Saloua Kennou, de la Asociación de Mujeres Tunecinas para la Investigación y el Desarrollo (Afturd), y Hakima Chrekani, de Unión de Acción Femenina (UAF), de Marruecos, participaron este martes en la charla-coloquio ‘Ellas deciden. Los derechos de las mujeres en las Primaveras Árabes’, encuentro en el que describieron la situación de la mujer en sus países y la labor realizada por sus asociaciones en favor de la democracia, igualdad y respeto de los derechos humanos.
En el encuentro, celebrado en la Casa de la Ciudad y organizado por la ONG Asamblea de Cooperación por la Paz, Kennou destacó que Túnez, pese a ser un país “muy bonito” y en el que se “vive muy bien”, cuenta con regiones no incluidas en los programas de desarrollo, donde la mujer es la que “más sufre” esta falta de apoyos, siendo el trabajo agrícola la única alternativa y para el que deben desplazarse en medios de transporte no seguros, de manera que son frecuentes los accidentes mortales. Recientemente fallecieron doce personas y cuatro asociaciones decidieron movilizarse y reclamar al Gobierno tunecino medidas que identifiquen las necesidades y se pongan en marcha proyectos de desarrollo.
Kennou, que exhibió un pañuelo verde con flores con el que se simboliza la solidaridad con estas mujeres, indicó que Afturd trabaja fundamentalmente en la lucha contra la violencia de género y en favor de los derechos socioeconómicos de toda la población, la participación política y la vida sin violencia. La responsable de la asociación tunecina indicó que en su país, tras dejar el poder Ben Ali con las movilizaciones de la Primavera Árabe, los islamistas empezaron a volver al país y regresaron “fuertes, con mucho dinero” y usando la religión para “utilizar a la gente”. Lo primero que hicieron fue “atacar los derechos de la mujer”, pero las organizaciones progresistas se unieron para evitar esos retrocesos, comentó Kennou, que indicó que fue un “período muy duro” ya que prácticamente cada día tenían que echarse a la calle para reclamar sus derechos y, al mismo tiempo, seguir de cerca el proceso de elaboración de la nueva Constitución que los islamistas querían que estuviera basada en la religión y los movimientos sociales en los derechos humanos. Finalmente, la sociedad civil logró que gire en torno a los derechos humanos, la paridad, la justicia social y el compromiso de respetar los derechos de las mujeres, expuso Kennou.
Pese a que se han conseguido avances, queda mucho por recorrer, agregó la responsable de Afturd, que indicó que siendo mujeres el 60 por ciento de los estudiantes universitarios, la tasa de paro de mujeres diplomadas es el doble que la de los hombres y representando el 52 por ciento de la población en edad de trabajar, tan sólo el 28 por ciento de los trabajadores con una actividad laboral formalizada son mujeres.
Así mismo, la población femenina suele recibir entre un veinte y un treinta por ciento menos de salario en la actividad agrícola y en relación con la concesión de pequeños créditos las mujeres beneficiarias suman menos del veinte por ciento, indicó Kennou, que resaltó que Afturd, al igual que UAF, realiza campañas de sensibilización y proyectos de complementariedad de los programas de los centros educativos para favorecer desde edades tempranas la igualdad de género.
Acompañamiento jurídico y laboral
UAF, una de las primeras asociaciones feministas de Marruecos, trabaja en el apoyo a mujeres que se encuentran en una situación precaria y que, en su mayoría, “no han tenido acceso a la escolarización, no conocen sus derechos laborales y lo que aportan a la sociedad”. Con mujeres víctimas de la violencia de género, realizan un acompañamiento de sensibilización y apoyo social, así como jurídico y de capacitación laboral. “Intentamos que las mujeres en situaciones precarias consigan librarse de la violencia”, expuso Chrekani, que comentó líneas impulsadas como las prácticas que realizan estudiantes de Derecho asesorando jurídicamente a estas mujeres y otros trabajadores en las instalaciones de la propia asociación o acudiendo a centros de trabajo como fábricas, programas de formación profesional para favorecer la inserción laboral e iniciativas de fomento de cooperativas femeninas.
En relación con la violencia de género, se luchó mucho para lograr una ley aprobada en 2018 pero que “no es realista” respecto a las necesidades de las víctimas y no contempla las medidas necesarias, afirmó Chrekani, que reconoció que, no obstante, después de muchos años al menos “tenemos una ley y ahora tenemos que mejorarla”.
En cuanto a las migraciones de la población subsahariana, expuso que Marruecos ha dejado de ser un país sólo de paso para serlo también de destino, con lo que su asociación colabora mediante programas formativos en su inserción sociolaboral. En Túnez, por su parte, tras la Primavera Árabe se incrementó la llegada de población subsahariana a este país, agregó Kennou, que se refirió a las denuncias de su asociación contra la trata de mujeres y destacó la importancia de la presión de la sociedad civil, la cual propició una nueva normativa contra la trata humana.