Si hay un sector donde se han ido haciendo más visibles las distintas fases de la desescalada ese ha sido el de la hostelería. El sector cuenta con un importante peso en la hostelería de Tomelloso y por este motivo Lanza ha querido pulsar la opinión de los empresarios responsables de bares y restaurantes. La mayoría suspira por haber alcanzado ya la fase 3 que permite una mayor actividad y menos restricciones, aunque todos subrayan que las precauciones y medidas de seguridad deben seguir extremándose, para evitar dar un paso atrás que sería peligroso y descorazonador al mismo tiempo.
“Se nota que la gente tiene miedo”. Fernando Rubio, propietario de la conocida Cafetería New York en el centro de Tomelloso y de la Cafetería Viena, templo futbolero y de buena cocina en la avenida Antonio Huertas, asegura que “hemos abierto con muchas precauciones y cuidados. Se nota que la gente tiene miedo, sobre todo los clientes de edad más avanzada. Todo está demasiado tranquilo, algo flojo, pero es lógico después de lo que hemos pasado”. Rubio confía “en que poco a poco se vaya perdiendo ese miedo y la gente haga la vida normal que hacía antes de la pandemia. Nosotros seguiremos extremando las medidas de seguridad de distancia e higiene, separando mesas y controlando el aforo para que no se mezclen personas y, sobre todo, mucha limpieza. Cuando un cliente se marche, enseguida estaremos limpiando donde ha estado”.
En la fase 3 la gente ya puede consumir en la barra, algo que para Fernando ha hecho posible que “los bares vuelvan a parecer bares, aunque siempre con la distancia y la protección que nos marquen”.
“El verano lo saltaremos bien, más dudas me ofrecen los meses de otoño e invierno”. Esteban Morales que regenta la marisquería de Pinilla, al cobijo de la Ermita de la Virgen de las Viñas, cree que “la afluencia de público está siendo algo mayor de la que cabría esperar. La gente tiene algo de miedo, pero sale. Se me dio el caso de dos cliente que vieron mucha gente en la terraza y me pidieron que les abriera el comedor y así lo hice”. El hostelero considera que todavía se está en una fase de aprendizaje. “De todo se aprende, de lo bueno y también de algo tan malo como lo que estamos viviendo. La barra seguían cerradas en las fase 2 y ahora que estamos en la fase 3 se pueden servir en ella, pero nosotros la seguimos teniendo cerrada porque es un lujo atender solo a los clientes de las mesas. Se trabaja mucho mejor. Hasta que no esté superada del todo la pandemia no abriremos la barra”, señala.
El restaurante de Pinilla “es más para comer que para tomar cañas en barra”, dice Morales que saca todas las conclusiones positivas que puede. “Es cierto que nos hemos visto limitados al poner menos mesas por las distancias que hay que respetar, pero también es verdad que de esta forma se atiende mucho mejor al cliente, explicándole mejor la procedencia de la gamba que toma o el vino que bebe. Y a la larga, económicamente no se notará tanto, porque ese cliente que has atendido bien acabará por volver”.
Y…¿cuándo cree usted que el sector podrá recuperar su pulso normal de actividad?, le preguntamos y Esteban Morales tiene muy clara su respuesta. “Las cosas irán poco a poco. De momento, después de tanto tiempo de confinamiento la gente tiene ganas de salir y creo que el verano lo podremos salvar de una manera muy digna. Más dudas me generan los meses de otoño y, sobre todo, los de invierno. De la respuesta de público que tengamos en esos meses podremos deducir ya más claramente si el sector está levantando el vuelo”.
“El cliente que ve medidas de seguridad se siente con más confianza”. Luis Olmedo, que dirige junto a su mujer Ana Danciu el elegante restaurante La Antigua en la calle Don Víctor, abrió el negocio el pasado miércoles, al final de la fase 2. “Hemos apurado la fecha de la reapertura pensando siempre en que hubiera una situación más controlada con el virus. Estamos siguiendo al pie de la letras todas las instrucciones de Sanidad y más allá y el cliente que llega y ve todas esas medidas se siente a gusto y con confianza” , explica este inquieto hostelero que prefiere aplazar el servicio en barra “hasta que la situación esté controlada en su totalidad”-
“Estamos aprendiendo y adaptándonos a una situación totalmente nueva”. Cuando hablamos con Ramón Tinajo Ponce, uno de los socios del tradicional y conocido Mesón Plinio en la avenida Antonio Huertas, con muchos rincones ocupados por el entrañable policía que creara Francisco García Pavón. La palabra que más repetirá será: paciencia. “Venimos de una situación muy complicada, un virus que ha provocado pérdidas en muchas familias. Por tanto, en esta desescalada las cosas van muy poco a poco y habrá que tener mucha paciencia; nosotros con los clientes y ellos con nosotros hasta que se vaya produciendo un clima de mayor seguridad y confianza”.
Tinajo asegura que en una situación tan atípica “estamos aprendiendo mucho, adaptándonos a una situación totalmente nueva para los clientes y los hosteleros. Lo importante es que exista un clima de colaboración y de paciencia”. Para el hostelero la situación es diferente en bares que cuentan con una clientela más joven “y que puede tener menos miedo a salir que personas con más años. Cada uno tenemos nuestra situación y circunstancias, pero estoy seguro que con prudencia y paciencia podremos salvar esta crisis”.
“Toca reinventarse y trabajar mucho”. Pedro Belmonte que dirige con éxito el Orbe Kitchen Bar tiene muy claro su análisis. “Nosotros veníamos trabajando bien antes de la pandemia y nos ha costado muy poco esfuerzo adaptarnos a la normativa e instrucciones que han dado las autoridades sanitarias”. Belmonte cree que “ante una situación toca reinventarse y trabajar mucho, llegando el primero al local y marchándote el último. Nosotros hemos instaurado un servicio de comida para llevar, con unos niveles de calidad muy altos, que está dando my buenos resultados. Es cierto que las pérdidas por los meses en los que hemos cerrado están ahí, pero no hay que quejarse. Tenemos que trabajar, luchar y ofrecer el mejor servicio posible a nuestra clientela”.
“La gente tenía ganas de retomar el tema gastronómico”. Ha sido muy interesante recoger la opinión de Diego Gómez-Pimpollo que como empresario hostelero enfrenta situaciones diferentes. “El restaurante Fran Gelica marcha muy bien desde la reapertura, no me puedo quejar. Se ve en los clientes que había muchas ganas de retormar el tema gastronómico. Otra cosa distinta son los apartamentos Don Diego, donde nos está costando más remontar, y peor aún en la cafetería que tenemos asociada a estos apartamentos que hemos tenido que cerrar porque en las condiciones que se nos exigía abrir lo hacían inviable”. El hostelero confía en salvar bien el verano y seguir ofreciendo, como siempre, el mejor servicio posible a su fiel clientela.