A. R.
Ciudad Real
“Si las mujeres que trabajan en la industria bélica hubieran parado veinte minutos, la guerra estaría perdida para los aliados”, aseguró el mariscal francés Joffre, lo que refleja el esencial papel que ejerció la población femenina, incorporándose a muy diversos ámbitos, durante la I Guerra Mundial, indicó la filóloga Oliva Blanco Corujo, comisaria de una exposición que muestra a través de carteles cómo se animó a que las mujeres desempeñaran tareas que antes solían estar destinadas a unos varones que se encontraban en su mayoría en el frente luchando.
A 74 millones de varones movilizó la I Guerra Mundial, lo que hizo que se instara a la población femenina a ocupar aquéllos espacios productivos y asistenciales que habían quedado mermados o desiertos a través del cartel que, utilizado con fines publicitarios en el siglo XIX, pasó a ser un objeto de agitación y propaganda.
Durante la contienda, las mujeres están en la agricultura, las fábricas de armas, conducen tranvías y ambulancias, se alistan a la marina y son enfermeras, señaló Blanco, que expuso que la incorporación de la mujer fue “masiva” en los países aliados, con datos que indican que en Francia trabajaron 800.000 mujeres en el medio rural y un millón lo hicieron en las fábricas de municiones de Reino Unido, mientras que había fábricas alemanas con un 38 por ciento de mujeres trabajando, “porcentaje alto si se considera con el período anterior pero bajo respecto a los aliados”.
Para Blanco, que indicó que hay historiadores que estiman que la I Guerra Mundial no acabó en el 18 sino en el 45, cuando finalizó la II Guerra Mundial, lo que significaría que fue “la Guerra de los 30 años del siglo XX”, el hecho de que las mujeres alemanas se incorporaran menos al mantenimiento del tejido social “pudo ser una de las causas de que Alemania perdiese la guerra”.
Una selección de medio centenar de carteles de los distintos países en conflicto integran la muestra ‘Mujeres en la Primera Guerra Mundial”, estructurada en secciones con reproducciones de obras con la población femenina como protagonista que reflejan los inicios del conflicto y cómo se anima a que se incorpore la mujer a la agricultura, la industria bélica, las fuerzas armadas, los servicios auxiliares y de enfermeras como ‘ángeles de las trincheras’. También hay obras relativas al nacionalismo, el papel de los niños y el que ejerce EEUU cuando entra en la guerra.
En los carteles, de muy diferentes estilos, suele encontrarse “un choque entre lo que se pretende lograr y los estereotipos que el cartelista tiene grabados en el hipotálamo”, apreció Blanco, al referirse, por ejemplo, a anuncios de la marina que más que aludir a una situación bélica parecen carteles de “moda”.
Así mismo, en relación con la imagen que se transmite de la mujer, hay carteles muy diversos desde el de una mujer británica que anima a su marido a ir a la contienda despidiéndole detrás de una ventanita hasta otro del nacionalismo irlandés en el que una fémina en actitud ‘guerrera’ le indica a su pareja en gaélico ‘O vas tú o voy yo’.
En otras ocasiones, es el mensaje cargado de estereotipos sobre la mujer el que choca con la intención de la ilustración, agregó Blanco, que señaló que en el transcurso de la guerra, que se creía que iba a ser una contienda rápida pero que al final no fue así, hubo incluso recelo sobre la incorporación de la mujeres a los distintos sectores productivos y quien dijo que “a las mujeres les interesaba que siguiese la guerra porque así ganaban más dinero trabajando en la fábrica”. En este sentido, se promovieron estadísticas sobre cómo desempeñaban su trabajo las mujeres en actividades como conducir los tranvías en París y se comprobó que no había más accidentes, de manera que “lo hacían igual de bien o mal que los varones”.