Impulsar un proyecto basado en la divulgación de la actividad sociocultural y el patrimonio que atesora el centro, y acercar a los castellano-manchegos que viven en Madrid el conocimiento de la historia, costumbres y tradiciones de la región son los objetivos que José Fernando Sánchez Ruiz se ha marcado tras acceder a la presidencia de la Casa de Castilla-La Mancha en la capital de España.
Sánchez pretende atraer la atención de los colectivos de profesionales castellano-manchegos más influyentes para sean correa de transmisión en la sociedad y así se cree círculo de retroalimentación del conocimiento. Se trata “de dar a conocer la entidad y que la gente reconozca la casa como algo suyo”, aclara.
Tras 38 años como director del Patronato Municipal de Cultura en Alcázar de San Juan, Sánchez cogió las riendas del centro el pasado mes de marzo, y desde entonces está centrado en el diseño de un ambicioso y moderno proyecto que tendrá un amplio horizonte temporal.
La Casa de Castilla-La Mancha está ubicada en el número 4 de la céntrica calle de La Paz (junto a la Puerta del Sol), tiene dos sedes en el mismo bloque, la principal de 600 metros cuadrados, y acoge “un potente programa de actividades” que Sánchez quiere convertir en un faro de cultura e identidad.
La estrategia pretende ‘explotar’ la interrelación que siempre ha habido entre las dos comunidades vecinas –Madrid y Castilla-La Mancha- a través de la implicación de todo tipo de profesionales y ámbitos en el marco de “la nueva década del siglo XXI”.
El centro será un lugar de encuentro para emigrados de las provincias manchegas, y además ofrecerá “servicios a los castellano-manchegos, con independencia de su residencia”. Entre otras iniciativas, actualizarán los sistemas de difusión y comunicación, con el fin de que puedan seguirse los actos por internet fuera de la casa.
Delegados territoriales y programa trimestral
Igualmente, el proyecto de Sánchez contempla el nombramiento de delegados locales en cada provincia, para que “como un embajador” haga llevar objetivos y valores de la casa a cada territorio.
También distribuirán la nómina de actividades culturales es “de primer orden” en programas trimestrales, “más fáciles de organizar y, sobre todo de desarrollar”.
Mantendrá el grueso de la abultada programación, que aborda distintas perspectivas científicas a través de las aulas permanentes de Pensamiento, Literatura, Historia, Divulgación Cultural y Música.
El centro cuenta, además, con un servicio de biblioteca y varios clubs de amigos, una coral y distintos grupos artísticos y folklóricos.
También ofrece un programa de excursiones “fantástico” e interesantes exposiciones.
Habrá renovación, igualmente, en la revista ‘Besana’, que será reconvertida en un 90% para que su contenido se centre en “estudios e investigación”, con firmas y autores de prestigio.
Cuenta, igualmente, con un servicio de cafetería y restaurante, cuyas instalaciones han reabierto el 20 de junio tras la pandemia.
Engrandecer y ampliar la red de usuarios del centro
Sánchez lleva varios años colaborando con la casa y conoce los entresijos de su personal directivo y colaborador, por lo que confía en una transición pacífica, en pos de los objetivos de engrandecer y ampliar la red de usuarios del centro y su contenido.
De esta manera también se verá favorecida la financiación de la casa, que vive de las aportaciones de los 325 socios y de la gestión de su espacio y patrimonio.
El centro “tendrá las puertas de par en para recibir todas las ideas e iniciativas sociales, culturales, económicas, deportivas o comerciales de toda Castilla La Mancha”.
Sánchez recuerda que el centro regional tiene una historia de 70 años y ha pasado por varias épocas, ahora con una visión más expansiva y divulgadora pero con el mismo espíritu que la inspiró en los años 50: mantener los lazos y el arraigo de los castellano-manchegos en el territorio madrileño. Es una cuestión que hunde sus principios “en el vínculo demográfico y geográfico”, sostiene Sánchez.
El proyecto, en definitiva, pondrá en valor el espíritu común entre Madrid y La Mancha, tal y como conocen íntimamente las dos poblaciones y como lo transmitieron Quevedo, Baroja, Azorín, Cela, Umbral y el poeta Eladio Cabañero, que definió Castilla-La Mancha como “un anchurón cósmico”.