A. R.
Ciudad Real
El Café de París exhibe desde ayer una exposición colectiva integrada por 30 obras de 30 autores del Centro de Arte ‘La Ciudad de las Escaleras’, donde imparte clase Manuel Plaza Trenado, creador licenciado en Bellas Artes con una amplia experiencia en el ámbito de la formación.
La muestra, que puede presenciarse hasta Semana Santa, reúne 29 obras de alumnos de ‘La Ciudad de las Escaleras’ y una del propio Manuel Plaza, a cuya academia acuden personas de todas las edades y actividades profesionales. Dentro de un mes, cumplirá dos años y medio de actividad ‘La Ciudad de las Escaleras’, donde, en un ambiente agradable y relajado, trabaja una treintena de alumnos, grupo en el que ha cuajado la amistad y que está formado tanto por quienes acaban de empezar en la pintura como por autores con una larga trayectoria.
La inauguración de la exposición contó ayer con un ágape de platos caseros elaborados por los propios alumnos de la Academia, situada en la calle Ramón y Cajal 9, 1º C, y cuyo nombre procede de un cuento escrito por Alberto Martínez Calero, indicó Manuel Plaza, que resaltó que ‘La Ciudad de las Escaleras’ hace referencia al trabajo en común, codo con codo y a la inquietud del artista que debe “ponerse las pilas” y luchar contra la pereza y la comodidad en favor de la creación.
Amplia variedad
Paisajes de encinas, de Suiza, panorámicas de tejados y calles andaluzas se pueden presenciar en una exposición de una amplia variedad temática y estilística, en la que se exhiben cuadros que son resultados de ejercicios propuestos a sus alumnos por Manuel Plaza como pintar el edificio Metrópolis de Madrid, los jardines de la Alhambra, bares con músicos o escenas de mafiosos y películas de cine negro.
En la muestra, con obras de pintura al óleo sobre tabla entelada, también está ‘Vista de Gregorio y Ezequiel’, del propio Manuel Plaza, quien desde hace siete años vende su pintura todos los domingos en la madrileña Plaza del Conde de Barajas con la Asociación de Pintores ‘Taller Abierto’.
Para Manuel Plaza, que impartió clases de pintura durante seis años en el Villaseñor, el primer ingrediente en la enseñanza es el interés del alumno y el segundo la flexibilidad a la hora de ofrecer caminos y alternativas para trabajar y moverse. A su juicio, el arte no es una mera cuestión de técnica. “El talento, lo que el autor ponga de sí mismo es determinante”, afirma, para resaltar que el hecho de que el pintor se olvide de lo que sabe es muy importante, para lo que tiene que tener muy claro en la cabeza los conceptos técnicos.