El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha puesto en duda que el acuerdo entre el Gobierno y las comunidades autónomas por un nuevo modelo de financiación autonómica pueda ver luz verde en el corto plazo, mostrándose “escéptico” pese a llevar “diez años de retraso”.
Tras un acto inaugural en la localidad conquense de Santa María de los Llanos, ha asegurado que es “dramático tener que hablar de dinero”, pero siempre es importante, ya que detrás de cada euro público que se gasta “hay ideología”.
Y es que la gente “paga impuestos para sanidad, para educar, para las prestaciones sociales”, competencias fundamentalmente autonómicas dentro de un sistema de impuestos que en España “es un tesoro decisivo”.
Pero las autonomías “gestionan el 90% de lo que importa a la gente” porque sus competencias se basan “al día a día”, razón por la que se ha preguntado por qué ya va una década sin meter mano al nuevo modelo.
Algo que no se ha hecho “por el argumento de que el independentistas catalanes se negaban a sentarse a la mesa para hablar”, y ahora “dicen que quieren mesa aparte”.
“Bajo ningún concepto podemos entrar por ese aro y menos quienes nos consideramos progresistas, porque si estamos en política es para combatir la injusticia, al menos algunos. Si estamos en esto es para promover la igualdad, no para promover la desigualdad”, ha defendido.
“¿Qué es singularidad?”
García-Page ha criticado en este punto el concepto de singularidad abrazado por el gobierno estatal para hablar de Cataluña y su financiación, y se ha preguntado si esa singularidad es “tener policía autonómica o competencia en prisiones”, algo que “ya paga el Estado, no hace falta más”.
“¿A qué se le llama singularidad, a hablar otro idioma? ¿Tener mar?”, se ha preguntado, apuntado que no debería haber singularidad en la financiación, por ejemplo, de la educación. “No caigan en la trampa. Es mentira, es cuento, es privilegio, es querer quedarse con el dinero de todos”.
Con el escenario actual, intuye García-Page que el próximo curso político “va a venir muy cargado de problemas de financiación” y se van a ver cosas “que no van a gustar”.
De este modo, ha hecho un paralelismo entre el actual Estado de las Autonomías y la construcción de un puzzle. “El momento de más ansiedad es cuando las piezas están descolocadas y no sabes por dónde empezar”.
Lo “malo” de los puzzles es que “si se pierde una o cuatro piezas, o se descolocan, ya no estará completo”, y la etapa actual se define por el hecho de que “algunos se dedican a descolocar permanentemente las piezas del puzzle constitucional”.
Por ello, “el objetivo de los próximos años tiene que ser volver a recolocar las piezas en su sitio” para respetar lo que “siempre ha funcionado muy bien”.
“Nadie debe imaginarse que puede cambiar el puzzle sin romper otras piezas. Ese es el drama, que algunos piensan que no se rompe nada, pero sí hombre, sí”, ha añadido.
La singularidad castellanomanchega
Abundando en el concepto de singularidad, ha dicho que la que afecta a la región es “la del millón de personas de esta tierra que ha tenido que emigrar para buscarse la vida porque aquí no había de dónde tirar”.
Pese a ello, “hoy hay gente que esta con un solo objetivo, que es romper el puzzle, quedarse con la caja de todos”.
“Pero no somos tontos, sabemos que algunos quieren la independencia por piezas, por partes, por fases, y no podemos estar haciéndoles el juego”, ha rematado.