Desde agosto del año pasado el ébola ha dejado en República Democrática del Congo 1.980 personas fallecidas y 2.845 casos confirmados. Se trata del segundo caso de epidemia más letal en la historia de la enfermedad, después del brote en África occidental en 2014-16 que mató a 11.300 personas.
La ONU estima que casi 750 niños han contraído el virus desde que el país africano declaró el inicio del brote. De ellos, más de 500 han perdido la vida. Del mismo modo, al menos 1.380 niños han perdido a uno o varios progenitores como consecuencia de esta descontrolada epidemia de ébola.
En el epicentro del brote, en la provincia de Nord Kivu al este del Congo, en la zona de Butembo, próximo a la frontera con Uganda, se encuentra el médico Ricardo Ángora, un traumatólogo y psiquiatra nacido en Ciudad Real en 1959 que ejerce en el hospital madrileño 12 de Octubre.
Ángora nos pinta el bucólico paisaje que lo rodea: el Parque Nacional de Virunga, conocido por estar habitado por numerosas especies de animales y los pocos ejemplares de gorilas de montaña que quedan en la actualidad. Un entorno espectacular que se diluye ante la dura evidencia de una zona “muy deprimida, sin electricidad ni agua corriente ni saneamientos, con unas condiciones de vida muy duras para sus habitantes”.
Allí, como representante de Médicos del Mundo, trabaja desde el pasado mayo con su equipo para apoyar al sistema de respuesta gubernamental que se afana en hacer frente a la epidemia.
“La epidemia está descontrolada en el este del Congo. Hace más de un año que se declaró la epidemia y continúa con la misma intensidad que en sus inicios, con la diferencia de que comenzó localizada y en la actualidad se ha extendido a gran parte de las provincias de Nord Kivu e Ituri. Esto es lo que ha hecho que el pasado 17 de julio la Organización Mundial de la Salud la declarase Emergencia Internacional”, explica Ricardo Ángora, que detalla que “en algunos sitios las medidas han sido eficaces y se ha controlado, pero cuando los recursos se han destinado a otras áreas y se descuidaba la atención de la primera, volvían a reaparecer los casos”.
Prevención, apoyo y formación
Médicos del Mundo interviene en dos líneas, una primera de prevención de la transmisión de la infección, a través de medidas de control epidemiológico, y otra de apoyo psicosocial a las personas afectadas por la enfermedad. “Mi tarea consiste en formar a psicólogos locales y agentes de salud para la atención de estas personas y sus familias”, subraya el facultativo, que añade que “también desarrollamos un programa de apoyo psicológico al personal de los centros sanitarios que viven situaciones estresantes a diario”.
“Hace falta invertir más en recursos humanos para haya más profesionales que puedan actuar en la zona. También son necesarios más recursos materiales para disponer del equipamiento adecuado para poder prevenir la enfermedad; y más recursos financieros porque, evidentemente, hay que movilizar a un número importante de personal”, expone el médico.
A parte del equipo de expatriados de Médicos del Mundo, Ricardo Ángora explica que cuentan con un equipo local al que forman para llevar a cabo las intervenciones con la población, que ellos directamente no pueden realizar por la barrera cultural e idiomática. También disponen de recursos materiales y equipamiento para la prevención de la transmisión de la enfermedad que se distribuye en los centros sanitarios. Al tiempo se capacita al personal de los centros para la correcta utilización del material y el tratamiento y atención adecuada a los pacientes.
Europa indolente
El brote de ébola de 2014 fue uno de los temas más mediáticos de ese año en toda Europa, mientras que el brote actual, que poco a poco se acerca en dimensiones al primero, está pasando desapercibido en el Viejo Continente. Para Ángora la importancia que se dio a esa primera epidemia fue probablemente por la novedad de una enfermedad desconocida en Europa, aunque endémica en algunas zonas de África.
En este sentido lamenta que una vez superada la “novedad” en Europa no se preste atención a la epidemia actual en el este del Congo, que es la segunda epidemia de ébola más importante por el número de casos, que supera ya los 2.800 casos, y por su letalidad, en torno al 65%, con más de 1.900 muertos.
Al respecto, “la respuesta internacional está siendo muy tibia, son realmente las agencias de Naciones Unidas con la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la cabeza quienes están liderando la respuesta. Por este motivo un reducido número de ONGs están involucradas en la intervención frente a la enfermedad del ébola.
Médicos del Mundo es la única ONG española presente en la zona, con financiación de la Cooperación Española. Para el médico ciudarrealeño los gobiernos europeos y la Unión Europea deberían hacer un mayor esfuerzo para contribuir a la respuesta a la epidemia en lugar de desentenderse del gran sufrimiento de la población en el corazón de África.
Conflicto armado
Al riesgo sanitario se suma en Congo el conflicto armado. En el país africano hay alrededor de 120 grupos armados responsables de ataques y hostigamientos en los centros de tratamiento de ébola y en los centros de tránsito de ébola entre otros dispositivos sanitarios. Las fricciones políticas y la degradación socioeconómica se han visto agravadas por un fuerte aumento de la violencia y las tensiones entre las comunidades. El número de personas desplazadas internamente en Kivu Norte es de aproximadamente 1,2 millones.
En este sentido Angora detalla que en estas zonas las situaciones suelen ser complejas y se juntan situaciones de mucha pobreza, falta de recursos, enfermedades transmisibles y conflictos armados. “En el terreno contamos con protocolos de seguridad para minimizar el riesgo y con estrictas medidas de prevención sanitaria para evitar el contagio”, subraya.
Mensaje al Primer Mundo
Como epílogo Ricardo Angora, desde el corazón de África, lanza un mensaje a los ciudadanos de los países desarrollados: “Que hay muchas partes del planeta donde nuestros congéneres sobreviven en situaciones de extrema pobreza, sin apenas recursos, sin servicios básicos de salud, educación ni servicios sociales. A lo que se añade situaciones de conflicto armado y de violación sistemática de los derechos humanos. Son zonas donde cada día sus habitantes luchan por sobrevivir. En la zona en la que nos encontramos las comunidades viven en situación precaria de higiene, lo que facilita la transmisión de enfermedades como el ébola y causa un gran sufrimiento a la población. Esto exige una respuesta solidaria de los ciudadanos del resto de los países para pedir a los gobernantes que pongan en marcha estrategias conjuntas de cooperación al desarrollo eficaces para erradicar las enfermedades transmisibles”.