Las mujeres del sector agropecuario de todo el mundo -trabajadoras, titulares de explotaciones o gestoras- caminan lentamente hacia la igualdad. Es un ámbito muy masculinizado en el que cuesta empoderarse. Son conscientes de sus progresos, pero también de los obstáculos a los que se enfrentan a la hora de acceder a puestos de responsabilidad en los espacios de decisión.
Según un sondeo llevado a cabo en cinco continentes entre 4.160 mujeres por la empresa Corteva TM Agriscience, la División de Agricultura de DowDuPont TM, superar las barreras existentes “costaría décadas” a las agricultoras y ganaderas.
El 50% de las agricultoras y ganaderas afirma contar con el mismo nivel de éxito que sus compañeros, el 42% considera que tiene iguales oportunidades, y el 38% asegura que toman decisiones sobre el uso de los ingresos, aunque la mayoría de las encuestadas declara sufrir brecha salarial, y más de la mitad no se sienten consideradas ni con capacidad de influencia.
“Están orgullosas de trabajar en el sector agrícola y ganadero, pero al mismo tiempo reclaman un mayor reconocimiento y concienciación social de su labor y sobre las diferencias por cuestiones de género”, señala a El Campo Raquel Cortesao, ingeniera agropecuaria y responsable de nutrición animal de CortevaTM Agriscience para Iberia.
El objetivo del estudio, explica, era definir “una instantánea real” que recogiera el papel fundamental de las agricultoras y ganaderas en sus ámbitos territoriales, además de identificar de manera concreta las barreras que les impiden llevar a cabo en su día a día una “participación completa y exitosa” en las explotaciones.
La encuesta fue realizada en los meses de agosto y septiembre, con 4.160 mujeres entrevistadas -125 españolas- de hasta 17 países de Asia Pacífico (24%), Norteamérica (21%), Latinoamérica (21%), Europa y África (15%).
“Tenían perfiles muy diferentes, desde trabajadoras en grandes explotaciones de países con economías muy avanzadas (propietarias, directoras, empleadas y obreras), hasta mujeres en pequeñas granjas de subsistencia en el mundo en desarrollo”.
Cortesao llama la atención sobre el diagnóstico coincidente por parte de las encuestadas, a pesar de vivir en diferentes contextos.
Los resultados, según Cortesao, son categóricos, dado que “la práctica totalidad de estas mujeres perciben en mayor o menor medida la discriminación existente con respecto a sus compañeros varones”.
A la cabeza
El estudio no deja lugar a dudas y sitúa a España a la cabeza de esta desigualdad, junto a La India, sobre todo en la percepción de discriminación de género. Los resultados apuntan a que el 78% de las agricultoras y ganaderas españolas son segregadas “por el mero hecho de ser mujer”, y además “son muy conscientes de ello”.
“Es llamativo que más de las tres cuartas partes de estas encuestadas en España opinen firmemente que ni tienen las mismas oportunidades que los hombres en su misma situación, ni las mismas posibilidades de tomar decisiones en cuestiones fundamentales”, sostiene la ingeniera.
El país que menos percibe esta discriminación es Estados Unidos, con algo más de la mitad de sus agricultoras (52%) con sentimiento de exclusión.
Barreras
Hay tres aspectos que, según Cortesao, constituyen las mayores barreras a la igualdad.
Por un lado, está la brecha salarial, en la que el 37% de las encuestadas reconoce que tienen salarios inferiores a los de los hombres.
En segundo lugar, casi cuatro de cada diez mujeres percibe un menor acceso a la financiación, y, por último, “muchas reconocen carecer de la formación necesaria para sacarle todo el partido que podría a la tecnología”. Este aspecto, a día de hoy, “se ha convertido en algo fundamental para conseguir un óptimo rendimiento económico y una adecuada gestión medioambiental”.
En concreto, el 88% de las mujeres tiene acceso a la tecnología, y el 78% posee formación para usarla efizcamente.
Ante este escenario, el 62% reconoce que ha habido avances en los últimos diez años para alcanzar el empoderamiento, pero la conquista de la igualdad plena “podría llevar más de una década, o hasta incluso 20 ó 30 años”, a pesar de que las mujeres “son la columna vertebral de la vida en el mundo rural”, y constituyen hasta el 50% de los trabajadores del campo.
Acciones de futuro
Pero ante los problemas, las mujeres también apuntan acciones para de futuro par alcanzar la equidad.
Piden más formación, tanto a nivel académico (79%) como técnico (80%), una mayor concienciación social sobre las diferencias por género para ayudar a las más discriminadas (76%), un reconocimiento del trabajo exitoso que ya realizan (75%) y un incremento de la conciencia social de la discriminación por género en agricultura (74%).
Sin embargo, la mayor reivindicación a la que aspiran es conciliación “y las necesidades familiares en el lugar de trabajo”, además de la estabilidad financiera y el bienestar de sus familias.
Estos desafíos, en opinión de Cortesao, “plantean un reto imprescindible” para aprovechar el potencial del mundo rural y para el desarrollo sostenible de las sociedades rurales, donde “las mujeres agricultoras tienen mucha influencia en su entorno”.
De hecho, sus preocupaciones vitales son la familia (65%), la estabilidad económica en su ámbito doméstico y profesional (61%) y la propia salud (59%) para poder ejercer el papel de cuidadoras que asumen con sus hijos y familiares mayores.
Orgullosas de ser agricultoras
Casi el 100 por cien de las mujeres encuestadas por la empresa Corteva Agrisciencie se muestran orgullosas de trabajar en el ámbito agrícola y pecuario.
Las agricultoras africanas son las que más satisfechas están con su trabajo (93%), mientras que las de Norteamérica (91%) también disfrutan al máximo con su tarea diaria, al igual que las de Asia- Pacífico (92%).
Por debajo, con un 89% de confianza, se encuentran las agricultoras de Europa y América Latina, también con un grado alto de optimismo.
Pero orgullo no significa felicidad, pues solo la mitad se sintieron felices, reconocidas, escuchadas, con igualdad de oportunidades o con poder para tomar decisiones.
Por ello, la ingeniera de la empresa que hizo el estudio, Raquel Cortesao, destaca el papel protagonista de las mujeres en la agricultura y la ganadería.
“Salvando las distancias obvias, aquí vemos aspectos muy relevantes de la posible contribución de las mujeres al agro mundial”.
Compromiso, constancia, capacidad de gestión, y equilibrio entre la vida familiar y laboral son aspectos en los que la mujer contribuye de “manera decisiva”.
“Si a esto añadimos la cualificación técnica que en los países desarrollados tienen las mujeres del sector, creo que tendremos una imagen completa de esa agricultura más feminizada que deseamos”.