La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Castilla-La Mancha alerta de la difícil situación que atraviesa el sector de los cultivos herbáceos en España, en la región y en provincias como Guadalajara y Cuenca concretamente. A pesar de la ligera recuperación en la producción respecto a la campaña pasada, el contexto de mercado, los costes de producción y las políticas comerciales agravan la crisis estructural del sector, tal y como indican desde la organización agraria en nota de prensa.
Tras la catastrófica cosecha de 2023, donde la producción total regional fue de aproximadamente 1 millón de toneladas, una caída del 75% respecto a la media de los últimos años; 2024 ofrece estimaciones entre 3,6 y 3,8 millones de toneladas. Aunque, esta recuperación no se traduce en estabilidad ni rentabilidad para los productores. “El problema es que estamos produciendo en un mercado que nos paga precios hundidos, mientras nuestros costes no dejan de crecer”, denuncian desde UPA Castilla-La Mancha.
El sector de cultivos herbáceos sufre una pérdida constante de superficie cultivada, con una reducción de más de 1 millón de hectáreas en los últimos 20 años a nivel nacional, desplazadas en su mayoría hacia cultivos leñosos en los terrenos donde es posible, cabe recordar que no es el caso de la mayor parte de las provincias de Guadalajara y Cuenca. Esta tendencia responde a la baja rentabilidad del cereal, derivada de precios en origen que rara vez cubren los costes de producción.
Además, los costes agrarios se han disparado: actualmente, producir una hectárea en secano cuesta en torno a 800 euros, y en regadío más de 2.200 euros. Hace apenas una década, estos costes eran sensiblemente inferiores: 600 y 1.700 euros respectivamente. La subida continuada de costes provoca esta tendencia de abandono de cultivos que UPA ha denunciado en múltiples ocasiones.
Asimismo, se denuncia que la producción de cereal está sujeta a cotizaciones internacionales, a lo que se suma el carácter deficitario del mercado español, que consume más de 36 millones de toneladas de cereal al año, frente a una capacidad de producción muy inferior. Esta diferencia obliga a importar entre 10 y 15 millones de toneladas anuales, llegando a un récord de 24 millones importadas en 2023. Una tensión que condiciona a las explotaciones familiares de la región.
Es cierto, indican desde UPA, que esta dependencia eleva algo el precio nacional (5–10% por encima del europeo, debido a los costes logísticos), en términos reales los precios siguen siendo bajos y extremadamente volátiles, sin relación directa con la evolución de los costes o los rendimientos de las cosechas.
UPA Castilla-La Mancha considera que el actual modelo está asfixiando al agricultor y pide al Ministerio de Agricultura y la Consejería de Agricultura medidas concretas para revertir la situación. Entre otras, la aplicación real de la Ley de la Cadena Alimentaria, la revisión del acuerdo comercial con Ucrania: se deben establecer contingentes limitados a las importaciones de cereal que están hundiendo el mercado europeo o la inversión en Ayudas directas al sector cerealista español, como ya han hecho otros países de la UE.
Por otra parte, desde UPA se solicitan medidas estructurales para reducir costes de producción como el fomento de la concentración de la oferta: UPA CLM apuesta por impulsar organizaciones de productores y cooperativas que mejoren el poder negociador de los agricultores tanto en la venta del grano como en la compra de insumos.