España se encuentra geográficamente situada entre los 36º y los 44º de latitud norte, localizándose en las que denominamos latitudes medias del globo. Una latitud que varía desde los 0º del Ecuador, hasta los 90º del Polo. Y la Península está en medio de ambas latitudes, aunque ligeramente al Sur (45º), lo que hace que sea algo más calurosa que otros dominios templados del planeta. Canarias, por el contrario se encuentra en una latitud mucho más meridional (27 y 29º norte), por lo que ya no podemos hablar de latitudes medias, sino de zonas tropicales, más próximas al trópico de Cáncer que se sitúa a algo más de 23º.
En ese contexto, el Solsticio (del latín solstitium, sol sistere, o sol quieto) es un término astronómico relacionado con la posición del Sol en el ecuador celeste. Los solsticios son aquellos momentos del año en los que el Sol alcanza su máxima posición meridional o boreal. En el solsticio de verano del hemisferio Norte, el Sol alcanza el cénit al mediodía sobre el Trópico de Cáncer, y en el solsticio de invierno alcanza el cénit al mediodía sobre el Trópico de Capricornio. La existencia de los solsticios está provocada por la inclinación axial del eje de la Tierra, y la longitud del día y la altura del Sol al mediodía son máximas (solsticio de verano) y mínimas (solsticio de invierno). Y resulta cuando menos curioso, que en la mayoría de las culturas antiguas se celebraran festivales conmemorativos de los determinados solsticios.
ALGO DE HISTORIA
Pero volvamos a Junio. Notables hechos históricos tuvieron lugar otros días 24 de junio como éste, aunque en diferentes años. En 1412 los nueve compromisarios de los reinos de los reinos de Aragón, Valencia y el principado de Cataluña eligen, mediante votación secreta, a don Fernando de Antequera como rey de Aragón (Compromiso de Caspe). Y otro 24 de junio, en 1478, una flota de los Reyes Católicos al mando de Juan de Rejón, llega al puerto de las Isletas (hoy Las Palmas) con la intención de conquistar el archipiélago canario.
Casi dos siglos después, el 24 de junio de 1633, Galileo Galilei abandona la cárcel, aunque sigue estando sometido a la vigilancia del Tribunal de la Inquisición. En tiempos más cercanos, el 24 de junio de 1926 fracasa en Barcelona y Tarragona la “sanjuanada”, intento de sublevación militar contra el gobierno de Primo de Rivera. Y en días mucho más cercanos el 24 de junio de 1977 se produce el primer encuentro del rey Juan Carlos I y Santiago Carrillo, con motivo de la celebración de la onomástica del monarca.
También en un día como éste se produjeron celebrados nacimientos. En 1170, el de Domingo de Guzmán, santo fundador de la Orden de Predicadores (dominicos), y en 1542 el de Juan de la Cruz, santo carmelita y poeta místico. Pero también se producen algunos fallecimientos en 24 de junio, como el del cantante argentino y rey del tango Carlos Gardel, cuyo avión se estrelló en 1935.
SAN JUAN BAUTISTA
Dejando a un lado solsticios y cronología, vayamos ahora con San Juan. La iglesia católica celebra a los santos no en el aniversario de su nacimiento, sino en el de su muerte, porque no nacieron santos, sino que fueron alcanzando la santidad en vida. Sin embargo, sí que celebra los nacimientos de Jesús, María y Juan Bautista, porque ya estuvieron llenos del Espíritu Santo antes de nacer. El evangelio de Lucas nos narra en paralelo la historia de los dos niños, Jesús y Juan: su anunciación, nacimiento y circuncisión. Pero mientras señala los paralelismos de sus vidas, resalta también sus diferencias. Juan pertenece aún al Antiguo Testamento y en él culminan los profetas. Pero Jesús abre una nueva era. Juan vino a preparar el camino de Jesús, anunciando la próxima llegada del Mesías.
Juan el Bautista (el bautizador) fue un predicador itinerante coetáneo de Jesús de Nazaret, nacido a finales del siglo I a.C. Es venerado como un importante personaje religioso en el cristianismo, el islam y la fe bahá’í, y también tiene elementos en común con el profeta Elías (Mateo 17 12–13). Juan usaba el bautismo como sacramento central de su movimiento mesiánico, y bautizó a Jesús –que fue discípulo de Juan- en el Jordán. Varios evangelios cuentan que algunos de los seguidores de Jesús habían sido antes seguidores de Juan. Juan el Bautista también fue mencionado por el historiador judío Flavio Josefo.
 
Conocido ya quien fue Juan el Bautista, hablemos ahora de La noche de San Juan. La más corta del año y coincidente con la llegada del solsticio de verano, es también para muchos una noche mágica en la que algunos deseos pueden hacerse realidad. En los días previos a esta noche, internet, las redes sociales y los foros se llenan de consejos y de rituales para atraer el amor y la suerte.
LA NOCHE DE SAN JUAN…
Aunque son acciones que tienen que ver, fundamentalmente, más con la superstición. En todo caso, La noche de San Juan se considera una de las noches más especiales del año, no sólo porque muchos pueblos celebran fiestas en las que las hogueras (donde se quema todo aquello que quieres deje de formar parte de tu vida y de hacerte daño) y el fuego son los protagonistas, sino porque se considera como una de las más mágicas de todo el año.
Podemos imaginar que todo comenzó con nuestros antepasados de las cavernas. Hace más de 5.000 años, el hombre ya era aficionado a mirar a las estrellas y a observar los movimientos celestes. Poco a poco se dieron cuenta de que en determinadas épocas del año, la distancia angular del Sol al ecuador celeste de la Tierra era máxima (los solsticios). Y creyeron que el Sol había perdido fuerzas al verlo ponerse al Sur. Para animarle, encendían hogueras y fogatas mientras realizaban ritos de fuego intentando transmitir al Sol toda la energía posible. La celebración del Solsticio de Verano tiene ese lejano origen.
En años posteriores, se encendían las mismas fogatas en las montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las calles y al frente de las casas. Todos los habitantes de los pueblos caminaban con sus antorchas mientras veían correr colinas abajo ruedas ardiendo. Otra costumbre era bailar alrededor del fuego en busca de la purificación y la protección de los demonios, además de asegurar así el renacer del Sol.
A pesar de que la celebración del Solsticio de Verano se identifica en el calendario con la fiesta cristiana de San Juan Bautista (24 de junio), La Noche de Sanjuán se ha compartido con pueblos, creencias y culturas bien diferentes. En suma, rendir homenaje al día más largo del año, en el que también el poder de las tinieblas tiene el reinado más corto.
Y todo esto pasa en la también llamada víspera de San Juan, noche del 23 de junio anterior al día de la natividad de san Juan Bautista, cuando ampesinos de toda Europa celebraban esta noche encendiendo hogueras en calles y plazas. Si bien eran casi siempre bendecidas por sacerdotes, la celebración era habitualmente dirigida por laicos. No en vano las fiestas de la víspera del solsticio eran una continuación de las fiestas paganas del pueblo teutón, y de los ritos de fertilidad asociados con la agricultura.
EN EL MUNDO
La Noche de San Juan es una festividad de antiguo origen, que suele ir ligada a encender hogueras o fuegos con las celebraciones en la que se festejaba la llegada del solsticio de verano en el hemisferio norte, cuyo rito principal consiste en encender una hoguera. La finalidad de este rito era “dar más fuerza al sol”, que a partir de esos días, irá haciéndose más “débil” —los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno—. Simbólicamente el fuego también tiene una función “purificadora” en las personas que lo contemplan.
Se celebra en muchos puntos de Europa, aunque está especialmente arraigada en España, Portugal (Fogueiras de São João), Noruega (Jonsok), Dinamarca (Sankthans), Suecia (Midsommar), Finlandia (Juhannus), Estonia (Jaanipäev) y Reino Unido (Midsummer). En Sudamérica, Brasil tiene Festas Juninas, en Paraguay, Bolivia, Chile, Perú y Venezuela la noche de San Juan. La noche de San Juan está igualmente relacionada, con antiquísimas tradiciones y leyendas españolas como la Leyenda de la Encantada.
La Fiesta de San Juan fue llevada por los españoles al continente americano y, desde luego, también se celebra en la América Hispana: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico y Venezuela… También en México, donde su celebración es acuática, y el 24 de junio recuerda el bautismo de Jesús en las aguas del río Jordán. En algunos barrios de la capital se llevan a cabo juegos pirotécnicos, los escolares se lanzan cubos de agua, y por toda la República se celebran distintas fiestas durante estos días: desfiles, corridas de toros, bailes folclóricos, mercados, ferias de animales, peleas de gallos y otras actividades.
En muchos lugares no cabe duda de que las celebraciones actuales tienen una conexión directa con las celebraciones de la antigüedad ligadas al solsticio de verano, influidas por ritos precristianos o simplemente vinculados a los ciclos de la naturaleza. Sin embargo, en otros lugares (como España y Portugal) la existencia de una vinculación entre las celebraciones del solsticio de verano (21) y las celebraciones del día de San Juan (24 de junio) varían en función de las fechas. Pese a la discontinuidad en la celebración, las tradiciones y costumbres, se observan elementos comunes, como la realización de hogueras en las calles y plazas de las poblaciones donde se reúnen familiares y amigos.
EN ESPAÑA
La Noche de San Juan es una fiesta muy antigua que se celebra en muchos lugares de España -especialmente la costa mediterránea- para celebrar la noche más corta del año, en torno a hogueras purificadoras en las que los estudiantes suelen quemar los apuntes de todo el año escolar, y desafían las llamas saltando por encima del fuego. Se celebran en Menorca (les caixers), Mallorca, Formentera e Ibiza. Pero también en Andalucía (Vejer de la Frontera, Isla Cristina, Almería, Lanjarón o Motril), en Canarias (las Palmas, Tenerife), Cantabria, Castilla y León, Galicia. Y en Cataluña (Revetlles de Sant Joan u Hogueras de San Juan).
San Pedro Manrique (municipio situado al noreste de Soria) es conocido por su peculiar celebración del Día de San Juan. En sus fiestas, unas mujeres llamadas “móndidas” visten el traje típico ataviadas con enormes sombreros decorados con flores. En la noche de San Juan se enciende una hoguera junto a la ermita de la Virgen de la Peña, y sobre sus ascuas los naturales del pueblo se descalzan, pisando las brasas encendidas y dispuestas a modo de alfombra, sin quemarse la planta de los pies, y en muchos casos con alguien a cuestas.
Alcanzan quizá las mayores cotas de popularidad Las Hogueras de San Juan de Alicante, fiestas oficiales de la ciudad, declaradas de Interés Turístico Internacional. Aquí, las “Hogueras” o “Monumentos” (como las “Fallas” de Valencia) son auténticas obras de arte, creadas durante meses por constructores y artistas que emplean materiales como cartón, madera, papel, pintura… para que ardan fácilmente en la noche de San Juan. Sus orígenes son remotos, pero es en 1928 cuando las fiestas toman sus características actuales, siendo su impulsor, José María Py y Ramírez de Cartagena (1881-1922), natural de Cádiz e Hijo Predilecto de Alicante.
LA BUENA SUERTE
Durante los días de fiesta hay una extensa programación de actos, con desfiles, pasacalles, cabalgatas, ofrendas, corridas de toros, mascletás, actuaciones musicales, campeonatos deportivos, etc… La fiesta se vive en la calle, donde la gente puede comer y bailar en las “Barracas” y “Racós”, y degustar la tradicional ‘coca amb tonyina’ (Coca con atún) y las ‘bacores’ (brevas). La fiesta cuenta con su reina, la Bellea del Foc, elegida entre las que el año anterior fueron “Bellezas” de cada uno de los 88 distritos fogueriles…
En suma, en esta noche mágica suceden muchas cosas enigmáticas. Se abren puertas que estaban cerradas y ocurren acontecimientos sorprendentes. La atmósfera se carga de un ambiente sobrenatural, muy propicio para dar rienda suelta a nuestra imaginación, y pensar en raros espíritus y duendes que salen de grutas escondidas. También queda tiempo para los hechizos, magias y predicciones de futuro, en una noche en la que el Demonio anda suelto y San Juan Bautista bendice la Naturaleza.
Entre todas las cosas que pueden hacerse en la noche más corta, también hemos encontrado viejos artificios y leyendas para que la magia impregne nuestra suerte: El gato negro, Joven y bella, La flor de la higuera, Las tres pascualas, La guitarra y el hada, Tu futuro novio, Patatas en la cama, Adivina con la cera o el huevo, El gallo y el maíz, Buscar tesoros…
Superadas magia o brujería en la noche pasada –dicen que ésta es una noche muy bruja-, queda aún parte importante de la fiesta. Ojalá se haya quemado todo lo peor, que lo único malo que perviva sea el calor, y que lo bueno no tarde mucho en llegar.
