Hasta ahora, debido a los efectos de la sequía y al excesivo calor, la plaga de la mosca del olivo (Bactroceraoleaegmel) ha tenido una baja incidencia en los olivares de la provincia.
Así lo consigna a El Campo Mercedes Vicente, técnica de la Estación Regional de Avisos Agrícolas del Centro de Investigación Agroambiental El Chaparrillo, que sostiene que se trata de la epidemia “más importante” en el olivar castellano-manchego, a tenor de efectos como la pérdida de peso y la caída prematura del fruto, además de los daños posteriores al cultivo, como son la reducción de la producción, y la pérdida de calidad de los aceites.
Pero las altas temperaturas (más elevadas de lo habitual) registradas a lo largo del mes de septiembre y en la primera mitad de octubre han frenado la presencia de este insecto entre los olivos de la provincia (en la de Toledo es más alta), dado que para su desarrollo y ataque necesita valores de entre 20 y los 25 grados, y una humedad relativa elevada.
Sin embargo, los cambios climatológicos de los últimos días, con bajada de los termómetros y la llegada de las lluvias, harán aumentar el nivel de actividad de este díptero, según Vicente , que apunta que “tenemos que estar más atentos porque seguramente se incrementarán las capturas”.
Por tanto, si hasta hace 10 días los frutos eran de tamaño pequeño y en muchos casos arrugados (la mosca pica en frutos con superficie lisa), poco apetecibles para la picada de la mosca, la llegada del tiempo otoñal, explica la misma portavoz, con aceitunas más desarrollados y más atractivas al ataque, podría ser negativo para el olivar ciudarrealeño.
De hecho, el porcentaje de mordedura de la última semana experimentó un pequeño incremento con respecto a la anterior, al igual que se incrementaron las capturas en campo.
Según los datos aportados por la red de control en Ciudad Real,hasta el 19 de octubre (tras las lluvias del 17 y 18) “la actividad de la mosca había experimentado en pueblos como Agudo o Brazatortas una subida en número de capturas de adultos, respecto a la semana anterior, existiendo una variabilidad en el porcentaje de picada dependiendo de la zona”.
Red de seguimiento
Para el seguimiento de la plaga en Castilla-La Mancha, la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural tiene en funcionamiento una red, compuesta por técnicos de las oficinas comarcales agrarias (OCA), de la agrupaciones de Sanidad Vegetal (ASV) de olivar y de la Estación Regional de Avisos Agrícolas (ERAA), que recoge los datos cada semana y los envía a los colaboradores con las recomendaciones de tratamiento.
En concreto, los métodos de atención para neutralizar a la mosca del olivo, explica Vicente, se aplican en función de unos umbrales técnicos, determinados en los protocolos públicos de actuación, tras recontar en cada estación de control el número de capturas de adultos por día, con trampas cromotrópicas cebadas con feromona y mosqueros con atrayente alimenticio.
Estas técnicas miden el porcentaje de fecundidad de hembras y el de picada viable del fruto.
Productos autorizados
Sobre los productos utilizados para combatir la plaga, la portavoz de El Chaparrillo, centro dependiente del Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal (Iriaf), sostiene que deben estar autorizados por el Ministerio de Agricultura e inscritos en el Registro Oficial de Productos Fitosanitarios.
Precisamente, debido a las circunstancias climatológicas de la actual campaña, los productores se encontrarán con un inconveniente a la hora de usar estos productos, pues están muy cercano el inicio de la recogida de la aceituna y tienen que cumplir el plazo de seguridad previsto para estos fitosanitarios, es decir, el periodo mínimo que debe transcurrir entre el tratamiento y la recolección.
“Viene indicado en la etiqueta del producto y es obligatorio que se respete”, subraya la misma portavoz, que describe los dos tipos de tratamientos que aconsejan para evitar que la aceituna sea atacada.
Por un lado está el tratamiento cebo por parcheo, un método de control de adultos por el que se tratan entre uno y dos metros cuadrados de la copa de cada olivo orientada al sur con una mezcla de un insecticida autorizado, más un atrayente (proteína hidrolizada).
Por otro lado, se aplican larvicidas o tratamientos en pulverización total, también dirigidos a la copa del olivo, en este caso con un insecticida autorizado si el cupo de picada se mueve entre el 5 y el 7%.