El pasado 11 de abril, el Presidente de la Diputación de Ciudad Real, José Manuel Caballero, y el Alcalde de Malagón, Adrián Fernández Herguido, inauguraban la bautizada como ‘Puerta del Encuentro’, precisamente en el día que se cumplían 450 años de la Tercera Fundación de Santa Teresa de Jesús en Malagón. Una obra que ha recibido una calurosa acogida, por parte del gran número de visitantes que está recibiendo Malagón en todo el año. Y que ha sido realizada por el escultor Carlos Guerra, natural de Almodóvar del Campo.
Una localidad con profundas relevancias religiosas, por ser la patria chica del sacerdote y escritor ascético San Juan de Ávila ‘el apóstol de Andalucía’, (Almodóvar del Campo 6/1/1500; Montilla 10/5/1969). Doctor de la Iglesia desde 7/10/2012, cuarto santo español en alcanzar este título, y patrón del Clero Secular español. A San Juan de Ávila se le atribuye la autoría de una de las joyas literarias de la mística castellana, el soneto: “No me mueve, mi Dios para quererte…”.
Pero hay más. También en Almodóvar del Campo nació el ascético y místico San Bautista de la Concepción (Almodóvar, 10/7/1561; Córdoba 14/2/1613). Reformador de la Orden Trinitaria y fundador de los Trinitarios Descalzos. Quinto hijo de los ocho de una familia de labradores acomodados, fundó y trabajó en Alcalá de Henares Baeza, Córdoba, Madrid, Pamplona, Salamanca, Sevilla, Toledo, Valdepeñas…
Pues bien, del escultor Carlos Guerra –que de beligerante tan sólo tiene el apellido- podemos admirar numerosas obras repartidas por nuestra provincia. He ahí las de ‘Isabel la Católica’ y ‘Hernán Pérez del Pulgar’ en Ciudad Real; el ‘Medallón’ conmemorativo del Doctorado de San Juan de Ávila para su pueblo natal, Almodóvar; el ‘Lorencete’ de Tomelloso, o la celebérrima ‘Santa Teresa’ sentada de Malagón, entre otras…
SU SIMBOLOGÍA
La ‘Puerta del Encuentro’ es una obra en homenaje a la Tercera Fundación de este cenobio carmelitano. Representa a los fundadores de la Orden de los Carmelitas Descalzos, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, y en la parte superior aparecen los Titulares de la Orden, Nuestra Señora del Carmen y San José.
Santa Teresa estuvo al menos en 6 ocasiones en la villa de Malagón, con motivo de la fundación de Convento de San José, y al que siempre consideró como “su gran obra”. Pero San Juan de la Cruz visito aún más veces Malagón, confesando a las monjas y celebrando misa en el convento en repetidas ocasiones.
Se dice que mostró deseos de ser capellán de esta comunidad, y pasó por Malagón incluso después de muerto, cuando su cuerpo era trasladado desde Úbeda donde murió, a Segovia donde está enterrado. Por cierto, un traslado que parece haberse recogido expresamente en el Quijote: “De las discretas razones que Sancho pasaba con su amo y de la aventura que le sucedió con un cuerpo muerto, con otros acontecimientos famosos” (I, 19).
COMPLEJA REALIZACIÓN
La ‘Puerta del Encuentro’ a que nos venimos refiriendo, cofinanciada por la Diputación Provincial de Ciudad Real y el Ayuntamiento de Malagón, según los promotores “supone un impulso a este tipo de obras como visualización de nuestra historia, nuestras tradiciones y nuestra propia cultura y como un reclamo turístico permanente y sostenible”.
La Puerta, según su autor “está fundida en bronce al modo renacentista italiano y partió de un modelado en arcilla a tamaño natural, sobre la que hizo un molde negativo. Se positivó en cera, y a esa reproducción en cera se le añaden los ‘bebederos’ por donde entra el bronce fundido, y ‘respiraderos’ para la salida del gas.
Así se confecciona el molde negativo de arena de sílice, y se ‘mufla’ a 500º C durante 15 días, cuando la cera se quema por completo y se pierde. “De ahí que se llame ‘a la cera perdida’, quedando en su lugar el hueco donde se vierte el bronce líquido a 1200º C. La Puerta tiene unas dimensiones de 4,5 metros de alto por 2,20 de ancho, con cuatro grandes altorrelieves a tamaño natural, y con acabados de pátina policromada al fuego”.
AUTOR DE LA OBRA
Carlos Guerra del Moral cursó estudios de Bachillerato en el ‘IES San Juan Bautista de la Concepción’ de Almodóvar del Campo, para después realizar sus estudios universitarios en la ‘Facultad de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría’, de Sevilla, curiosamente fundada por Murillo, a quien se están dedicando notables exposiciones en la capital andaluza.
Carlos Guerra había dibujado bien desde siempre, y tal vez por ello pudo tener alguna duda en principio entre Pintura, Escultura, Restauración y Diseño. Optó finalmente por Escultura, y al poco de terminar sus estudios en Sevilla realizaría su primera obra de grandes proporciones: ‘Isabel la Católica’ que desde 2005 podemos admirar en la Avenida de los Reyes Católicos, realizando a continuación cursos de restauración e imaginería.
Convencido de que deseaba trabajar fundamentalmente el bronce, Carlos Guerra se había trasladado a Madrid, en donde entraría en contacto con fundiciones para su realización de la Reina Isabel. Nuestro artista modela tradicionalmente (“a sangre”), el proceso ‘de siempre’: modelado a tamaño real, molde a la ‘cera perdida’, fundido, y acabado final. “Se trata de la forma de trabajo más auténtica y más laboriosa”, afirma el autor.
Es Carlos Guerra uno de los escultores más jóvenes que conocemos, frisando la edad de las 50 primaveras, y podríamos encuadrarlo en el estilo figurativo y realista… Entre sus obras está el popular ‘Lorencete’ de Tomelloso, y donde más a gusto se encuentra nuestro artista es el bronce, que define como el “material más plástico y a la vez más imperecedero”. Para Guerra “la piedra tiene limitaciones -por la morfología y el peso- que no posee el bronce. La composición final de este metal tiene que ir hueca, con un grosor de pared de entre 1 y 1’5 cm.”.
LA ESCULTURA PÚBLICA
Confiesa claramente nuestro autor sobre la escultura: “Me interesa que esté disponible para todo el mundo, no exclusivamente para museos o coleccionistas, sino que esté en la calle para siempre. Es la pura democratización del arte, que puede disfrutar de él todo el mundo. Por otro lado, la escultura que sirve de homenaje a algún personaje, va normalmente sobre un alto pedestal. En cambio, yo reivindico la escultura a pie de calle, para que la gente la disfrute, la toque, interaccione, se haga una foto con ella, y haga un guiño al paseante”.
Por otro lado, la escultura ha estado dedicada habitualmente a personajes históricos o literarios de relevancia. “En este siglo de la imagen, la gente quiere visualizar conceptos que sean una escritura en bronce, que conformen y obedezcan a nuestras tradiciones y oficios, y a nuestra propia cultura, haciendo más hincapié en la intrahistoria que en la historia. Si importante fue Felipe II, no lo son menos los millones de personas normales que hoy en una ciudad apuestan por el turismo local. Hoy las ciudades tienen un gran déficit de este tipo de esculturas”.
Que además pueden complementarse con un ‘Código QR’: “Ver al personaje, escuchar su historia, acompañarlo de música, ver sus planos, conocerlo todo de una forma rápida y segura es todo un logro hoy en día”. Considera Guerra que “En este aspecto, debería existir una mayor sensibilización de los políticos. El desarrollismo se cargó gran parte de nuestra arquitectura popular, y se ha cargado las tradiciones. Es preciso visualizarlas permanentemente, y que la gente sepa en dónde está, y la historia y posibilidades del lugar”.
LA ESCULTURA SOCIAL
En este sentido, para Carlos Guerra “la escultura pública puede ser la mejor enciclopedia, y el mejor y más inteligible signo de identidad cultural. Las personas van a un lugar concreto y se hacen la foto con una estatua que es inequívocamente de allí. ¡Cuánta gente se ha hecho la foto con Santa Teresa en Malagón!”
Sobre la comparación entre este tipo de escultura social, y otro tipo de homenajes desproporcionados, Carlos Guerra lo tiene claro: “Es preciso tener más visualización popular, y menos homenajes inútiles o desproporcionados. La calidad de vida en un pueblo tiene que ver con la cultura y la naturaleza, los árboles y la escultura. Con la escultura tal vez menos monumental, pero mucho más públicamente accesible…”.
Una escultura que, además, no tiene gastos de mantenimiento y resulta ser mucho menos costosa que otras actuaciones. “En un momento en que la mujer está alcanzando la importancia que merece, me cabe el honor de haber sido autor de las esculturas de las dos mujeres más decisivas en la historia de España, cada una en su campo: La Reina Isabel de Castilla, y Santa Teresa de Jesús. Ambas están la provincia de Ciudad Real, en nuestra capital, y en la vecina Malagón”.
Está claro que la escultura es ‘el arte extraordinario de las formas’, en cuyo fondo –a veces hueco como en el bronce- no encontraremos el alma de nuestros personajes… Porque el alma siempre estará en el interior de quien contempla la obra, el verdadero destinatario, y sólo quien realmente puede valorar en su justa medida el trabajo -casi siempre divino- del escultor.