestamente pretendidas.
Es antibelicismo del bueno, aunque, paradójicamente, inevitablemente tenga que caer en su máxima expresión en la recreación de la violencia. Pero siempre he entendido que nada mejor que mostrarla tal cual para ver lo horrenda que es.
(La pueden ver y escuchar en VOS este martes 6 de mayo a las 21:15 horas en el ciudadrealeño Parque de Ocio Las Vías)