Cuarenta días de cuarentena, de aplausos en la ventana, de bailes en las terrazas y del sentimiento de estar participando en una causa común, con el sacrificio del confinamiento en el hogar y el distanciamiento social, para lograr romper la cadena de transmisión del terror originado por el coronavirus.
En la calle Cuenca y la Plaza de los Remedios, los balcones se llenan de familias enteras para aplaudir a los grandes héroes de esta etapa ya histórica, los profesionales sanitarios, que siguen peleando con ahínco en los hospitales para acabar con los estragos de una pandemia de demoledores efectos a todos los niveles.
El aletargamiento social, recluidos en casa, se rompe a las ocho como, aunque ya es un ritual de puntual cumplimiento, si fuera una lluvia sorpresiva, de unas primeras palmadas como iniciales goterones para ir tomando cuerpo un aluvión de aplausos que busca dar aliento a todos los que participan en esta ‘batalla’ de alcance global.
La sentida muestra de agradecimiento también es un reconocimiento al entorno próximo y de cómo se encuentran los vecinos. Se pregunta por la salud, hay una reciprocidad en el envío de ánimos y se comentan todo tipo de noticias sobre las consecuencias de las seis semanas ya de alarma sanitaria sin que haya una fecha concreta límite para que finalice.
“Aunque los sueños se me rompan en pedazos”, ‘Resistiré’ se ha convertido en ineludible himno para transmitir optimismo ante las dificultades de la situación actual y la energía positiva continúa con todo tipo de temas para levantar el ánimo como ‘La Bamba’ en la calle de Cuenca, así como temas de Mecano y de ritmos latinos en Estación de Vía Crucis.
En la calle Paz, el saxofonista Álvaro Grande ha logrado que sus vecinos sean seguidores acérrimos de sus recitales a la una del mediodía. Antes apenas se conocían y con el confinamiento han estrechado lazos y se han ‘puesto al día’ a través de ‘conversaciones de balcón’ en las que hablan de sus profesiones, gustos, inquietudes y todo lo que está conllevando esta pandemia. A su vecino de abajo, Álvaro, un niño que cumplirá el 30 de abril tres años, le han nombrado por ahora el ‘alcaldillo’ de la calle y, como manda, ha pedido que este jueves no se le olvide al vecindario que le gustan los huevos Kinder.
Su cumpleaños lo celebrarán los vecinos, al igual que el de Rosa que festejará 22 años este sábado, jornada para la que está prevista una fiesta ‘temática’ mexicana, con platos originarios de esas latitudes, al igual que el pasado sábado se hizo con Italia, con música y gastronomía del país transalpino. También celebraron una barbacoa y para dentro de dos sábados tienen prevista una fiesta regional con la elaboración, entre otras propuestas, de pisto, tiznao, gachas y migas.
“Si un día algún vecino está un poco agobiado por la situación, le animamos”, comentan los residentes en el ático de enfrente al piso de Grande, que se han convertido en ‘forofos’ de sus amenos recitales, seguidos no sólo por vecinos de la calle Paz, sino también de Pedrera Baja, quienes disfrutan con la interpretación de canciones de muy diversos estilos, bailan los pasodobles que toca y hacen la festiva coreografía de los brazos extendidos bajándolos como si fuera un reverencia al gritar ‘Eh, eh’ con ‘Paquito chocolatero’.
La relación se ha estrechado tanto que tienen pensado, cuando termine todo esto, ‘cerrar’ la calle y celebrar en la misma una gran fiesta vecinal.