“Esto es Calderón, lo demás es caldereta”, aseguró el novelista y poeta Benjamín Prado, responsable de la versión de ‘La hija del aire’ que la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), bajo dirección de Mario Gas, representará desde este viernes 19 al domingo 28 de julio en el Teatro Adolfo Marsillach del Hospital de San Juan.
Tenía las opciones de apostar por una versión que gustara más a los filólogos y otra que encandilara a los espectadores, y optó por la dirigida al público para que se lo pase “de puta madre” con este texto del que considera el “mejor poeta del Siglo de Oro”. Este trabajo es “una de las cosas más bonitas que he hecho en mi vida”, afirmó Prado, que resaltó que se trata de una formidable obra de la que se dice que en realidad son dos, aunque verdaderamente podrían ser quince por la multitud de temas que toca como el poder, la locura que genera la pérdida de este poder –“sin que esto tenga que ver con los ex presidentes del Gobierno español”, matizó-, la avaricia, los celos, la fidelidad, la amistad, la traición, la desesperación, el feminismo,… “Tiene tantísimas cosas” esta obra que parece mentira que estén todas en la misma pieza, expuso el escritor madrileño, que apostó en esta versión por “la nobleza del entretenimiento”, que no tiene nada que ver con la telebasura, sino con la capacidad de un espectáculo de que el espectador ponga en su vida un paréntesis durante dos horas y media, se vaya a otro lugar y disfrute con algo que también habla de él.
La propuesta de la CNTC busca mantener enérgico el “latigazo continuo emocional que supone esta grandiosa historia”, indicó, por su parte, Gas, quien se estrena como director en el Festival de Almagro con esta obra que desde la austeridad y esencialismo, transmite una estética próxima a finales del XIX y período de entreguerras, en el que están los nacionalismos, el nacimiento del fascismo y los totalitarismo, para mostrar una historia “fantástica” con unos “maravillosos versos” en la que se habla, entre otros temas, de “la utilización del poder, los renglones torcidos con lo que a veces escribe la personalidad humana, los desvíos, los amores, los castigos, una mujer en un mundo de hombres, la pasión que lleva al encadenamiento u ocultamiento de la libertad del otro, la traición, la ambición hasta la aniquilación y la búsqueda de hasta tu propio verdugo”.

La propuesta busca esencializar, clarificar y devolver al público el texto, a partir de un teatro sobre lo que nos concierne e importa, para que el espectador “agarre todo aquello que quiera agarrar”, comentó Gas, que destacó el alto nivel del elenco que dirige encabezado por Marta Poveda, quien logra en un difícil y arriesgado doble papel transmitir con precisión y agudeza muchos colores de la paleta de las emociones.
Para Poveda, que indicó que el de esta producción es el elenco más compacto, fuerte, saludable y engrasado en el que ha trabajado, la palabra de Calderón logra algo fantástico que es la coreografía del pensamiento y la emoción a través de la estructura versal. Poveda, que da vida a una mujer que tras estar sometida la primera mitad de su vida debe decidir qué hace con su libertad, moral y poder, es imposible que nadie al salir de esta función deje de cuestionarte su moralidad y, sobre todo, “hasta qué punto es dueña de sus propios actos”. A su juicio, “somos más dueños de lo que nos creemos de los pequeños actos y estaría bien que ejerciéramos más nuestro propio poder”.