Son las ocho menos cinco de la tarde de un día cualquiera en los hospitales de la provincia y el personal, sobre todo el de Urgencias, se dirige a la puerta de entrada conversando bajo, como una letanía, repasando el estado de los pacientes que más preocupan. Con la última luz del día, con las ocho en el reloj, arrancan a aplaudir, al igual que las ventanas y balcones de todas las ciudades. Los ojos se enrojecen y no por las gafas protectoras. Por encima del estómago un nudo escala hasta la garganta. La tensión de los trabajadores de los hospitales se libera para recibir este trasvase de energía ciudadana, para seguir luchando contra un COVID-19 al que por el momento no se vislumbra fecha de caducidad. “Sin estos ánimos sería muy difícil llevar esto”, afirmaba estos días una enfermera de Ciudad Real.
Cuando acaban los aplausos el personal regresa a su puesto. El hospital ha agudizado el típico olor de ‘hospital’, huele a lejía. Ahora en las Urgencias hay dos caminos. En el Hospital General de Ciudad Real, a la izquierda la atención a patologías no respiratorias, al frente y a la derecha las respiratorias, es decir, el coronavirus que copa la mayor parte de la superficie del Servicio.
En las últimas semanas ha cambiado radicalmente el panorama de la atención urgente. Han desaparecido las urgencias que no son tales, los traumas han bajado a la mínima expresión (al estar la población confinada el riesgo de los mismos se ha reducido al máximo) y la mayoría de atenciones no respiratorias corresponden a sucesos cardiovasculares y cólicos.
Dolor por la distancia con el paciente
Profesionales sanitarios relatan la rara sensación que los acucia cuando ocupan sus puestos. Nada más llegar se ‘enforran’ en capas y capas de protección. Algunos sienten el lógico miedo, respeto, pero sobre todo vocación, responsabilidad y compromiso. Sin embargo lo que más duele es la distancia. Lo que antes era una atención distendida, conversando y bromeando cuando se podía con el paciente, ahora el contacto se limita a lo mínimo imprescindible. El cariño y el amor por la asistencia siguen presentes, pero no puede expresarse con cercanía.
Entre compañeros la relación también ha cambiado. Ya no hay cafés, ya no hay charlas. Pero la solidaridad entre ellos es ahora mayor que nunca y si se pueden ayudar, se ayudan. Si se pueden cambiar turnos o días para facilitar la conciliación de un compañero, se hace.
Complicaciones en la vida familiar
Y es que además de médicos, enfermeros, auxiliares, celadores, limpiadoras, son también padres, madres, hijos… Regresan a sus casas con miedo de llevar el virus a sus familias. Nada más llegar a sus domicilios prohíben abrazos, lavan su ropa y se duchan, tratando de mantener distancia durante el día. Otros han optado por vivir solos en una segunda residencia, en los hoteles o residencias habilitados para los sanitarios o, dentro de sus posibilidades, dividir la casa en dos. Más drásticos son los casos en las que parejas de sanitarios han decidido dejar a sus niños con los abuelos y ya va para tres semanas el tiempo que llevan sin verlos. A la par se suman duras situaciones puntuales en las que por miedo no se quiere cuidar a los niños de sanitarios o asistir en la limpieza de sus domicilios.
Personal sanitario indica que la situación en los espacios de Urgencias está más o menos controlada, aunque con situaciones complicadas en hospitales como los de Tomelloso Alcázar de San Juan, que durante esta semana se ha visto desbordado, obligando a habilitar más camas en todo el centro para evitar que haya tres pacientes por habitación, lo que dificulta la labor de los sanitarios y comprometiendo su seguridad y la de los pacientes.
Donaciones privadas
En este sentido el personal relata que ante la escasez de equipamiento, en especial de monos y equipos de protección individual (EPI´s), tratan de trabajar siempre de frente al paciente y evitar de esta manera que se contamine la parte trasera del equipo. “Así luego podemos quitárnoslo con más seguridad y resulta más fácil esterilizarlos para poder usarlos de nuevo”, explican. Al respecto, con diferencias entre centros, hay una muy pequeña reserva de EPI´s y monos para estos días, “pero ante la incertidumbre de si vendrán más en los próximos días, tratamos de usar el mismo lo máximo posible y desinfectarlo con lejía entre usos”.
Los trabajadores de todos los centros hospitalarios de la provincia coinciden en que las donaciones privadas de material, literalmente, les ha salvado y les ha permitido afrontar con más seguridad la asistencia en los últimos días, tras un periodo inicial en el que el reparto de mascarillas y equipos de protección se realizó a cuentagotas. “No pueden ni imaginar lo agradecidos que estamos y seguro que cuando esto acabe haremos algo para agradecérselo”, afirman desde el hospital ciudadrealeño.
Coronavirus en la provincia
El drama de esta pandemia se concentra en las zonas de hospitalización de los seis hospitales de la provincia. En especial en las Unidades de Cuidados Intensivos de Ciudad Real y Alcázar, donde han ampliado al máximo posible su número de camas en función del equipamiento disponible para equiparlas, a la par que el resto de hospitales han improvisado camas UCI exprimiendo los recursos con los que cuentan.
Ante unos recursos limitados los profesionales se enfrentan al drama de elegir y maximizar la eficiencia de lo disponible para alcanzar las mayores garantías de éxito. “Todo esto te lo llevas a casa: lo de menos son las marcas en la cara de ir todo el día con mascarilla, gafas y pantalla protectora; lo peor es la angustia de cuando no se puede luchar siempre hasta el final, aunque sólo haya un uno por ciento de probabilidad de éxito”.
El Ministerio de Sanidad cifró en 28 días la estancia de media de los pacientes ingresados en la UCI. Un largo camino en el que los profesionales de estas áreas (intensivistas, anestesistas, enfermeros, auxiliares…) se emplean al máximo y se celebra cada pequeño éxito que supone un paso hacia el fin de la emergencia sanitaria. La primera extubación hace casi dos semanas en la UCI de Ciudad Real, la primera alta de la UCI de Mancha Centro el domingo 29 de marzo, pequeños logros que animan a seguir adelante.
Camas
El reto de los hospitales de la provincia es ahora que no haya necesidad de habilitar camas fuera de las instalaciones hospitalarias. Y es que, como explican profesionales sanitarios, el que el paciente esté fuera del hospital puede complicar su atención, “porque hemos visto como pacientes estables y que parecían mejorar se ponían muy graves en apenas media hora saturando hasta el 60%”. Por este motivo el Hospital de Ciudad Real, y otros centros, han instalado camas en la zona de consultas por si hicieran falta, aunque desean no tener que usarlas por los inconvenientes aparejados a esta adaptación forzosa: principalmente por la falta de baños y duchas individuales para los pacientes.
Los sanitarios no son ajenos a contagiarse del COVID-19. Se estima que en torno a un 15% de los contagiados son profesionales sanitarios. Ahora, tras unos días iniciales de desconcierto en los que algunos profesionales tuvieron que trabajar con síntomas, ahora cualquier trabajador que presente algún indicio de coronavirus inicia cuarentena en su casa y si no se desarrolla la enfermedad se reincorpora a su puesto. Con la llegada de los nuevos test rápidos, el personal espera poder conocer con más rapidez que con las técnicas de PCR si está contagiado o no y si poder reincorporarse con garantías.
Al respecto el personal consultado por este medio expresa en este sentido frustración e impotencia por no poder realizar su labor con las mayores garantías posibles de seguridad, porque como insisten “no somos héroes, somos personas que también nos podemos contagiar, y que tenemos familia y que también tenemos riesgo de padecer el virus con gravedad”.
Voluntarios
Todo el personal está colaborando en esta crisis. Los profesionales que han visto suspendida su actividad habitual, están apoyando a los que se encuentran en primera línea en la lucha contra el virus y muchos otros con experiencia previa han decidido cambiar su destino actual para incorporarse en servicios ahora fundamentales como Urgencias, UCI o Interna.
En este panorama han aparecido los voluntarios para aportar su grano de arena. Más de un centenar de estudiantes de Medicina que han realizado el MIR y graduadas de Enfermería se están incorporando poco a poco a los centros hospitalarios y a los centros de salud. Aprendiendo a marchas forzadas los programas informáticos, están apoyando en la medida de sus posibilidades en Urgencias, en planta, Epidemiología, entre otras áreas, asumiendo en muchos casos la importante labor de informar a las familias sobre el estado del paciente. Un volumen de trabajo descomunal ante el elevado número de hospitalizaciones.
Son ya 4.125 los contagiados confirmados y los profesionales recuerdan: la mejor manera de ayudar es quedarse en casa y salir lo mínimo imprescindible, porque en los hospitales no hay números, hay 1.018 hospitalizados con nombres y apellidos a los que curar.
