La galería Aleph inaugurará la nueva temporada el viernes 4 de octubre con la serie de grabados Los Disparates, de Francisco de Goya.
La muestra, que podrá presenciarse hasta el 16 de noviembre en Aleph, presenta la serie de 18 grabados (aguatinta y aguafuerte) realizados por Goya entre 1816-24. La colección completa que se presenta en la galería Aleph tiene casi 140 años y pertenece a la segunda edición impresa por la Calcografía Nacional en 1875.
Los grabados de Goya muestran su extraordinaria habilidad con el aguafuerte del que saca todas las posibilidades expresivas, convirtiendo los grabados en parte esencial de su producción artística, tanto por la técnica como por la temática.
Aleph resalta que, de las 4 series de grabados realizados por Goya -los Caprichos, los Desastres de la guerra y la Tauromaquia son las otras tres-, los Disparates plantean las imágenes de más difícil lectura, reflejan un mundo oscuro, a veces grotesco, satírico, erótico, profundamente crítico, carecen de una línea temática clara, no hay unas claves interpretativas definidas. Quizá la más aceptada por los estudiosos es la carnavalesca por su carga de irracionalidad, de transgresión de los valores políticos y religiosos de la época, de manera que es la que más se aproxima al intento unificador de la serie. Son muchos los enigmas que surgen, tanto por las diferencias de los dibujos preparatorios (se conservan 15 en el Museo del Prado) con los grabados finales, como por la pérdida de las referencias compositivas, el espacio indefinido, el contraste de las siluetas, las luces y las sombras, los planos superpuestos y la gran fuerza expresiva que dota de independencia las imágenes respecto del que las contempla.
Guiño
Haciendo un guiño a la modernidad juega con el espectador inquietándolo, situándolo en una difícil perspectiva, casi ridícula por su irrealidad, propone una visión subjetiva en la que la imagen adquiere significado por sí misma, transgrede los códigos de interpretación clásicos y cuestiona los valores tradicionales vigentes en la época prescindiendo de la comunicación con el observador. Además, la estampa, haciendo abstracción de la realidad que representa, prescinde de la intencionalidad.
Las escenas costumbristas toman un significado crítico a través de imágenes violentas y oníricas que, en muchos casos, se han relacionado con una crítica al poder establecido. Los elementos simbólicos evidencian el gran pesimismo del aragonés patente en la representación de la muerte, la vejez, el engaño, la farsa, la juventud y la perdida. Valeriano Bozal señala que estas estampas son un reflejo de la época. Goya expresó, mediante alegorías, la complicada situación que le tocó vivir.
Bozal relaciona la serie con la estética de lo sublime, de lo terrible y amenazante que tan en boga estuvo a finales del siglo XVIII.
Los Disparates es la serie que más interés ha despertado como metáfora de los “pecados y estulticias originales” del ser humano. Muchos filósofos y artistas como Baudelaire, Paul Klee, E. Nolde, Aldous Huxley, Gómez de la Serna y los estudiosos Camón Aznar y Glendinning han hecho de los Disparates objeto de su análisis, señalando en ellos el origen del expresionismo por su inextricable mezcla de intensas emociones y terror, reconociendo el complejo universo irracional del artista.