Amanece. Remolques y tractores rompen el prolongado silencio de la noche. Los racimos esperan a ser arrancados de las cepas y en las bodegas hacerse vino.
Estamos en septiembre y el aire de los campos en La Mancha nos recuerda que ha comenzado la vendimia. Los vendimiadores salpican con los sombreros hechos con la paja recogida en el verano, el verdor de los plantíos.
Atardece. El sol cada día está más esquivo y menos alto. Huele fuerte a mosto en el ambiente. Es el aroma que van dejando los capachos por las calles cuando al atardecer van de camino a su destino en los lagares.
Estamos en septiembre y nuestro campo manchego está preñado de racimos. Vino en ciernes, mosto vivo, cepas viejas, emparrados, ocres pámpanos, uvas doradas, bodegas oliendo al sanador tanino. Procesión ancestral de nuestros pueblos en otoño. Fiesta del vino.