Por decimosegundo año consecutivo, la Fundación Adecco presenta el informe #TuEdadEsUnTesoro: mayores de 55 años en el mundo laboral, un análisis cuyo propósito es visibilizar y generar conciencia sobre las dificultades que, paradójicamente, siguen encontrando los desempleados de más edad a la hora de encontrar empleo, en una sociedad que envejece rápidamente, informa la Fundación en nota de prensa.
Este trabajo basa sus conclusiones en el análisis y explotación de datos de fuentes oficiales, así como en una encuesta a 1.000 desempleados mayores de 55 años residentes en España.
La pandemia, punto de inflexión
Como les sucede a otros segmentos de la población vulnerables- personas con discapacidad o con escasa formación- la pandemia puede suponer un doble varapalo para los profesionales mayores de 55 años.
Los seniors, que ya encontraban grandes dificultades para encontrar su lugar en el mercado en la era pre-COVID-19, se enfrentarán, durante los próximos meses, a un aumento exponencial de la competencia, que podría dejarles fuera del mundo laboral si las empresas no se comprometen con proyectos de inclusión sociolaboral y aplican criterios inclusivos en sus procesos de selección.
El mayor reto de nuestra era
La agencia de calificación de riesgo Standard & Poor’s (S&P) vaticinó recientemente que si España no adopta medidas para hacer frente al envejecimiento de la población, el déficit y la deuda del país alcanzarán niveles insostenibles en 2050, colocando el rating del país en la categoría de grado de especulación o ‘bono basura’.
“Estas previsiones dan cuenta de la necesidad imperante de acometer medidas para optimizar la fuerza laboral senior, que vayan en la línea del aprendizaje permanente y la prolongación de la vida activa”- recalca Mesonero.
En este escenario, resulta llamativo que el 40% de los profesionales de Recursos Humanos admite que una edad superior a los 55 años le genera dudas a la hora de incorporar trabajadores en determinados puestos .
Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “la pandemia ha de ser un punto de inflexión para resetear esquemas tradicionales y abrirse a la contratación de los seniors como clave para la competitividad del país. Es el mayor reto de nuestra era y no se trata únicamente de justicia social, sino de una necesidad imperante en una nación en récord de envejecimiento, que no podrá salir adelante si renuncia a una fuerza laboral cada vez más numerosa. O actuamos ahora o antes de lo que parece será demasiado tarde”.
El envejecimiento en Castilla La Mancha crece a un ritmo de casi de 2 puntos porcentuales al año y en 2020 alcanzó el 119%: en otras palabras, se contabilizan 119 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. Este índice, aunque es inferior al de España (122%) constituye un máximo histórico imparable en la región manchega.
La paradoja de los seniors: cada vez más peso, pero siguen relegados
El envejecimiento de la población tiene su reflejo en los principales indicadores laborales y uno de los principales es sin duda el desempleo. Si en el año 2010, el 9% de los desempleados en Castilla la Mancha tenía más de 55 años, hoy asciende hasta el 16%, un porcentaje que irá en aumento de forma irremediable.
Hoy se contabilizan en la región 28.200 parados mayores de 55 años, un 19% más que el año pasado y un 51% más que en 2010, cuando había registrados 18.700.
A pesar de este protagonismo creciente de los seniors como fuerza laboral, sus dificultades de acceso al mercado son mayúsculas, como así lo revela el dato de paro de larga duración. Así, un 61,7% de los parados mayores de 55 años supera el año sin trabajo y la mayoría de ellos (49%) lleva más de 2 años sin encontrar empleo. Una cifra que se reduce en 20,2 puntos porcentuales entre el resto de la población, alcanzando el 41,5%.
Si bien durante los últimos años el desempleo de larga duración se ha reducido, tanto a nivel general como entre los mayores de 55 años, el desfase entre esta edad y la media general es siempre muy pronunciado, independientemente de la coyuntura (actualmente, el paro de larga duración entre los seniors supera en más de 20 puntos porcentuales al general, una brecha que podría dilatarse con la emergencia que actualmente atravesamos).
A la luz de esta realidad, queda patente que el profesional que pierde su trabajo a partir de los 55 años corre un elevado riesgo de perpetuar su desempleo, debido principalmente a una desactualización de competencias y a prejuicios muy arraigados en la empresa y en la sociedad – el dato anteriormente expuesto del 40% de los profesionales de Recursos Humanos que admite tener dudas en su contratación, es un buen ejemplo de ello-.
Según Mesonero: “Desde la recuperación económica iniciada en 2014, el índice de desempleo de larga duración venía experimentando una notable mejora que, sin embargo, puede cambiar completamente de rumbo con la crisis de la COVID-19. Estando los desempleados mayores de 55 años especialmente expuestos a la cronificación del desempleo, podrán dar el paso definitivo a la inactividad si no evolucionamos hacia un nuevo paradigma, en el que los seniors tengan el protagonismo que les corresponde, como fuerza laboral en continuo aumento”.
Las claves: salir del inmovilismo y reskilling
El Real Decreto-ley 5/2013, de 15 de marzo, de medidas para favorecer la continuidad de la vida laboral de los trabajadores de mayor edad y promover el envejecimiento activo, avanzaba ya la progresiva ampliación de la edad de jubilación, que hoy se sitúa en 65 años y 10 meses y que ascenderá hasta los 67 años en el horizonte de los próximos 15 años.
Esta realidad deja patente la necesidad de acometer medidas que vayan en la dirección de prolongar la vida activa de los trabadores. Sin embargo, existe una disonancia entre la normativa y la práctica cotidiana, en la medida en que las jubilaciones anticipadas se han disparado durante los últimos años. Según datos de la Seguridad Social, entre 2014 y 2019 han crecido un 71%.
Asimismo, el 75% del grupo de mayores de 55 años que llevan más de un año en paro, encuestados por la Fundación Adecco, declara que no ve factible volver al mercado laboral, o al menos hacerlo a través de un empleo estable.