‘El animal de Hungría’ es el aleph de Lope. En esta obra, de la que no tenemos referencias sobre anteriores puestas en escena, están todos los lopes. Está el Lope de capa y espada, claro; nos encontramos, cara a cara, con el Lope filosófico de ‘El castigo sin venganza’; y el Lope humorístico de ‘El perro del hortelano’ o ‘La dama boba’. Y más, porque resulta que hay un Lope fantástico, cercano a las historias de terror decimonónico, ésas en las que el pueblo persigue a Frankestein y se aterroriza con el poder de Drácula.
Hacía falta energía y valor para no desmerecer el texto, mucho más olvidado de lo que merece. El colectivo Állatock, con Ernesto Arias, que está en todas partes en este Festival, a los mandos, no sólo se los ha echado, sino que, además, ha añadido imaginación, profesionalidad, entrega, entusiasmo y talento para firmar una de las obras de esta edición , una de esas que alimentan las ganas de ir al teatro porque existe la posibilidad de que te encuentres algo así.
Ya desde el principio, desde la introducción en la que el elenco presenta la obra con una haka, la danza guerrera maorí, teatro en estado puro, una corriente de energía va de las tablas al patio de butacas, que asiste a la construcción telúrica del escenario: piedra, árboles y tierra, mucha tierra, negra. Desde ese momento, acompañados siempre por una música ambiental que nos acerca al cine, por una ambientación insinuante, nebulosa, Lope y sus vicarios en este Almagro 2021 van desnudando a los hombres, pero sobre todo a las mujeres, poniendo negro sobre blanco los instintos y los hueros intentos de embridarlos, enfrentando la Naturaleza con la Civilización regia para que lleguemos a la conclusión de que vienen a ser casi lo mismo, que sólo el miedo y la hipocresía parece separarlos.
La historia es rocambolesca, precursora de aquellas fabulosas de los hombres salvajes centroeuropeos de la Ilustración primero, del Romanticismo después. La reina Teodosia cae en desgracia porque su hermana, Faustina, hace creer a su marido, el rey de una Hungría fantástica, con mar y todo, que lo engaña con el rey de Escocia. Abandonada en un bosque para que se la coman las fieras, Blancanieves áurea, éstas la salvan y Teodosia, vestida con las pieles de cabra, con los cuernos diabólicos por sombrero, se convierte en un animal de Hungría, una criatura fantástica que siembra el terror entre los campesinos. Rapta a la hija de su hermana, Rosaura, ya reina sustituta, y la cría alejada de la civilización, cercana a su naturaleza, ésta sí verdadera animal de Hungría.
Esta historia fantástica, se cruza con la de Felipe, hijo ilegítimo de los que después serán los condes de Barcelona, al que su abuelo abandona en el mismo bosque por castigo y vergüenza. Será acogido por Laura, noble campesina que está en el secreto de Teodosia. El encuentro de Felipe y Rosaura desatará todos los conflictos, que se resuelven, bien, gracias al perdón de unos y otros, nada de venganzas crueles. Una revolución lopesca.
Es algo más de hora y media de imaginativos recursos escénicos, de envejecimientos ante los ojos del espectador, de transformaciones prodigiosas, de versos maravillosos bien dichos, un vaivén entre lo serio y lo bufo, un desempeño actoral de primer nivel y un regusto en el paladar de trabajo bien hecho, de exploración prometedora de cosas nuevas.
Solo queda aplaudir: a su director, Ernesto Arias; a Brenda Escobedo, que firma la dramaturgia; y a los ocho jóvenes actores (Antonio Prieto, Gonzalo Lasso, Inés González, Jorge de la Cruz, Laura Ferrer, Natalia Llorente, Carmen Quismondo y Óscar Fervaz) que nos cogen, más del cuello que de la mano, y con gestos enérgicos nos obligan a descubrir este aleph lopesco, esta joya escondida en el pozo sin fondo de nuestro teatro, además de una reivindicación, seria y nada coyuntural, de la mujer y su capacidad, de la franqueza, de todo lo bueno que guardamos en nuestro interior y que se mantiene a salvo de la mancha de la hipocresía civilizadora. Bravo, pues.
Dirección: Ernesto Arias
Dramaturgia: Branda Escobedo y Ernesto Arias
Escenografía: Álvaro Sobrino
Vestuario: Nuria Martínez
Iluminación: Raquel Rodríguez
Música: Jorge Eliseo
Reparto: Antonio Prieto, Gonzalo Lasso, Inés González, Jorge de la Cruz, Laura Ferrer, Natalia Llorente, Carmen Quismondo y Óscar Fervaz