El apoyo y la ayuda a la víctima de violencia de género es una auténtica prioridad y en este punto juegan un papel esencial la red de psicólogos que forman parte de los centros de la mujer, quienes día a día atienden numerosos y singulares casos con distintos niveles de gravedad.
Como explica Carmen Rodríguez, psicóloga del Centro de la Mujer de Miguelturra, “no existe un modelo único de víctima de violencia de género, cada una llega con su historia, sus maneras, su concepción de lo que le pasa”.
“Hay personas que vienen y no han denunciado, algunas que tienen conciencia de que son víctimas y vienen a asesorarse porque no saben qué pueden hacer, mientras que hay otras que vienen simplemente con un malestar y cuando indagas se puede observar una situación de violencia de género”, detalla Rodríguez, quien afirma que el trabajo de los psicólogos del Centro de la Mujer deber ser “que sea ella la que vea que es víctima de violencia de género y tome los pasos que crea oportunos; desde luego lo que sí es urgente es escapar de una relación violenta, ya sea mediante denuncia o con la ruptura de la pareja”.
Los pasos a tomar los tiene que decidir la persona, “porque tiene derecho a elegir qué quiere hacer y cómo lo quiere hacer y lo principal es alejarse de la relación violenta”. Como todos los casos son únicos, todas las soluciones responden a su singularidad. “Hay mujeres que no quieren denunciar, pero sí hacen un camino y un discernimiento para llegar a un divorcio, por ejemplo, sin haber pasado por un juicio de violencia y una denuncia; mientras que otras toman conciencia y consideran que la simple ruptura no es el camino, porque piensan que va a crear más problemas y generar más violencia y entonces optan por denunciar”, indica Rodríguez.
La decisión debe partir siempre de la víctima. “Un psicólogo no está para dar consejos, está para acompañar en la toma de decisiones”, explica la psicóloga del Centro de la Mujer de Miguelturra, que opina que “nuestro trabajo es confrontar”.
En este sentido explica que “a lo mejor te están contando situaciones que para mí son tremendas y me dicen que no lo consideran maltrato; ante sus explicaciones yo les planteo si consideran que, al contrario, es un buen trato, y si no es buen trato, entonces qué es”. El psicólogo debe trabajar que la víctima le ponga nombre a lo que le pasa y qué piense sobre qué quiere, cómo quiere vivir, qué cree que es mejor para sus hijos, para ella…
“Nosotros no le decimos qué tiene que hacer, sólo la asesoramos, a menos que sea una situación de verdadera urgencia y se le recomienda que agarre a sus niños y salga corriendo, porque ante el peligro físico inminente hay que protegerlas”, expone Rodríguez.
Cada caso con sus circunstancias propias
Con catorce años de experiencia como psicóloga en el Centro de la Mujer incide que cada caso se caracteriza de sus circunstancias propias, tanto internas como externas, de la capacidad de la afectada, de sus recursos económicos y sociales, de su capacidad para tomar decisiones, de sus circunstancias más vitales, discapacidades, extranjería, de si hay menores a cargo… Hay una larga lista de circunstancias que influyen en la génesis, evolución y resolución de los casos de violencia de género.
Al respecto Rodríguez explica que ella siempre parte de que una situación de violencia, sea del tipo que sea, siempre es grave, porque cuando tenemos conocimiento de que ha pasado algo muy grave, antes han pasado cosas menos graves. Celos o el control de la persona pueden parecer poco graves, pero normalmente en todos los casos de asesinatos están incluidas pequeñas circunstancias como estas.
Desde ese punto de vista todo es grave y, sobre todo, porque se está causando un malestar y una infelicidad a la persona que lo está sufriendo y eso ya es grave. “No nos quedemos solo con que las víctimas de violencia de género son aquellas que han sido asesinadas, esas son las que han sufrido las consecuencias más graves y fatales, pero hay muchas más víctimas con pequeñas acciones que impiden el desarrollo de una vida con libertad”.
Y es que hay distintas manifestaciones de la violencia y distintas formas de ejercerla. Como el controlar el móvil a una mujer es una relación de posesión y ahí no ha habido ningún tipo de violencia física. También el “si me dejas me suicido” está considerado como una forma de violencia, así como el control económico, el control de amistades, los celos, el exigir una manera de vestir y de comportarse, exigir contraseñas de correos y redes sociales… “Son acciones que no suponen violencia física, pero también es un maltrato”, apunta Rodríguez.
En los centros educativos
De cara a avanzar un futuro sin violencia de género, los centros de la mujer trabajan en los centros educativos. Por ejemplo el Centro de Miguelturra ha estado recientemente en el instituto de la localidad. “Allí a veces vemos situaciones entre los adolescentes que me recuerdan a lo que me cuentan mujeres de cuarenta años, y no estamos tan lejos de las amenazas, coacciones, control a través de las redes sociales…”, explica la psicóloga, que subraya que “muchas veces también vemos cabezas que asienten, porque a lo mejor no se atreven en un contexto de aula a contar cosas que están viviendo o viendo en compañeras”. Y es que la realidad nos muestra que existen órdenes de alejamiento de menores de edad.
En su tarea, el Centro de la Mujer de Miguelturra trabaja desde la base y en Primaria inició hace cuatro años el proyecto ‘La igualdad en mi escuela’, que iniciaron con los alumnos de 1º de Primaria de Miguelturra y Pozuelo de Calatrava, acompañándolos hasta ahora, en 4º. Es un programa de coeducación, abordando la educación en valores, el respeto, la tolerancia a la diferencia y resolución de conflictos. Con continuidad los profesionales acuden a los centros dos veces al trimestre y profundizan en estos valores para ir sumando granitos de arena para el reto de acabar, más pronto que tarde, con la violencia de género.