No para de participar en presentaciones y encuentros literarios en torno a sus obras que tienen en los Montes de Toledo su campo de acción, experiencia e inspiración y de las que ya han salido dos rutas literarias, más una tercera que está a punto de ponerse en marcha.
Ahora, el escritor castellano-manchego Rafael Cabanillas llega con una nueva entrega titulada ‘Maquila’, de la que hablará el próximo martes 28 en el antiguo Convento de la Merced.
Pregunta.- ¿Qué supone ‘Maquila’ tras la trilogía de ‘La raya del infinito’?
Respuesta.- Cada libro, cada nueva creación, es un nuevo hijo. Y, como tal, el más necesitado de cariño y al que le prestas mayor cuidado y atención. Yo estoy absolutamente abducido por esta novela. ¿Sabes por qué? Porque se la he dedicado a mi madre, fallecida hace poco, y creo que ha sido como sacarme el corazón del pecho y con la misma sangre escribir esa historia.
Era complicado escribir tras ‘Quercus’, ‘Enjambre’ y ‘Valhondo’, pero hoy tengo la certeza de que ‘Maquila’ será mi obra más leída y reconocida. Ya lo han dicho algunos críticos literarios: “Maquila te atrapa y te zarandea de tal manera, que cuando acabas su lectura ya no eres la misma persona”.
P.- ¿Qué va a encontrar el lector?
R- El lector va a encontrar el sentido de la vida y el sentido de la muerte. El tránsito de uno a otro a través de la vejez. Hoy eres joven, mañana eres un anciano. Hoy tienes el vigor en tu cuerpo y dentro de nada apenas puedes sostenerlo. De esto, que no se habla, pues el tema de la enfermedad y la muerte es tabú para esta sociedad que tapa y esconde todas sus miserias, es lo que, entre otras cuestiones, reflexiona la novela.
P.- ¿Cuáles son las fuentes de inspiración para esta nueva novela?
R.- En un valle de los Montes de Toledo, un pastor de cabras de casi 90 años, me cuenta que en los últimos 25 ha visto desaparecer más animales que en toda su existencia. A una velocidad portentosa. Y no es que se hayan ido, es que se están extinguiendo. Y los cita uno a uno. Alarmante. Por decenas. Entre otros, ha desaparecido el escarabajo de la portada, que se llama ciervo volante. Uno de los animales más fascinante de la naturaleza: sus larvas viven 5 años triturando la madera del interior de los troncos muertos, reciclándola y devolviéndola a la tierra, y cuando se metamorfosea en ese bello escarabajo sólo vive 20 días. ¡Qué paradoja!
Las largas conversaciones con el pastor y mi propia constatación de la destrucción que estamos provocando hasta encaminarnos al abismo, fue la fuente de inspiración de ‘Maquila’. Haciendo ese paralelismo entre el declive del ser humano y de la naturaleza.
P.- Aparecen tanto el entorno rural como el urbano en ‘Maquila’
R.- Sí, efectivamente. Por primera vez desde la trilogía, los personajes salen de la sierra y se dirigen a la gran ciudad. A Madrid concretamente. Para abordar el éxodo de los pueblos en busca de trabajo. A buscarse el pan, a buscarse la vida.
P.- ¿Qué simbolismo tiene el molino de agua que restaura el protagonista?
R.- Es la gran metáfora de la novela. Una alegoría. El pastor de la sierra, antes citado, de nombre tío Justo, y la madre del protagonista, se encaminan al final de sus vidas. Sin embargo, el molino de agua que recibe de herencia el hijo está absolutamente derruido, con el cárcavo hundido, y él lo va a reconstruir a lo largo de 20 años. Los mismos que su madre y el pastor van en declive.
P.- ¿Con qué ‘maquila’ se queda el lector-molinero?
R.- La maquila, palabra del árabe-hispano, es la parte de cereal que se queda el molinero por su trabajo de moler. El cobro, la sisa. Todos los seres humanos a lo largo de nuestra existencia, representada en esas piedras del molino que no paran de girar, hacemos muchas concesiones para seguir viviendo. Es mucho lo que nos dejamos, muchos los robos, muchas las maquilas: los sueños, las ilusiones, las utopías… Y acabamos aceptando todas las renuncias y las pérdidas. Ésa es la otra gran metáfora de la novela.
P.- Hay mucho de atenta mirada y escucha en tus obras de los lugares que describes. También de etnografía y análisis social.
R.- Para hacer creíble lo que cuentas, para no engañar al lector, tienes que trasladarle a la realidad de la novela. Para que sienta lo mismo que tú, para que vea, toque y huela lo mismo que tú. Para que sienta tu mismo miedo y tu misma alegría. Por eso, en mis libros, la descripción al detalle, sin artificio, es la parte fundamental.
Pero esa realidad, esos espacios, si están vacíos, sin gente, no me valdrían para mi literatura. De ahí lo etnográfico y, sobre todo, lo social. Porque a mí lo que me importan son las personas y sus vidas. Y, como diría Celaya: “Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”.
P.- ¿Qué tienen para ti, a nivel personal y literario, los Montes de Toledo?
R.- En lo personal: me he criado allí, he vivido y trabajado allí. Es mi tierra, son mis gentes. En lo literario, mi fuente de inspiración.
P.- ¿Te imaginabas que ibas a llegar a tantos lectores?
R.- Uno es humano y, como tal, sueña, desea. Espera volar como Ícaro un día. Pero, verdaderamente, nunca imaginé llegar hasta donde hemos llegado con estos libros. Fundamentalmente, porque todo lo conseguido es a través del boca oído. Nada de marketing, nada de gran industria editorial. Aquí el milagro viene de los lectores, lo que en otros casos viene del dinero. Una humilde editorial de Toledo, Editorial Cuarto Centenario, y contar las historias de nuestras madres, hermanos y abuelos. De los olvidados, de los que nunca nadie habló. Los sin voz. Los otros ‘nadies’ de Galeano.
P.- ¿Qué es lo que más te gusta de sus apreciaciones sobre tus libros?
R.- Todo, jajaja. Que hablen de ti, aunque sea mal, que siempre se ha dicho. No, fuera de broma, lo que más me emociona son las personas que jamás habían leído un libro en su vida, y me dicen que ya se han leído toda la trilogía, que cuándo sale otro libro nuevo y que gracias a ‘Quercus’ se han aficionado a la lectura.
P.- Las rutas literarias por los escenarios de ‘Quercus’, ‘Enjambre’ y pronto ‘Valhondo’ ¿qué han conllevado?
R.- Una alegría inmensa. Un orgullo gigantesco que los propios lectores quieran visitar los espacios siguiendo las huellas de los personajes de mis novelas. Esas Rutas llenas de lectores emocionados es la máxima expresión de la satisfacción de un escritor. El otro día alguien dijo en una radio que la trilogía de ‘Quercus’, ‘Enjambre’ y ‘Valhondo’ debe ser la única cuyas tres novelas la Once las ha convertido en audiolibros y, además, cada una cuenta con una Ruta Literaria. Porque la de ‘Valhondo’ estará lista en unas semanas. ¿Qué más se puede pedir?
P.- ¿Va a haber una quinta entrega?
R.- Ahora mismo estoy en la fase de ‘descanso del guerrero’, en la fase contemplativa y de desconexión. Dedicado en exclusividad a las presentaciones de ‘Maquila’ y a encuentros con los clubes de lectura, que para mí son oxígeno para esta alma sedienta.