Durante los últimos dos meses no solo ha cambiado la dureza del confinamiento sino, sobre todo, la presión asistencial en los hospitales mientras que los sanitarios junto a aquellos colectivos que luchaban en primera línea contra la infección provocada por el Covid-19, disponen en gran media del material de protección que no tenían aquellas primeras semanas del mes de marzo.
A mediados de este mes, con los mercados saturados por la espectacular demanda de EPIs (Equipo de Protección Individual) comenzaron a surgir iniciativas solidarias para contribuir de alguna manera a la protección de sanitarios y cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, los sectores mas afectados por la pandemia, junto al personal de las residencias de ancianos.
Es el caso de la iniciativa impresión3d de la Universidad de Castilla-La Mancha, integrada por un grupo de voluntarios que ante la situación excepcional creada por este tipo de coronavirus pusieron su formación y conocimientos en encontrar la fórmula a través de la que luchar contra el Covid-19. De este trabajo salieron miles de viseras de protección y cintas salvaorejas que llegaron a todos los puntos de la región, y algunas cajas de intubación.

Logística acorde al número de peticiones
La importante demanda de estos equipos aquellas semanas de marzo que se prolongaron hasta mediados de abril, obligó a los integrantes de la iniciativa a establecer una logística acorde al gran número de peticiones, a la que no fueron ajenos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y Protección Civil quienes contribuyeron a entregar los pedidos allí donde la demanda lo exigía, siempre que los demandantes no pudieran acercarse al domicilio del voluntario que lo fabricaba.
«Nosotros queríamos siempre evitar gastos ya que el dinero que recibíamos procedía de donaciones, explica a este digital Javier Albusac, profesor de la la Escuela Superior de Informática, por ello, intentábamos que el que hacía el pedido fuera a la casa de quien lo fabricaba y si no era posible -la movilidad estaba restringida- lo hacíamos mediante la Guardia Civil, la Policía y Protección Civil que nos han ayudado «una barbaridad» en el reparto. Iban a nuestras casas a por los Epis y lo entregaban.
En este sentido, Albusac cuenta que a su domicilio han ido a recoger material cada día 3 o 4 personas, es decir, médicos, policías, enfermeros, personal de limpieza, etc, etc. «Creo, dice entre sonrisas, que los vecinos pensaban que estábamos haciendo algo raro. Llegaba gente a mi casa y yo salía con bolsas….Quizás pensarían que estaba en algún negocio turbio».
Es muy gratificante
Esos momentos de contacto con los sanitarios en los días más duros de la crisis sanitaria eran propicios para compartir sentimientos y hablar sobre la difícil situación que atravesaban a diario y, también, para mostrarse agradecidos por la labor que realizaban estos voluntarios que dedicaban parte de su trabajo y de su vida familiar a este tipo de iniciativas. «Se han mostrado muy, muy agradecidos. Y eso es muy muy gratificante. Te anima a seguir», explica Albusac.
«Conversando con la gente que venía, me daba cuenta de que los que estábamos metidos en casa veíamos una realidad paralela que no se acercaba a lo que ellos estaban viviendo. La gente llegaba aquí con cara de pena y con ojeras hasta los pies, te contaban que no tenían medios y la situación tan crítica que tenían. Lo que se ha comido esa gente…creo que psicológicamente les pasará factura. Los que hemos estado confinados no somos conscientes de nada de eso», describe a Lanzadigital el también coordinador de la linea impresión3d de la UCLM quien recuerda, algunos ejemplos muy difíciles por los que han pasado algunos miembros de los cuerpos de seguridad del Estado.
La experiencia de este profesor durante esas semanas de marzo y abril le lleva a asegurar que tenemos la memoria un poco corta; que ya queremos estar sentados en una terraza o irnos a la playa, unas actitudes «que tiene que dar que pensar a toda esta parte de la sociedad que ha estado en primera linea durante el período más crítico de la infección provocada por el covid-19».

Desde que esta iniciativa se puso en marcha, los Coronavirus Makers de la UCLM han fabricado más de 25.000 equipos de protección entre viseras (12.948) y cintas salvaorejas (12.701) para 250 destinos de Castilla-La Mancha, la mayoría a personal sanitario, incluido residencias. Las viseras han sido distribuidas en Albacete (4.923), Ciudad Real (4.864), Toledo (1.741) y Cuenca (1.420) mientras que Ciudad Real es la provincia que más salvaorejas ha demandado (5.498) seguida de Albacete (3.808), Cuenca ( 1.934) y Toledo (1.461).
Con el inicio de la desescalada del confinamiento y el menor número de contagios han bajado las peticiones y la demanda de hoy se dirige en mayor medida a las cintas «salvaorejas» aunque se han incorporado nuevas peticiones de otros colectivos que necesitan protección de cara a la vuelta a la normalidad con la apertura de negocios o el contacto directo con la gente, como es el caso de pymes, oficinas de bancos, instituciones, peluquerías y colegios.
Iniciativa solidaria
En el mes de marzo y ante la falta de material de protección y la saturación de los mercados internacionales, este grupo de voluntarios de la UCLM puso en marcha esta iniciativa solidaria de fabricación de viseras a través de impresoras 3D para paliar la gran demanda de protección de los sanitarios.
Inicialmente se puso en marcha mediante un modelo centralizado en Toledo cuyos resultados obligaron a descentralizarlo y dar paso a otro basado en el proyecto de fin de carrera de Ángel Fernández, en el que cualquier persona hacía su solicitud a través de una web y, desde cualquier lugar, era atendida en función de la disponibilidad de los voluntarios.
Este nuevo sistema redujo tiempos de espera y entrega de material en unos días en los que la demanda de viseras era muy alta en las cuatro provincias sobre las que se asienta la actividad de la UCLM. No obstante, la voz se corrió y las peticiones de material también llegaron de Barcelona, Madrid, Murcia, Andalucía e, incluso, Sudamérica.
Hoy la demanda es menor como también lo son los contagios, pero la experiencia ha sido tan grande como la solidaridad de este grupo de profesores y alumnos de la Universidad de Castilla-La Mancha cuyo trabajo será publicado en breve en una revista especializada para que sirva de referencia a a todos aquellos que lo puedan necesitar en el futuro. Hoy la demanda es menor, pero durante el mes de marzo a mediados de abril se vivió un período muy intenso, recuerda el profesor de la Escuela Superior de Informática del campus de Ciudad Real.
Esta actividad se financia a través del programa de mecenazgo #UCLMcontraCOVID19 que proporciona las impresoras y/o los materiales que se necesitan para los elementos que se fabrican, también cuenta con la colaboración de otras empresas que han proporcionado soporte en algunos momentos.