A. R.
Cuando a una mujer “la saben tocar y amar” genera unos “jugos tan dulces como los de las naranjas y mandarinas”, asegura Lidia Rodríguez, directora del montaje ‘La piel del agua’, que ha convertido la sala Teatro de la Sensación en un baño turco femenino.
Un total de 24 mujeres en cada sesión, dos ayer y otras dos hoy -a las 19 y 22 horas-, pasan a este hamman o baño turco sólo para mujeres en el que se invita a las participantes, nada más entrar, a desnudarse. A lo largo de la propuesta, en la que se recrea la “potencia poética” del baño turco, “nunca es obligatorio hacer algo que no se desee”, explica Rodríguez, que indicó que esta producción anima, mediante la seducción del olor, elementos como las naranjas y diversos juegos, a que el público forme parte de un espacio imaginario especial y cada espectadora dé el paso y, como Alicia en el País de las Maravillas, conecte con su heroína interior, sea valiente, cruce el cristal y se disponga a sentir.
Las cuatro actrices de la producción de ‘Teatro en el Aire’ se convierten en tayabastes o mujeres que bañan a otras mujeres –cada una a seis espectadoras-, al tiempo que articulan conversaciones y todas las participantes van compartiendo, “además de su piel, su corazón”. Hablan, entre otros temas, de las complicaciones y aciertos de la vida, de amores y desamores y las metamorfosis de las mujeres, que “somos lunares y estamos hechas de agua”, indica Rodríguez, que resalta que se trata de un juego de experiencias en el que emerge la complicidad y se invita a recuperar la capacidad sensorial.
Como a un bebé
De su satisfactoria propia experiencia cuando visitó en Turquía un hamman en el que una tayabaste, a la que no entendía ni media palabra, la bañó “como si fuera un bebé”, surgió el propósito de crear este montaje que busca crear un “espacio de bienestar, caricias, risas y confidencias” del que las mujeres salen “fortalecidas” por su belleza, capacidad de generosidad, de amar y de creación.
De Carlos Javier Sarmiento es el texto poético de la producción, mientras que Lidia Rodríguez y Ana Ramos son las responsables de la dramaturgia relacionada con la parte sensorial de una propuesta en la que se busca que, liberadas de presiones y prejuicios, se disfrute con la sensibilidad táctil, del gusto y el olfato.
Siempre con mucho respeto y en un espacio escénico diseñado de forma minuciosa, en la intimidad del baño las mujeres presentes dialogan sobre su primer amor, su primer beso, la maternidad, la familia que han ido creando en la vida, las rupturas, lo no deseado y también lo anhelado en una complicidad que genera “cosas muy bellas”.