Más de 8000 visitantes de 26 países han visitado el Alcázar de Jerez, a lo largo de los tres días de celebración del XII Salón Internacional de los Vinos Nobles, Generosos, Licorosos y Dulces Especiales (VINOBLE), entre el 26 y 28 de mayo.
Se trata de la única feria internacional de vinos del mundo centrada exclusivamente en vinos fortificados o generosos. Este evento enológico ha contado con 63 stands de once países diferentes y 800 vinos. El evento ha sido organizado por el Ayuntamiento de Jerez, con la colaboración del Consejo Regulador de Vinos de Jerez, y el patrocinio de la consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural.

Vinos de Jerez, Montilla, Málaga o Huelva; de Alicante, Valencia, Navarra, las malvasías de Canarias o los vinos dulces catalanes del priorato o Terra Alta, así como los de Rueda o Toro, han sido algunos de los vinos nacionales representados en esta edición.
En la parte internacional, se han podido catar vinos de Portugal, los Sauternes, Barsac, o los vinos del Loira, en Francia, y los históricos Tokaj de Hungría o los auslese, beerenauslese y trockenbeerenauslese de Alemania.
Pedro Ballesteros, Master of Wine, disertó sobre ‘Los Moscateles del Mediterráneo español. Málaga y Alicante’ y Sarah Jane Evans, también Master of Wine, dirigió la cata Grecia, los tesoros del Olimpo, sesión dedicada a una selección especial de vinos griegos.
El Sake fue protagonista en El Alcázar con el hermanamiento entre la bebida japonesa y los vinos de Jerez.
En su tercera sesión, Vinoble acogió además la presentación del libro editado por el Consejo Regulador de los Vinos de Jerez y Manzanilla, en colaboración con Planeta Gastro, ‘Beber, Comer, Amar Jerez: El Universo y las Armonías de los Vinos de Jerez en la Gastronomía’, obra inédita que reúne las voces de algunos de los nombres más relevantes en el panorama gastronómico contemporáneo como Ferran Adrià (El Bulli Foundation), Ángel León (Aponiente), José Andrés (ThinkFoodGroup), Pitu Roca (El Celler de Can Roca), François Chartier (sumiller internacional) o Heston Blumenthal (The Fat Duck).
Vinos del desierto
En un stand especial, dedicado a vinos internacionales no fortificados, pudieron catarse vinos del desierto de Atacama, de la Baja California o Nueva Zelanda y los visitantes pudieron conocer las especiales características de estas zonas, formas de elaboración y sus excelentes resultados. En concreto, respecto a los vinos mexicanos, Claudia Horta, explicó los procesos de goteo y pulverización en la viña. Son zonas arcillosas que favorecen gran mineralidad en los vinos. Así en baja California, hay estaciones bien marcadas con veranos de 30 grados, y con neblinas a primera hora, que permiten elaborar vinos como Flor de Roca, Pitaya rosado o Dómina.
Néctares prodigiosos de Francia
Juan Manuel Bellver, periodista especializado del vino y gastronomía, que dirigió Lavinia España desde 2014, condujo la cata “El tour de Francia de los vinos olvidados” a través de “un paseo caprichoso por el país vecino, a través de algunos vinos singulares, dulces y generosos que un día no muy lejano estuvieron de moda”.
Se trata de “néctares prodigiosos”, elaborados por verdaderos artesanos a punto de retirarse de su oficio. Por eso la cata tuvo un punto de nostalgia al entender que los vinos legendarios que se nos presentaban, procedentes de Sauternes, Alsacia, Arbois, Jurançon, Larzac o Rivesaltes, podían empezar a formar parte en los próximos años de “Lo que el tiempo se llevó” de los grandes vinos franceses.
Vino en homenaje al Papa Pío IX (1846)
Antonio Flores, de González Byass dirigió, acompañado de su hija Silvia, una cata sobre una extraordinaria selección de vinos de su legendaria bodega. El gran comunicador mostró Añadas como la de 1955; presentó Viña Dulce Nombre, de Tío Pepe, elaboración ecológica; Tío Pepe en Rama 2024, y habló de dos vinos viajeros, con la experimentación de navegar a América en 2018, un palo cortado, de añada de 1990, y dar la vuelta al mundo en 2020 con un amontillado fino.
La cata concluyó con un vino de 1846. Se trata de una tradición de la bodega, según la cual había tradición de seleccionar una bota por cada Papa electo. Con el Papa Pío IX se eligió el año 1846, año de su coronación, vasija que hoy en día se conserva en esta bodega. Esta joya fue elaborada probablemente a partir de Moscatel Menudo Blanco, una más de las variedades permitidas en aquel tiempo.