Ciudad Real, como provincia con gran arraigo agrario, cuenta desde hace más de un siglo con oferta formativa para profesionales y peritos, que ha ayudado a mejorar y cualificar los sistemas de producción y a impulsar la transferencia tecnológica en el sector.
Si la cincuentenaria Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Ciudad Real (ETSIA) es un referente en la formación universitaria, su antecedente más inmediato fue la granja escuela impulsada en 1906 en un marco político de apoyo a la experimentación y la investigación agronómica, auspiciado por la Ley de Enseñanza Agrícola de 1876.
España siguió el ejemplo europeo de creación de estaciones agronómicas, tal y como recuerda el historiador Francisco Asensio en un artículo sobre la granja escuela ciudarrealeña en la revista La Albolafia, en la que recoge la historia del centro desde su inauguración en 1909 hasta su decadencia y cierre al final de los años 50 del pasado siglo.
En 1902, el Ministerio de Agricultura de la época publicó un decreto para reorganizar las enseñanzas agrícolas y Ciudad Real pasó a formar parte del segundo distrito, junto a Cáceres, Badajoz y Albacete, así como en los años posteriores se aprobaron otras reglamentaciones para que las instituciones incentivaran dichas instalaciones agrícolas.
Según Asensio, el papel de las granjas escuelas fue incorporar los avances científicos en el campo de las ciencias agronómicas, tratando de mejorar los rendimientos de los cultivos.
30.000 pesetas
El proyecto de Ciudad Real fue aprobado en 1907 para su instalación en una finca de 23 hectáreas en la carretera de Carrión que adquirió la Diputación por 30.000 pesetas.
Contaba con parque agrícola, casa de labor, observatorio meteorológico, laboratorio agrícola, bodega, casa instituto, casa de peritos, cocherón de máquinas (llego a tener un locomóvil) y zonas para experimentar con cultivos en secano y regadío. “Fue un vivero para el aprendizaje de las nuevas técnicas agrícolas de capataces y peritos”, indica Asensio.
Sus cuatro principios fundacionales fueron propagar los conocimientos agronómicos y ganaderos, fomentar la capacitación profesional (labradores, capataces, mayorales, hortelanos, jardineros o arbolistas), ensayar e introducir nuevas especies vegetales y la cría de razas selectas, y utilizar máquinas modernas y ensayos públicos de nuevas metodologías de cultivos.
Tras varios años de retraso, la Granja Escuela Práctica de Agricultura Regional de Ciudad Real se inauguró el 6 de junio de 1909 en el paraje de Los Terreros, “y fue considerado por la prensa como un episodio de transcendental importancia”, aunque todavía en 1913 no estaba del todo equipada.
Sector agroganadero
Fue una figura destacada en la provincia y la capital, y colaboró con las instituciones para promocionar el sector agroganadero, como el concurso regional de ganados y exposición de máquinas y productos agrícolas organizados en 1911, en colaboración con el Ayuntamiento.
El programa de enseñanzas, según recoge el historiador, era integral, con formación teórica y también práctica, distribuida en dos cursos y con unas exigencias mínimas de cultura para el ingreso en la escuela.
Su financiación corrió a cargo primero del Ministerio de Fomento y luego de los fondos de los miembros de un patronato (Ministerio de Agricultura, Ayuntamiento y Diputación), y de los recursos de la propia institución con la venta de los productos agropecuarios y de la subasta de maquinaria.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera funcionó con regularidad, aunque empezó a languidecer por la falta de financiación y de alumnos.
Guerra Civil y postguerra
En la Guerra Civil e le dio uso de hospital de infecciosos y sus enseñanzas formaron parte de los programas de Formación Profesional. En 1937 y 1938 el currículo se estructuró en diversos niveles (elemental, medio y superior) y categorías, aunque apenas ejerció como tal, pues, según Asensio, en enero de 1943 el director de la instalación informó de la presencia de los últimos presos de la cárcel número 2, ubicada en la granja.
En postguerra, el régimen franquista puso en marcha los llamados campos de experimentación agrícolas, en el caso de Ciudad Real en La Poblachuela, además de otros en Alcázar de San Juan, Valdepeñas o Manzanares.
En 1946 se construyeron espacios complementarios como un gallinero con ponederos para 200 aves y viviendas para los capataces, y al año siguiente está documentada la presencia de una explotación ganadera con 19 vacas de leche, 25 cerdos de cría y nueve mulas.
En esos años se pusieron en marcha los llamados huertos familiares en las propias casas que “salvaron del hambre a miles de personas”, con los que la Granja ciudarrealeña colaboró estrechamente.
A principios de los años 60, bien por el conflicto de intereses surgido (la Diputación reclamó los terrenos para instalar una escuela de capataces) o por el escaso funcionamiento de sus instalaciones, la granja escuela desapareció, tras marcar un hito en el desarrollo de la investigación agraria y las nuevas tecnologías agrícolas en Ciudad Real.