No hay que tener miedo a llorar y a registrar estados emocionales negativos como la tristeza o el enfado. También son saludables en su justa medida. Porque si son muy intensos, persistentes o incapacitantes hay que pedir ayuda profesional.
Es una de las claves de la estrategia de salud mental positiva, basado en la psicología de la vida cotidiana, ideada por la enfermera y psicóloga María Teresa Lluch, que esta mañana ha presentado su autora en uno de los talleres del I Congreso de Personas con Cáncer y Familiares de Castilla-La Mancha que se celebra en Ciudad Real desde el viernes.
“No quiere decir que siempre tengamos que estar en estado de bienestar y felicidad”, sino que también “es bueno estar preocupados y tristes” por ejemplo cuando a un paciente le diagnostican un cáncer. “El sufrimiento también es salud mental” porque la mente “está preparada para gestionar todo tipo de emociones”.
En conjunto, “la idea, ha señalado, es generar fuerza interior para tirar hacia adelante tanto en situación de salud como de enfermedad”, y la salud mental positiva “nos orienta hacia la búsqueda de esa fuerza”.
Se trata de una herramienta con base científica que en forma de decálogo ayuda a entrenar la mente las personas, en base a sus valores y creencias. “Trabajamos para recordar la importancia de que tenemos que cuidar nuestra mente y que cuando nos quiere traicionar y se quiere quedar en el miedo y la preocupación excesiva, la tenemos que frenar”, ha señalado.
Es como el cuidado de la salud física, y se resume en diez recomendaciones que tienen valor único o en colectivo.
Empiezan con aprender a “valorar positivamente las cosas buenas que nos rodean”, y afrontar “con cariño y un estado de ánimo favorable” las actividades de la vida cotidiana. “No hay que verlas como un castigo o con indiferencia”, y a veces la satisfacción está “en tomar un café que te haya sentado bien o que hayas recibido una llamada de alquien que quieres”.
Tampoco “hay que ser muy severos con nosotros mismos ni con los demás”, ni “dejar que las emociones negativas bloqueen nuestra vida”.
Por el contrario, hay que tomar conciencia “de los buenos momentos que pasan en nuestra vida cuando están pasando”, y no tener miedo a sentimientos tristes. “Si hemos tenido un desengaño es normal sentir desencanto o si hemos perdido un ser querido es saludable mentalmente sentir tristeza”.
Para Lluch hay que “buscar espacios y actividades para relajarnos mentalmente”, e f unción de los hábitos y prácticas cotidianas de cada persona, así como intentar resovler los problemas que nos vayan surgiendo, porque si se aculuman, ha advertido “la salud mental tiembla”.
En el espacio más social es positivo “cuidar nuestras relaciones interpersonales”, al compartir y visitar a familiares y amigos, además de “pintar la vida con humor para tener más color”.
El decálogo es igual de aplicable a un afectado de cáncer o para sus familiares, porque “la vida tiene que seguir”. Como el cuerpo y la mente están conectados, “cuanto más relajada tengamos la mente, más energía positiva tendrá el organismo y menos gasto energético emplearemos”.