Anoche tuvo lugar en la Antigua Universidad Renacentista de Almagro (AUREA) la última función del ‘Cantar de cantares’. Una obra exquisitamente poética, que se nos antojó un triple homenaje, en primer lugar a Castilla-La Mancha en la persona de su autor, Fray Luis de León, humanista, teólogo y escritor, que refleja en su obra el espíritu del Renacimiento. Y que no vino al mundo en León, sino en el municipio conquense de Belmonte.
El segundo homenaje, queremos verlo en la Comunidad invitada este año, al ser la compañía que puso en escena este ‘Cantar’, el Museo de la Universidad de Navarra. Pero tampoco podemos sustraernos del hecho de que es Portugal este año el país invitado. Y de allí es originaria nuestra actriz, Ana Cris, la que representó el papel de esposa. Por lo tanto, se nos ha ocurrido que ‘tres en uno’ es mejor celebración y motivo de alabanza.

Vayamos ahora a nuestro Fray Luis de León, cuya poesía se caracteriza fundamentalmente por la influencia clásica, bíblica e italiana siempre desde una visión cristiana, aunque con ciertos rasgos platónicos. Juntamente con un estilo sencillo, sobrio y rápido. Sus temas preferidos y personales, son el largo número de odas que llegó a escribir, el deseo de la soledad y del retiro en la naturaleza (tópico del Beatus Ille), y la búsqueda de paz espiritual y del conocimiento (lo que él llamó la verdad pura sin velo). Un hombre inquieto, apasionado y vehemente, que deseaba la soledad, la tranquilidad, la paz y el sosiego.
DE CUENCA A SALAMANCA
Nacido en Belmonte (Cuenca), en 1527, Luis de León era hijo de Lope de León y de Inés de Varela, una familia acomodada de ascendientes conversos. En razón de los cargos de su padre, abogado, Madrid, Valladolid y Granada, fueron el escenario de sus primeros años, hasta que en 1541 lo envían a estudiar a Salamanca con la intención de hacer de él un hombre de leyes. En 1543 ingresa en el convento agustino de Salamanca, donde se licencia en Teología, estudiando después hebreo en Alcalá. Al adquirir la cátedra en Salamanca, debió levantar la envidia de los dominicos, que tenían a su cargo la Santa Inquisición.
No dudaron en hacer uso de ella para denunciar a Fray Luis de León, al que acusaron de preferir la versión hebrea de la Biblia a la Vulgata y de traducir el ‘Cantar de los Cantares’ a la lengua vulgar. Las acusaciones desembocaron en que nuestro agustino ingresara en una prisión de Valladolid en marzo de 1572, cuya calle fue bautizada con su nombre. Su estancia en la cárcel finalizó en 1576. Cuando recuperó su cátedra en la Universidad de Salamanca y en su regreso, comenzó la clase con ese mítico Dicebamus hesterna die o “Como decíamos ayer”, que hoy parece ser cuestionada por muchos. De hecho, cuatro siglos después, Miguel de Unamuno repitió la frase “Como decíamos ayer” al recuperar su puesto como rector de la Universidad de Salamanca, tras volver de su destierro en Fuerteventura y París a causa de la dictadura de Primo de Rivera.
SU GRAN PECADO
El único delito de Fray Luis de León había sido traducir el Cantar de los Cantares directamente del hebreo, con glosas y comentarios, aunque lo hizo privadamente para ilustrar a su prima Isabel de Osorio, monja en el convento salmantino de Santi Spiritus,que desconocía el latín. Alguien había sacado sin consentimiento una copia, que fue ampliamente difundida. En los Índices de libros prohibidos por la iglesia de Lisboa (1581) y Toledo (1583) aparecen tanto su versión en prosa, como otra de dudosa atribución, en verso. Tras ser finalmente absuelto, parece fuera de toda duda la autoría de la décima graffiti escrita en sus paredes:
“Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
¡Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y, con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa,
ni envidiado, ni envidioso!”

A partir de 1580 estuvo muy ocupado en los asuntos de su orden, aunque tuvo tiempo para ordenar y corregir sus Poesías ocultándose bajo el pseudónimo de ‘Luis Mayor’ y poniéndoles un prólogo y dedicatoria a su amigo el inquisidor general Pedro Portocarrero.
“Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo”.
Fray Luis de León es una figura indispensable para entender el Renacimiento español. Convertido en símbolo de la resistencia frente a un poder opresor representado por la Inquisición, su vida muestra un apasionante contraste entre el mundanal ruido y la búsqueda de la armonía interior. Su obra más importante en prosa es De los nombres de Cristo, que escribió durante su cautiverio.
SU NOTABLE OBRA
Otras obras de Fray Luís son La perfecta casada (1583), consistente en un tratado de virtudes que debe poseer la mujer, y Exposición del Libro de Job; otras obras en latín, y sus odas en verso y castellano: A la vida retirada, A Francisco de Salinas, En la ascensión, Noche serena, A Felipe Ruiz, Profecía del Tajo; y otras poesías, como Canción a Nuestra Señora. Hoy nos ocuparemos de el Cantar de los Cantares, traducción de este libro de la Biblia.
No fue muy abundante su obra en verso –apenas llegan a cuarenta poemas– (aunque sí lo fueron las traducciones al castellano de textos latinos, italianos y bíblicos). No se publicaron mientras vivió –iban de boca en boca– y cuando al fin salieron a la luz fue gracias a Quevedo. Que los editó en 1637 para contraponerlos a la corriente culteranista que imponía Góngora. He aquí Oda a la vida retirada que comienza con esta conocida estrofa:
“Qué descansada vida,
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido”.
Fray Luis muere el 23 de agosto de 1591 en Madrigal de las Altas Torres después de ser elegido Provincial de la Orden. Su cadáver fue trasladado a Salamanca (convento de San Pedro de los Agustinos), hasta que en 1856 sus restos se instalarían en la capilla de San Jerónimo de la Universidad de Salamanca.
LA FUNCIÓN DE ALMAGRO
Ignacio García, director a la sazón del Festival, es el autor de la versión y el director del montaje de ‘El cantar de cantares’. Una performance poética que recorre los estados del amor en un viaje intenso e hipnótico. En palabras de su director: “Parte de dos universos poéticos, no coincidentes pero tangenciales: el aliento poético y erótico de la poesía mística de Fray Luis de León, en su ‘Cantar de los Cantares’, y la vía mística, estética y espiritual de las fotografías de José Ortiz Echagüe. La idea es la de la instalación poética, en la que las figuras del fotógrafo reviven en los versos del poeta, como un milagro que sobrevuela tiempos y espacios”.
La obra ha tenido su origen en el programa de creación del Museo Universidad de Navarra en el que los artistas invitados se inspiran en su colección, y estrechan lazos con la comunidad universitaria para generar una obra nueva.
Ficha Artística
Selección y adaptación musical: Ignacio García, Rita Barber; Iluminación: Equipo Técnico del Teatro Museo Universidad de Navarra; Audiovisual: Alejandro Contreras, David Bernués; Ayudantes de dirección: Ana Cris, Julián Ortega
Reparto

Ana Cris, Julián Ortega, Rita Barber
AUREA
Al término de la función mantuvimos un breve encuentro con los tres protagonistas, y con el director del montaje.
Rita Barber. De Menorca, protagonista de ‘la compañera’. “Veo la obra con pocos detalles, pero muy interesantes… queriendo sugerir lo exótico, lo sensual, lo erótico… un viaje breve, que se digiere bien en una hora. La propuesta de Nacho García es muy bella, donde lo visual, los versos, el valor de la palabra y el cuerpo y la voz de los actores, tienen una desbocada presencia”. También la parte musical pasa por muchos estilos “desde una idea oriental… a momentos desgarradores, líricos, en un viaje complejo, pero muy apasionante”. Pese a la preponderancia de sus cantos, no se considera Rita Barber-compañera la figura central, “es un trío de ases que se complementan. Los esposos se ven a veces lanzados por mi voz, y otras es mi voz la que nace de lo que yo siento y veo en ellos”.
Ana Cris. De Braga, Portugal. Interpreta el papel de esposa, en una obra “sobre un amor muy intenso, violentamente hermoso y apasionado, aunque mi personaje no es diferente del esposo”. Ambos comparten el mismo amor. “Para hacer este papel, hay que entender que el amor a veces no es racional, que no se compone sólo de cariño, que tiene altibajos, y a veces es un sentimiento que nos abruma y nos deja perdidos”.
“Bésame con tu boca a mí, mi amado;
son más dulces que el vino tus amores.
Tu nombre es suave olor bien derramado
y no hay olor que iguale tus olores” (…)
Julián Ortega. Barcelonés residente en Madrid. “Hago de esposo, y mi papel es una especie de huida de los dos amantes, que se refugian en el otro. Hay algo como de refugiados que están huyendo, pero se tienen el uno al otro, un amor en el que la otra persona es su refugio, su salvación.
“Si no sabes, bellísima pastora,
el valle, dó apaciento mi ganado,
toma los tus cabritos y a la hora
seguirán el camino más hollado (…)
Nacho García. Autor de la versión y director. No se considera el creador del montaje. “El creador, sin duda, es Fray Luis de León. Yo he intentado un poema escénico, que sea fiel al carácter místico y espiritual original de Fray Luis, y que las imágenes, acciones, objetos y videos conmuevan, emocionen y transformen el alma del espectador… De forma similar a la que ocurre cuando uno lee el poema de Fray Luis. He tenido la suerte de contar con unos intérpretes formidables que viven, encarnan y transmiten ese verso de forma admirable. Nacho García se muestra muy feliz por la reacción del público. “Que ha sido sorprendentemente positiva. Porque es una obra atípica, no es del Siglo de Oro, pero sí que tiene que ver con la espiritualidad del Siglo de Oro. Fray Luis es uno de los padres de la Mística y creo que valía la pena ampliar el repertorio hacia allá”.