Primero llega la fiebre. Unas pocas décimas al principio que de repente se disparan más allá de los 39 grados. El cansancio y la pesadez invaden el cuerpo. Son las sensaciones iniciales de la mayoría a los que golpea con más fuerza el Covid-19. Así lo sintió Vicente Ureña, un vecino de Valenzuela de Calatrava de 56 años. “Enseguida vi que había caído en este virus nuevo”, relata Vicente, que durante una semana permaneció en casa con fiebre hasta que tuvo que ir al Hospital General de Ciudad Real, donde estuvo ingresado doce días.
En su primera jornada en el centro hospitalario lo pasó mal, con fatiga, fiebre y diagnóstico de neumonía. El tránsito hacia la mejoría fue un camino lento y hasta el quinto día de ingreso no comenzó a notar avances. En los pasillos del hospital percibía tranquilidad. No se oían el habitual murmullo de visitas, sólo el ir y venir de un personal sanitario al que Vicente está muy agradecido. “Los doctores y enfermeras han sido muy atentos con nosotros, nos tomaban la temperatura y la saturación de oxígeno tres veces al día y estaban pendientes de nuestra medicación”. En especial está agradecido Vicente por la atención del médico hacia su familia, a la que llamaba todos los días para informar de su estado.
Fueron días largos para Vicente que afortunadamente, conforme se iba encontrando mejor, llenaba hablando con su familia por teléfono y conversando con los dos compañeros de habitación que tuvo durante su ingreso.
Ya en su casa en Valenzuela, Vicente continúa recuperándose bajo la supervisión de su médico de familia. Durante dos semanas ha necesitado de un soporte de oxígeno que ahora solo mantiene por las noches. “El cuerpo se ha llevado un palo muy grande y me estoy recuperando poco a poco”, concluye Vicente dando ánimos a todas las personas que están sufriendo un coronavirus del que desconoce cómo pudo contagiarse.
Rubén Rincón, de Daimiel
Igual que Vicente Rubén Rincón desconoce en qué momento entró el coronavirus en su cuerpo. Peluquero en Daimiel, con 28 años, es uno de los primeros contagiados confirmados en la provincia de Ciudad Real. Comenzó con un malestar el 1 de marzo que consideró que podría ser una resaca tras la celebración del Baile de las Brujas. En un principio su médico consideró que podría ser una gripe, aunque en una segunda visita sospechó que podría ser algo más y le solicitó una prueba urgente por neumonía que resultó negativa.
Eran unos días en los que la sombra del Covid-19 empezaba a alargarse por el país y la médico daimieleña concertó una interconsulta para Rubén. En la odisea de Rubén con 38 grados y medio visitó las Urgencias de Ciudad Real donde le realizaron pruebas para la gripe y regresó a su casa. El sábado acudió ya con 40 de fiebre al Centro de Especialidades de Daimiel y el domingo no le quedó más remedio que volver a acudir al Hospital de Ciudad Real.
“En Urgencias estaba medio desmayado, con 40,5 grados, y medió escuché a los sanitarios que posiblemente tenía Covid, así que me ingresaron”, relata Rubén, que está muy agradecido por el trato recibido por el personal durante los cuatro días que permaneció en el centro ciudarrealeño.
Han pasado siete semanas desde que comenzó a notar los síntomas y todavía tiene un poquito de tos. “Desconocemos tanto el virus que no sé si todavía me quedan restos”, explica Rubén, que subraya que una cosa tiene clara: “Primero nos tendrán que dar permiso, pero no abriré mi peluquería hasta que tenga una prueba o analítica que confirme que ya he superado el coronavirus, no quiero arriesgarme a contagiar a nadie, lo más importante es mi salud y la de los demás”.
Ángel Borrás, de Piedrabuena
Ángel Borrás, de 38 años, es concejal de Participación, Turismo y Seguridad en Piedrabuena y hasta el pasado domingo sumó tres semanas de total cuarentena desde su regreso a casa tras recibir el alta en el Hospital de Ciudad Real, donde llegó a estar dos días en la UCI.
Comenzó con décimas y se puso en contacto con el Centro de Salud de Piedrabuena, donde le recomendaron antitérmicos y reposo. Sin embargo el virus se hizo fuerte y a los diez días, ya con fiebre alta, diarrea y vómitos tuvo que acudir al hospital. “Estaba bastante mal. Tenía neumonía bilateral y fallo renal”.
“Los dos días en la UCI los recuerdo como en una nube, fueron los días más duros”, rememora Ángel, que de ese estado lisérgico cree recordar el trasiego del personal sanitario desplazándose deprisa de un lado a otro atendiendo a todos los enfermos. Afortunadamente la UCI fue un periodo corto y luego tuvo que permanecer otros once días en planta en la que la evolución fue lenta pero siempre favorable.
Algunas veces ha pensado dónde se contagió, pero es muy difícil saberlo. “Estuve con compañeros de trabajo y amigos, asistí a actos…”, enumera Ángel que el pasado domingo pisó por primera vez la calle después de semanas sin hacerlo. Lo hizo para ayudar en el reparto de mascarillas organizado por el Ayuntamiento piedrabuenero con el objetivo de evitar la propagación del virus.
Miguel, policía nacional en Ciudad Real
Miguel es policía nacional en Ciudad Real y sospecha que pudo contagiarse del virus durante los primeros días del estado de alarma, un momento en el que había mucha incertidumbre y no había demasiado material de protección. “Quizás fue durante el 11 de marzo, porque entre los días 16 y 17 casi todo el turno que trabajamos caímos malos”.
“De repente tuve una tiritona impresionante. Me abrigué con una camiseta térmica, un polar y tapado con mantas y seguía tiritando. Luego empezó la fiebre, el dolor de cabeza y un poco de dolor de garganta”, relata Miguel, que paso cuatro días muy malos, al igual que varios compañeros suyos, y que con paracetamol se aliviaban un poco.
Nunca tuvo la necesidad de ingresar en el hospital y el último día en el que se encontraba mal acabó con diarrea. “Ya me encuentro perfecto y estoy esperando que me hagan la prueba para dar negativo y poder volver a trabajar”.
Lo que más le ha sorprendido a Miguel de la enfermedad ha sido la pérdida completa del gusto y el olfato durante dos semanas, así como su capacidad para propagarse. Cuando notó los primeros síntomas se aisló en su casa del resto de su familia. Sin embargo está seguro que contagió a su familia aunque presentaron los síntomas de manera diferente. Su esposa no ha llegado a pasar días tan malos, pero ha estado más tiempo con dolor de cabeza y febrícula, mientras que sus hijos un día se despertaron con fiebre y dolor de cabeza y al día siguiente nada. “Parece que a cada uno le ataca de una manera”, concluye Miguel, que espera que pronto todo vuelva la normalidad.
Daniel Reina, alcalde de Almagro
El alcalde de Almagro, Daniel Reina, llegó a definir su experiencia con el coronavirus como “una carrera contra la muerte”. Durante veinte días estuvo ingresado en el Hospital General de Ciudad Real y hasta en tres ocasiones estuvo a punto de ser trasladado a la UCI.
“Lo peor es no poder respirar, tirando con un cuarto de pulmón, y prácticamente sentirte como un trapo”, rememora Reina que casi seis semanas después todavía sigue recuperándose en casa.
De esos días guarda recuerdos poco claros en los que estuvo aislado en una habitación de la que ha salido “por el ánimo, la profesionalidad y el buen hacer de médicas y enfermeros”, que han suplido el cariño directo que su familia solo le podía transmitir online o por teléfono. “Otro tanto por ciento ha sido la suerte”, reconoce.
Hasta este lunes ha estado en casa con un aislamiento total hacia su familia, aunque ahora los médicos, que han permanecido en constante contacto con él, se lo han levantado hacia un semiaislamiento en el que continúa teletrabajando y aportando desde su municipio para acabar con este Covid-19.