De cara a la próxima campaña de comercialización de vino, Juan Miguel del Real, director de Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha, pide a la administración “medidas de regulación del mercado, como la destilación de vino, pero con un presupuesto concreto”
La época de vendimia trae, año tras año, una foto fija en el sector vitivinícola. “¿A cuánto se va a pagar la uva en esta campaña?” es la pregunta que contextualiza las operaciones de compraventa de uva y que los medios replican en forma de noticias destacadas.
Se publican las tablillas y se inicia ‘la guerra’ de declaraciones por las cotizaciones que recogen, este año un 30% por debajo de las del mismo periodo anterior, a entre 4,10 y 4,30 pesetas/kilogrado -(0,024641 euros/kilogrado y 0,02584 euros/kilogrado) el tempranillo, y a entre 0,015025 euros/kilogrado (2,50 pesetas/kilogrado) y 0,014424 euros/kilogrado (2,40 pesetas/kilogrado) el airén.
Luego vienen las manifestaciones de los productores en las zonas más sensibles, vinculadas a los contratos con los industriales -en el caso de Ciudad Real en la DO Valdepeñas y también este año en la DO Mancha-, para finalizar la campaña en aparente calma chicha.
Representan al 20% de la producción vinícola regional, mientras que el gran volumen lo copan las cooperativas, que alcanzan el 80% de la obtención de mostos y vinos.
En dos sectores estratégicos
Juan Miguel del Real, director de Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha, defiende el modelo económico que representan estas entidades en los dos sectores estratégicos del ámbito agroalimentario de Castilla-La Mancha, como son el vino y el aceite.
La agrupación societaria, basado en la soberanía democrática y la capacidad de autogestión, es “garantía de rentabilidad para los productores”, asegura, porque “el beneficio se reparte hasta el último céntimo”.
Del Real pide “respeto” ante las críticas vertidas en la presente la vendimia por diferentes operadores vitivinícolas sobre la llamada liquidación a resultas, una herramienta “prevista y legitimada” en las leyes que rigen estas empresas.
Es una red “consolidada y engrasada” que da tranquilidad a los agricultores, explica Del Real, sobre todo en años con distorsiones en el mercado, como el actual, tras el cierre del canal de HoReCa (hoteles, restaurantes y cafeterías) y la imposición de otras limitaciones de movilidad por la llegada del coronavirus.
El debate, incide el directivo, está en los precios de la uva, y en que desde algunas organizaciones de bodegueros privados, incluso de productores, pidan a las cooperativas más presión para que repunten.
“No compramos uvas”
Pero mientras las cotizaciones del fruto que compran los grandes grupos industriales se recogen en las famosas ‘tablillas’ y están sujetas a contratos y a cubrir los costes de producción, desde las cooperativas, recuerda Del Real “no compramos uva, sino que la recibimos de nuestros socios”.
Son operaciones distintas, precisa, y en el caso de la red de cooperativas, que agrupa al 70% de la producción, centran su gestión en un modelo de venta a medio y largo plazo. “Tenemos todo un año para vender nuestro vino de la manera más rentable”, y en función de otros factores en el mercado como “la disposición de la oferta en países productores como Francia, Alemania, Argentina o Sudáfrica”.
Sn duda, buscan, asegura el director de Cooperativas CLM, nuevas oportunidades a nivel internacional para la generación de valor y así “poder liquidar el beneficio”.
Por ello, rechaza aquellas opiniones exteriores que “nos dicen cuándo y a cuánto hemos de comercializar nuestros productos o cómo hemos de liquidar a los socios”.
Responde a una de las “leyendas” más extendidas sobre el pago a un año y no a 30 días, y recuerda que el sistema implantado es el más rentable y seguro para el agricultor: tienen periódicas entregas a cuenta, además de anticipos del valor de sus cosechas, a través de entidades financieras “a coste mínimo”. En este caso permiten cubrir necesidades de liquidez de manera puntual.
“Si las cooperativas no pagan a sus socios la uva a los treinta días es porque la ley no les obliga y además porque no lo necesitan”, reitera Del Real, que agrega que las liquidaciones a resultas se enmarca en un modelo que “no especula con la uva del socio como hacen otros”. Por el contrario, defiende, “trasladan a los cooperativistas todo el beneficio que se obtenga a lo largo de todo el año”.
Con todo, “normalmente siempre liquidan mejor que en la calle (industriales)”.
Costes de producción
En este sentido, recuerda que tampoco las cooperativas están obligadas a pagar la uva por encima de los costes de producción, aunque “por vocación” del propio modelo “se intenta”, y normalmente se superan estos gastos en “todas aquellas explotaciones que están profesionalizadas, son eficientes y bien dimensionadas”.
Del Real es consciente de que en cooperativas con varios miles de socios hay explotaciones en las que “es imposible cubrir sus costes de producción”, por el hecho de que “son absolutamente inviables económicamente”. Es el caso de “quien mantiene una pequeña finca heredada por sentimiento”.
“Cada productor tiene sus costes”, explica, porque va en función del manejo del cultivo, de si está mecanizado o no, si es regadío o secano, incluso de la meteorología del año.
En el ecuador de la vendimia
Respecto a la actual campaña de vendimia, con la recogida de la variedad autóctona airén ya generalizada, Del Real apunta que “estamos en el ecuador”. La temporada, según estima, será “grande”, incluso por encima de los 25,5 millones de hectolitros previstos por la sectorial para Castilla-La Mancha, aunque “hasta que no tengamos datos reales de entregas, no sabremos el volumen real que se cosechará”.
De cara a las ventas de los próximos meses, reconoce que el mercado “está complicado”, debido a los datos agregados del escenario de pandemia, con su segunda oleada de afectación. “Puede afectar al consumo mundial”, sostiene.
Pero el directivo pide “paciencia” a los consejos rectores de las cooperativas, para que “no se precipiten al vender su vino” en un año difícil, en el que hay que asumir los efectos del coronavirus en los mercados.
El objetivo es recuperar el ritmo comercial registrado en un año extraño y ante previsiones comerciales “que no son buenas”. Podrían mejorar la facturación, a su juicio, si las cosechas de Italia o Francia son más cortas, y si se reactiva la demanda de vinos a granel.
Hay incertidumbre en la mesa de operaciones, acata, pero insiste en tener “tranquilidad” a la hora de ir atendiendo a clientes y compraventas.
La calidad de los vinos es “buena” y, a su juicio, hay que buscar mercados competitivos que garanticen la máxima rentabilidad.
Del Real también pide a la administración para la próxima campaña de comercialización de vino “medidas de regulación del mercado como la destilación de vino y un presupuesto concreto”. La última ayuda, aprobada el pasado junio, para la destilación de dos millones de hectolitros, medio millón para vinos amparados por una Denominación de Origen Protegida (DOP), “llegó tarde”.
