La incidencia al alza del síndrome respiratorio agudo grave causado por el virus SARS-CoV-2, sigue siendo una preocupación para las administraciones y la sociedad.
Las medidas de contención no han conseguido frenar la segunda ola, ante la imposibilidad de tener bajo control todos los movimientos de la población, por lo que evolución de la pandemia está marcada por la necesidad de “tomar medidas valientes”.
Así lo opina el epidemiólogo ciudarrealeño Juan Castell, para quien sólo los antivirales y las vacunas podrán neutralizar la propagación de la enfermedad.
A su juicio, las autoridades gubernamentales y sanitarias tendrían que valorar los riesgos comparados entre las tasas de mortalidad y la eficacia de la vacuna. El objetivo es obtener un indicador de la curva de fallecimientos y “marcar un umbral de afectación”. Sería el inicio de una estrategia de Estado consistente en adquirir vacunas en grandes volúmenes para iniciar una campaña generalizada entre la población “empezando por los grupos de riesgo”.
Los únicos peligros, recuerda Castell, serían los posibles efectos secundarios de unas vacunas 100% fiables pero que hubieran requerido más pruebas al haber sido desarrolladas en tiempo récord. “Una empresa farmacéutica, sostiene el epidemiólogo, no puede asumir esa responsabilidad, pero un Estado sí”. A su juicio, sería la medida más eficaz para cortar las transmisiones y frenar la pandemia, incluso con una validez del 50%, como es el caso de la vacuna de la gripe. A ella se sumarían otros factores en positivo como es la inmunidad cruzada de algunas personas que han desarrollado la capacidad de neutralizar el virus.
“Es la única esperanza”, mantiene el médico, sobre todo para evitar confinamientos absolutos que “lleven a la economía del país a la ruina”
Apenas se puede contener, según la OMS
Esta postura viene avalada, explica Castell, por los propios principios de contención que la Organización Mundial de la Salud (OMS) contempla en la última edición (2017) de la guía sobre cómo actuar en una pandemia de gripe.
En el apartado de ‘Contención’, la publicación concluye que este objetivo podría lograrse en un escenario ideal, es decir, en espacios controlados, con una población pequeña, una transmisibilidad entre baja y moderada, una detección muy temprana del primer brote, y poca movilidad.
“Si cuando no estaba mediatizada la OMS, reconocía que una epidemia como ésta no era ‘contenible’, por qué ahora todo el mundo cree que sí (sin disponer ni de antivirales ni de vacuna), incluida la OMS”, se pregunta el epidemiólogo ciudarrealeño.
A su criterio, medidas sanitarias y sociales como el distanciamiento interpersonal, la higiene de las manos, y el uso prudente de los antivíricos, apenas son efectivas en un estado de pandemia como el actual, donde las limitaciones parciales a los tránsitos de personas no son eficaces para invalidar el virus y sujetar su propagación.
Las medidas cumplen este objetivo cuando se aplican a menor escala “en circunstancias locales específicas” y en núcleos como “los hogares e instituciones de acceso cerrado o restringido”.
Evolución
De cara a la nueva estación, la pandemia se cruzará con la gripe y evolucionará “más o menos igual”, responde Castell, al principio afectada por un patrón estacional pero condicionada en todo momento por los movimientos de las personas.
Respecto a la modificación por Sanidad de los protocolos que incluyen reducir de 14 a 10 días el aislamiento de las personas cercanas a un positivo, el especialista señala que en la misma proporción habrá una tasa mínima de infectados. Con toda probabilidad, “habrá un porcentaje de personas que puedan desarrollar la infección”.