Sucede en Pontevedra, pero podría ocurrir en cualquier otra ciudad española o de otros países, donde “un héroe se enfrenta a unas fuerzas del mal que lo superan” y que en esta novela “se llama droga como podría llamarse de otra forma”, indica Alberto de Frutos, autor del thriller judicial ‘Elisa o el laberinto de los inocentes’, obra ganadora del III Premio Internacional de Narrativa ‘Novelas Ejemplares’ impulsado por la Facultad de Letras y la Editorial Verbum.
A finales de los años noventa, se sitúa esta novela policíaca que, según de Frutos, busca reflejar el coraje cívico de algunos individuos. “El protagonista es un juez que hace todo lo posible a través del encuentro con un periodista y de la chica de la que se enamora para acabar con el terror que domina su ciudad”, en este caso, la lacra del narcotráfico en Galicia.
El título se debe al nombre de la joven, Elisa, que lleva al juez a su compromiso vital de vencer la voz de su amo y las consignas de mirar hacia otro lado, y a la idea de que la justicia es ese laberinto kafkiano del que muchas veces los inocentes no salen bien parados, señaló el escritor, que indicó, así mismo, que también es “una obra sobre el compromiso moral de cada persona, la necesidad de hacer elecciones, y a veces jugarse la vida para derrotar el mal”.
De Frutos, que presentó la obra en la librería Serendipia, expuso que se trata de una novela “muy intensa, casi vertiginosa”, ya que el principal reto era ser capaz de dar vida en apenas cien páginas a los personajes principales y a una serie de situaciones logrando una mirada atenta y sin descanso del lector.
Periodista madrileño de la revista Historia de Iberia Vieja, De Frutos indicó que inició su trayectoria como escritor en el ámbito de la poesía, para después centrarse en el relato corto y ‘Elisa o el laberinto de los inocentes’ tiene un lenguaje muy cuidado, que casi intenta acercarse a la poesía. Un tema de actualidad como es la corrupción política, en relación también a las mafias del narcotráfico, se aborda en esta obra que comenzó a escribir a raíz de ver, en una de sus visitas a Pontevedra, una barca incendiada en un puerto, lo que le inspiró a elaborar la trama.
Para De Frutos, que confesó sentirse muy orgulloso de ganar el premio convocado por la Facultad de Letras y Verbum, la novela corta requiere, al igual que el relato, que “te atrape desde la primera línea y no tenga momentos de decaimiento o flaqueza”. Debe ser “una especie de carrusel, de tío vivo”, de manera que “una vez que te montas no puedas respirar hasta que te apeas”. Mientras que en una novela larga tienes momentos para la reflexión y a veces te puedes alejar un poco de la lectura, una novela corta precisa sobre todo de “una precisión de cirujano para que el lector no se te escape en ningún momento”.
