Las mujeres que están detrás de los muros, a las que muchas veces no se ve, que trabajan, cuidan y sostienen las emociones y la familia, son retratadas por Adela Camacho en la muestra ‘Santas y Madres’ que se exhibe desde este viernes en el Museo Elisa Cendrero.
Se trata de ‘un relato rural contemporáneo femenino’ basado en la propia experiencia vital de la artista, cuya producción gira en torno a lo femenino, a la búsqueda y representación de la madre, utilizando para ello diversos estilos pictóricos según el estadio emocional y evolución de su trayectoria, comentó la comisaria de la muestra, Valérie de la Dehesa.
La muestra, que incluirá la presentación de un catálogo sobre la propuesta expositiva, comienza con un cuadro de varias mujeres en torno al pozo del patio en torno al cual se gestiona la vida en una casa de pueblo. Los retratos femeninos llevan máscara, representan un papel, en esta primera parte de la exposición, en la que también se encuentran una madre niña que “ya tiene toda una trayectoria montada a nivel social, cultural y religioso” y una mujer que se esconde detrás de un hábito; así como la propia madre de Adela vestida con complementos de folclore y a la que también pinta “quitando, desmontando la máscara”.
Las madres carmelitas con las que estudió Adela y que la miran protegiéndola emocionalmente aparecen a continuación en una exposición cuyo cuadro insignia es el realizado a partir de la foto que eligió su tía Amalia para que la colocaran en su tumba. Le siguen un retrato “muy fauvista” de una madre joven que llega a la maternidad “sin saber muy bien dónde se mete” y un cuadro de una madre cuidando de su hijo, para llegar a ‘La delgada línea roja’, en la que podría verse esa “especie de soledad interna ante lo que acontece en la vida”.
Un poco más adelante, dos relevantes obras dialogan: la de la ‘Madre trampa’ que, con mantilla, no mira al espectador, está como ausente, y ‘Cuentas de la vida’, con una niña vestida de comunión con las cuentas en rojo del rosario representando el comienzo de una vida trazada “a nivel religioso, social y, definitiva, todos los niveles”.
La máscara que cayó con ‘La delgada línea roja’ ya no aparece en la siguiente selección de obras en las que Adela, quien “a través de su propia experiencia de tener hijos y descubrir lo que es la vida”, retrata el mundo de la materialidad y ya pinta a las mujeres “con carne”, a las amas de casa que son las que “manejan la materia, las que limpian, cocinan, planchan, lavan, matan a los animales para el consumo del hogar y plantan el huerto”, indicó Valérie.
Su potente expresionismo coge fuerza al retratar a otras mujeres que están tras otros muros, en otros “contenedores”, los asilos, muchas veces invisibilizadas y que son “mujeres que nadie retrata, no interesan y que podemos ser nosotras dentro de poco”, agregó Valérie. Así mismo, exhibe el cuadro de una amiga, Cristina, recientemente fallecida, y una serie sobre los hospitales, donde se gestiona la vida y la muerte, incluyendo desde una madre que da de mamar a su bebé hasta una imagen de Santa Gema como patrona de los enfermos. De ahí, con un lenguaje pictórico más imaginario, la muestra conduce a la representación de santas relacionadas con lo cotidiano, así como mujeres astadas que luchan por su vida y familia, para culminar, como una “explosión final”, con ‘El poder de la soledad’.
La inauguración de la muestra contó con la presencia de la primer teniente de alcalde, Eva María Masías, además de la delegada de Igualdad, Manoli Nieto, quien elogió la colaboración institucional entre el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta para la celebración en el Elisa Cendrero de esta muestra que se quiere llevar a más localidades de la provincia, promocionando la creación de esta artista de la tierra que refleja “muchos rostros de las mujeres del mundo rural que han sido invisibles y todavía lo siguen siendo”.
