“El nivel 3 al que nos han forzado a llegar es para todo el mundo, es una situación de emergencia que por cotidiana, no deja de ser grave. Si no gestionasen miseria y no nos hubieran esquilmado los embalses, otro gallo cantaría”, ha señalado la Asociación en una nota de prensa.
Con los embalses “en caída libre”, los ribereños han pedido “lo mismo” que solicitan ante los regantes del Segura, “medidas reales contra la sobreexplotación agrícola”. Se han declarado conscientes de “la dificultad de enfrentarse a la realidad, máxime cuando entran en juego las grandes corporaciones de la agroindustria”, pero han considerado que es una “vergüenza seguir alimentando una industria privada insostenible, capaz de secar ríos y envenenar albuferas, de beberse ellos solitos un acuífero de más de 5.500 kilómetros cuadrados de superficie”.
“¿Cuántas joyas de nuestro patrimonio natural, como el Tajo, el Mar Menor o las Tablas de Daimiel tendremos que sacrificar para poder decir basta ya?”, se ha preguntado la presidenta, María de los Ángeles Sierra.
La Asociación ha matizado que no han emprendido una guerra contra la agricultura, sino contra la sobreexplotación de recursos, y han reclamado un debate nacional sobre el agua “que ponga de manifiesto los miles de millones que les cuesta a los españoles la agroindustria y la codicia de unos pocos”. “Siempre se presume del mucho dinero que genera, pero nadie se atreve a preguntar cuánto nos cuesta, suponiendo que se pudiera poner precio material a un río”, han concluido desde la asociación.